Con su EP debut se consolida como una de las revelaciones del synthpop
Toda una vida sentada al piano, criada a las faldas de un ambiente melómano y con un bagaje musical y urbano a sus espaldas, que transmite en su prosa cuando habla y en la concepción de su sonido. Esta barcelonesa conocida artísticamente bajo el nombre de Brigitte Laverne, se ha decidido a lanzar al mundo su primer trabajo en este 2015 en forma de un EP con cuatro temas. De título homónimo, editado con Foehn Records y producido junto a Santiago Latorre en París, habita en las profundidades de un synthpop aliado del lo-fi, en un trance virtuoso y poliédrico. Porque en menos de cuarto de hora, lo mismo te arrastra al intimismo y a la introspección, que te eleva al universo cromático de los 80 o te embriaga de melancolía. Una mirada al pasado, una puerta abierta a la auto-evolución e infinitas razones de por qué estas canciones son perfectas para conducir de noche por la ciudad.
¿Quién se esconde tras Brigitte Laverne? Detrás de este personaje está Alexia, que estudió muchos años de piano y tenía la necesidad de hacer evolucionar su sonido. Me encanta tocar el piano, y aún lo toco, pero después de estar tantos años en mi casa escuchando música electrónica por mi padre, que es Dj, tenía ganas de trasladar todas esas ideas y melodías que se me pasaban por la cabeza ya desde muy pequeña y hacerlas reales.
Un sueño hecho realidad entonces… Sí, aunque también te digo que el proceso más difícil de todo esto es precisamente eso: hacer de una idea algo tangible.
Un pasado compartido con un piano que desemboca en música electrónica… ¿en qué punto se encuentran ambos universos? Al final en la música lo importante es la armonía y las melodías. En el caso del synthpop, que es el estilo que hago yo, los sintetizadores con los que se trabaja no dejan de ser un piano con un sonido determinado. Es como si fuera lo mismo, el piano es la fuente primaria y tú a eso le puedes modular el sonido y acaba siendo un sintetizador. Básicamente es transportar unas melodías a un sonido muy ochentero, que es mi caso, a través de cajas ritmos que es lo que uso.
¿Cuándo y dónde ha tenido lugar la gestación de cada una de las cuatro canciones que han dado vida a tu EP debut? “Touch” la hice hace un año y salió un domingo por la tarde en casa de unos amigos. Ellos estaban viendo una peli que yo no quería ver y me puse con el portátil. Evidentemente la canción ha terminado siendo bastante diferente a como pintaba al principio, pero toda la estructura y la línea de sintes la he mantenido. “Tokyo” viene de aquel viaje a esta ciudad cuando fui por la Music Academy. “Cities” es la que me ha dado más trabajo, también es la que más me gusta. Es la más compleja y la más larga, la más rebuscada. Esta canción nació dos meses después de “Touch” en mi casa. Y “Phoebe’s room” es la primera canción que hice, se remonta a 2013.
¿Y quién ese Phoebe? Esta canción la hice en Bristol, pues yo estuve un tiempo viviendo en Inglaterra. Cuidaba a una niña que se llama Phoebe y en aquella casa solo llegaba Internet en su cuarto; de manera que yo me encerraba allí, donde llegué a hacer mi mini estudio y ella se pasaba las horas allí conmigo. Y por eso la llamé así, porque esta canción la hice en su habitación.
¿Es este trabajo un pequeño adelanto de un posible álbum en un futuro no muy lejano? Sí, de hecho ya tengo bastantes canciones nuevas. Está claro que en 2016 voy a sacar algo, pero no sé si será otro EP o un LP, son cosas que también hay que hablar con la discográfica.
Con estos cuatro temas exploras los terrenos más luminosos del synthpop, como es el caso de “Touch”, pero también los más oscuros y adversos como “Tokyo”… ¿te sientes más cerca del intimismo o de la pista de baile? Me siento cerca de las dos. Cada canción tiene su momento; de hecho hay momentos en el día que suenan a cada una de ellas, por ejemplo cuando empiezas el día y te apetece activarte suenan más a “Phoebe’s Room” o “Touch”. Luego cuando vuelves a casa conduciendo por la noche, la perfecta es “Tokyo”. De alguna manera este EP me refleja mucho a mí como persona; yo soy muy alegre, muy optimista y muy animada, pero luego tengo ese punto más oscuro, más mío, más cercano, más personal, que creo que todos los músicos tenemos, y que al final acaba saliendo también y lo expresas.
Por cierto, ¿quién es la voz masculina que te acompaña en algunos fragmentos de “Touch”? Santiago Latorre. Le da un toque que me gusta mucho.
Explícame de qué manera ha influido en tu sonido la película “Drive”. Es una peli que me recomendaron y me quedé flipada. Me encantó la estética, cómo acompaña la BSO a todo ese mundo de la noche, de las luces de neón, de conducir… Todos estos aspectos van muy ligados a mi música, la gente me dice que mi música es para escuchar en el coche, para conducir de noche entre las luces de la ciudad… Esta es la atmósfera que tiene este primer EP. Eso no quiere decir que siempre vaya a ser así, porque como en todo en este vida cansa; y las nuevas canciones con las que ya estoy tienen otro rollo. La peli tiene un sonido que yo estaba acostumbrada a escuchar en grupos de los 80.
Precisamente ahí iba ahora, a los 80, otra de tus fuentes de inspiración… Siempre, pero es que además hay un grupo de gente joven que ha hecho como un remake de toda esa música que ha marcado una tendencia muy fuerte y ha supuesto una oleada retro-wave muy heavy, con Chromatics, Kavinsky… hay miles. Y sí, mi inspiración viene por los grupos de los 80, pero curiosamente también mucho por los nuevos grupos que rememoran este sonido.
Grabas este EP en los Estudios Red Bull de París, ¿hay algo también de esta ciudad en las canciones? Está claro que cuando estás fuera de casa siempre hay un impacto visual, auditivo incluso… París además es una ciudad muy especial, pero realmente estuvimos doce horas cada día en el estudio y fueron cuatro días. Lo que sí ha influido en la evolución de las canciones, de cómo empezaron y cómo han acabado siendo -sobre todo en “Touch”- ha sido el hecho de trabajar con Santiago. Porque yo en el estudio estaba concentrada en el sonido de cada instrumento por separado y de grabar voces, y Santiago elevó y maquilló las canciones.
Imagino que tu tema “Tokyo” está inspirado en tu experiencia el otoño pasado en la Red Bull Music Academy… ¿Qué trajiste contigo de tu paso por allí? La Music Academy son dos semanas muy muy intensas, te pasas el día rodeada de otros músicos, cantantes, productores… todos con un mismo fin que es aprender los unos de los otros y conocer de cerca todo el tema del hardware, el software y demás. Yo me he quedado sobre todo con dos cosas. Una, lo que aprendí del contacto con otros músicos; es una gran lección de humildad, lo primero que nos dijeron al llegar es que dejáramos el ego en la puerta, que el ego no tiene cabida en ninguna de las aulas ni estudios. Y la otra, cómo llevar mi música al directo que es algo muy complicado para este estilo, porque realmente ni soy un grupo ni soy Dj. Cómo hacerlo para que en un concierto la gente no se piense que le doy al play y listo.
¿Y ya tienes claro cómo van a ser tus directos? Porque claro, efectivamente no es un Dj Set… Es que es eso, realmente es un concierto, pero no es para nada un Dj Set. Yo no soy Dj, soy músico, mi padre es Dj, por cierto un trabajo muy complicado, con su propio mundo y que respeto muchísimo. Está claro que en mi caso también uso bases pregrabadas como hacen muchos músicos de New Wave, pero no quiero quitarle el mérito a ser Dj, realmente no tengo ni idea de pinchar. Y esto es lo que más me preocupaba, ser capaz de dejar claro esto en un directo.
¿Y entonces cómo es a nivel técnico un concierto de Brigitte Laverne? Ha habido dos procesos para llegar a cómo hacerlo. Uno es el que aprendí en Tokio, que es a base de loopear las pistas de la canción, y hacer las voces y sintes en directo. Si hay dos sintes primero tocas uno, tocas un pedal y lo grabas, luego sueltas el pedal y se queda el loop que es repetición y repetición. Y todo lo demás lo haces en directo. Lo que sí suena grabado es la caja de ritmos, y esta se va sincronizando con lo que ya tocas tú. Luego cuento también con un músico en directo, Mark era quien hacía ese papel pero ahora está muy centrado en su banda Ocellot y no puede, así que ahora me acompañará Denis Ortiz. También va a haber un segundo proceso en el que estamos trabajando, pero bueno de eso aún no se puede hablar.
Volviendo un poco a tu tema “Tokio”, en él se distinguen claramente dos pasajes. Hay como un punto de inflexión en el minuto 1,38′ en el que parece que comienza una nueva canción dentro de la misma. ¿Es tu intención hacer de cada uno de tus temas, multi experiencias sonoras?
En mi cabeza no concibo la idea de verso, estribillo, verso. Dentro de que mis canciones son pop, la estructura no son nada pop. Quizás arrastrada por lo que he escuchado toda mi vida en casa, con la colección de 11.000 vinilos de música alternativa que tiene mi padre, de escuchar bandas como Pink Floyd, que no tienen ningún tipo de estructura, o Björk, o Kraftwerk… y que te abren mucho la mente. Aunque luego también me encanta una canción de los Beatles, también te lo digo… De alguna manera, como mis canciones ya tienen en sí mismas ese feeling pop, creo que mi subconsciente quería alejarse de estructuras típicas y hacer un poco de caso a esa parte más oscura mía. Como una forma de desmarcarme, de hacer que mi música sea un poco imprevisible. Pero no lo hago expresamente, es algo que me sale. De hecho a mí me gustan más las partes instrumentales que en las que canto.
Las reminiscencias de New Order también se dejan oír bastante, por ejemplo en “Phoebe’s Room”, ¿es así o ha sido mi impresión? Sí, sí, me han influido 100%. New Order es el claro ejemplo de esa unión de música alegre y también devastadora. Algo que me gusta mucho de ellos es la incorporación que hicieron de guitarras que, además, es algo que tengo yo en mente hacer también; yo misma toco la guitarra y también el bajo. Para los conciertos, como te decía antes, cuanta más música real haya mejor. Iré poco a poco incorporando a más músicos.
El inicio instrumental de “Cities” me suena muy cercano a las pelis de terror, ¿te ha influido la serie B y este género de algún modo? Pues no soy mucho del cine de terror, me gusta más el cine europeo, sobre todo las típicas comedias realistas intimistas francesas. En realidad ese lado oscuro está un poco en todo el EP, las letras son más bien tristes.
Sí, cada canción te planeta una situación tirando a desalentadora… En el caso de “Touch” habla de alguien con el que ya no estás, “Cities” habla de dos personas que no están en el mismo sitio y se tienen que encontrar, “Tokyo” es la historia de dos personas que se encuentran una noche y bueno… ya se sabe que esto es lo que iba a pasar y “Phoebe’s Room” va de dos amigos que no pueden estar juntos. Por eso me sorprende cuando la gente me dice que les da buen rollo mi música.
Quizás esa sensación venga por todo el colorismo ochentero que le metes al sonido, al final esos toques aportan luz… Sí. Además a mí me gusta la combinación de bases electrónicas y sintes con un tono mayor, pero luego es verdad que las letras no dejen de ser un poco naif, tirando a melancólicas. Como te decía antes, este EP, con la unión de todo eso, describe exactamente como soy yo.