Charlamos con Miguel Noguera, el creador de los libros «Hervir un Oso», del bestseller «Ultraviolencia», «Ser madre hoy», «La vieja tigresa o el erotismo en la senectud» y «La muerte del Piyayo», así como del «Ultrashow», un monólogo o espectáculo en el que él explica una ristra de ideas, que no guardan ningún tipo de relación entre ellas, ante una audiencia que admira las ocurrencias de este peculiar tipo, tranquilo y tímido, seguidor de una única persona en Instagram —Matt Lock—, amante de su rutina y de los gatos, y cuyo privilegiado córtex y puesta en escena provoca múltiples y sonoras carcajadas.
¿Quién es Miguel Martos?
Miguel Noguera: Puse Miguel Martos en el prólogo del libro por poner algo. Así funciona mi mente. Primero lo pensé y luego busqué de donde venía, ya que al ir en el prólogo no quería que fuese una tragedia: un niño asesinado y esas cosas. Lo «googleé» y vi que era el nombre auténtico de pila de Raphael. Así que mira, quizás inconscientemente, el nombre de Miguel Martos emergió de mi subconsciente, porque una vez oí hablar de él. Además, cuando le conté esta historia a mi editor, me contó que él también tenía una historia con Miguel Martos, ya que es el nombre del conductor de los autobuses de su colegio. Y ya ves, algo fruto de la casualidad derivó en toda esta diatriba.
Entrevista a Miguel Noguera
¿Si no fueses quien eres… te hubiese gustado ser Miguel Noguera?
Miguel Noguera: En parte sí y en parte no. La verdad es que estoy contento con ganarme la vida con esto, y creo que lo que ha ocurrido es algo que ni yo mismo hubiese pensado, y mi entorno tampoco. Por ahora, he tenido mucha suerte y es algo que valoro muy positivamente. Pero no es algo que asocie a mi acción, creo que ha sido mucho por la gente, y estoy muy agradecido.
Han pasado muchas cosas que nunca hubiese sido capaz de prever. Es muy curioso. Nunca planeé nada y ha ido sorprendentemente muy bien. A veces pienso que no sé qué hubiese pasado si el exterior no se hubiese interesado por mis cosas.
¿Cómo te llevas contigo mismo?
Miguel Noguera: No me llevo bien. Siempre estoy mal. En el fondo soy muy apático. Siempre me fuerzo a «hacer» porque no me interesa en absoluto casi nada. Por ello, siempre estoy sintiéndome culpable porque todo me va más o menos bien, sin sentir que realmente hago un esfuerzo muy grande. No hay un valor objetivo en lo que yo hago sino que depende del exterior. De ahí mi desconcierto. Hasta ahora siempre me he sentido así.
¿Si no te dedicaras a lo que haces actualmente, a qué te dedicarías?
Miguel Noguera:No lo sé. Ahora mismo si perdiese este trabajo, tendría que ir a una ETT. Buscaría trabajo en el sector servicios. No tengo muchos intereses laborales, así que haría algo anónimo. No sé, pero quizás con la edad que tengo la caída sería muy dura.
Tu córtex es como el de un niño. Parece que no hay firewalls que lo limiten. ¿Es verdad que en tus libros y en los «Ultrashows» dices lo que se te pasa por la cabeza? Como si tu cerebro fuese un melón y lo abrieses por la mitad dejando salir de todo un poco…
Miguel Noguera: Lo que tengo anotado en el papel es la excusa o lo que mantiene el show. Pero mi intención es echar mano lo menos posible a eso, aunque al fin y al cabo es lo que nos ocupa, porque significa que estoy bien y que doy rienda suelta a lo que se me ocurre. No hay límites morales, pero porque soy bastante inofensivo y mercantilizable. Solo digo cosas absurdas y ya está. Mi discurso no es problemático.
¿Qué haces cuando has tenido un mal día y tienes que salir a la palestra ante un público expectante y deseoso de tu sentido del humor y surrealista plática?
Miguel Noguera: Actúo una vez por semana, con lo que no suelen darse esos malos días. No se trata de un show diario, en el que tendría que estar siempre a tope de buen rollo. La verdad es que puedo tener malos días, pero nunca ha llegado a pasarme que un mal día me dure todo el día y me impida actuar. Se me pasa. Además, como sé que tengo que actuar esa noche intento acorazarme y pensar en cosas positivas. A veces me pasa que haciendo el show el ambiente está más frío, y la cabeza no me funciona, y entonces me asusto un poco pero voy tirando. Esto le pasa a todo el mundo. De todos modos, nunca me ha pasado que haya estado muy mal antes de salir al escenario. Tampoco abuso de sustancias y nunca me he visto indispuesto de esa manera.
Qué me dices si te digo…
• Iker Jiménez
M.N.: Refugio. Me gusta escuchar de vez en cuando sus podcasts. Hay un vínculo de amor-odio. Somos diametralmente opuestos, pero me atrae.
• Dinero
M.N.: Confort. En el fondo yo todo lo resumo en tener dinero o no. Para mí es la única obsesión que existe.
• Trump
M.N.: Lo que piensa la mayoría de la gente. No tengo una opinión que no sea la de la mayoría. A ver qué hace…
• Lizarrán
M.N.: Voy a uno en concreto, que está cerca de casa, entre 12 y 12:30 todos los días.
• Venga Monjas
M.N.: Son amigos y me parecen brillantes y geniales. Vamos haciendo cosas juntos. A mi todo lo que ellos hacen me atrae. Son como dos niños traviesos.
• Tenguerengue
M.N.: Es una palabra que escuché en un Starbucks del aeropuerto de Málaga. Es una hostigación y significa cierto desequilibro.
• Cuidado
M.N.: Últimamente lo digo mucho en los shows. Hay un montón de muletillas asquerosas que cuando me escucho me da vergüenza.
¿Qué querías ser de pequeño?
M.N. Cirujano. Porque tengo un tío que lo era. Como yo fui de los empollones de la clase, todos aspirábamos a ser médicos y a mierdas de esas técnicas. Menos mal que cambié de idea porque no hubiera llegado. Creo que mi capacidad de trabajo, estudio y concentración no era tan apta. No sé, igual sí. Pero cambié de idea antes de elegir carrera. Fue en el último año, y me decanté por Bellas Artes. Había cogido ciencias y al final vi que lo que me gustaba en aquel momento era dibujar. Por ello, me metí en eso, a pesar de la fama que tenía esta carrera en aquella época de que no servía para nada. Y ahora resulta que todas las carreras tienen la misma fama…
¿Qué opinan tus padres sobre tu profesión?
M.N. Bueno, ya no viven (risa nerviosa) No están aquí entre nosotros (más risa nerviosa). Pero sí, estoy seguro de que estarían orgullosos y les gustaría. Ninguno de ellos vivió el «Ultrashow», pero seguro que me hubiesen apoyado y les hubiese gustado.
¿Y lo de salir con camiseta negra… a qué se debe?
M.N. Básicamente es por practicidad. Al principio me ponía cosas distintas, pero desde que el show es semanal opto por camisetas negras porque es lo más neutro y práctico (risas).
¿Qué esperas de la vida?
M.N. Que no me pase ninguna desgracia y conservar este trabajo. Si todo esto se mantiene y no me pasa nada chungo… estaré feliz. En realidad, solo espero seguir e ir puliendo. Ampliando y diversificando lo que hago.
¿Crees en Dios?
M.N. No, soy ateo y agnóstico.
¿Lees a otros coetáneos tuyos como Miguel Brieva o Querido Antonio? ¿sois amigos?
M.N. Les conozco. Me gusta lo que hacen todos ellos. A parte de estos y de los Venga Monjas también me gusta Canódromo Abandonado, Carlo Padial y los pioneros, Mierdecitas, Joan Cornellá…
Yo no tengo una vida social digamos amplia. Nos conocemos, hay algún encuentro, pero no somos amigos porque formemos un grupo ni nada de eso. Muchos viven en Madrid, y bueno yo soy de Bellas Artes y aunque he sido incluido en el mundo del humor, mi origen es otro. No sé, se ha dado así.
¿Qué cosa es la que te gusta más hacer y la que más odias?
M.N. Lo que más me gusta hacer es estar tranquilo, cuando no tengo una presión como ahora porque tengo que acabar el libro de este año y estoy de malhumor todo el rato. Por ello, estos días estoy muy jodido, porque tengo como fecha límite de entrega el 1 de marzo de este año para colarlo en Sant Jordi. Todo es una cuestión comercial y de disciplina laboral. Se supone que cada año tengo que publicar un libro en la misma fecha. Así hasta jubilarme o dejar de resultar rentable. Este año se me ha hecho más bola que nunca y dudo que llegue a tiempo. Estoy furioso, me da por culo tener que correr…
Y lo que más odio es todo lo que tenga que ver con «hacer». Tengo muy poca iniciativa. Cualquier cosa que tenga que hacer y esté comprometido a hacer es un quebradero de cabeza. Intento no cubrirme de responsabilidades. No tengo deseo ni ambiciones por casi nada. Por ello, cualquier actividad que esté obligado a hacer externa a mí me molesta. Pero bueno, no puedo quejarme, tengo una vida bastante tranquila.
Hablemos de «Ultraviolencia»: ¿Cómo te sientes ante el 5º aniversario de su publicación y su reedición?
M.N. No le doy importancia, porque es un libro que ya me cae lejos y que me da vergüenza ajena. Básicamente por los textos y la forma de hacer. Como fue el primero pues… ahora siento que lo hubiese hecho mejor. Aunque vea que a la gente le gusta, yo no me identifico. Es una suerte que todavía guste, pero no es algo que me alegre o no. Para mí es una línea de producción que está bien, pero que en el fondo me entusiasma más sacar un nuevo libro que una reedición.
¿De dónde viene tu pasión por las armas de destrucción?
M.N. En el último libro hay muchas. Creo que me he pasado. El mundo violencia un poco tosco y tal me viene de pequeño, supongo que de los G.I. Joe. Supongo que eso se quedó en mi cabeza y es un refugio al que acudo con frecuencia. Por suerte no tiene que ver con la parte relacional, sino que se trata de objetos. Entonces supongo que es más por lo que no es, que por lo que es. Es una forma de comunicar cosas sin meterme en cuestiones que no controlo, como por ejemplo el rollo de «que es un reflejo de la sociedad en la que vivimos y bla bla bla». Se trata de informaciones físicas y concretas con las que me puedo comunicar. Suelo acumular muchas y en el fondo es lo único que puedo decir con cierta certidumbre. Es muy parecido a una pieza artística. Hay una cuestión irreductible a todo ello. Funcionan por acumulación.
¿Qué invento te hubiese gustado crear? Y si el presupuesto no fuese un problema ¿cuál de tus propios inventos te gustaría hacer realidad?
M.N. En mi caso, todo lo que implique trabajo o delegar trabajo para mi va contra ese discurso de la persona aislada, que solo trabaja con su cabeza y que es muy austera. Bueno, esta especie de romanticismo en el mundo del capital. Entonces, mi mundo se rompe cuando hay una cadena de producción. Se podría hacer, pero no me llama. No me gusta nada trabajar con objetos.
Respecto a las ideas de tus libros, ¿qué material se ha visto en tus «Ultrashows» en directo y cuál no?
M.N. En los libros hay muchas más cosas, y muchas de ellas no funcionarían en los shows.
Hago 4 o 5 shows con la misma intro y luego las ideas van cambiando. Aunque puedo estar con algunas hasta cinco meses.
¿Qué te pareció el especial de estas Navidades que te hicieron los de Comedy Central?
M.N. Sudé mucho. Sudaba tanto que yo creo que para ellos eso fue repugnante. (risas) Yo creo que el espectador que no conozca lo que hago, solo tuvo que sentir repugnancia y fue incapaz de acceder a lo que dije, debido a mi sudor incesante. Y creo también que ellos pensaron: «lástima que lo haya estropeado sudando tanto» (risas). De todos modos, para ser la primera vez funcionó bien. Todo surgió de la productora de Antón Reixa y estuvo bien.
Has innovado en el campo del monólogo, y muchos te consideran un genio. ¿Cómo llevas las adulaciones?
M.N. Para mí, un genio es alguien que ha innovado en algo. Yo asocio un genio con alguien con una gran capacidad de trabajo y computación, y ese no es mi caso.
No me gustan. Ya se sabe que las adulaciones son lo mismo que las críticas. En el fondo vienen del mismo lugar. No me gusta entrar en juicios de valor estético. Tampoco creo que sea sano centrar esfuerzos en lo que la gente piensa de mí.
¿Eres feliz haciendo reír a la gente?
M.N. Sí. No es algo en lo que piense, pero si se produce me gusta, sí. No me lo propongo, tampoco soy humorista, pero si se ríen me parece genial. Es lo mejor que puede pasar.
¿Quién te hace reír?
M.N. Mis hermanos.
¿Se liga más haciendo reír?
M.N. No lo sé, porque llevo con la misma pareja desde hace mucho tiempo. También se intuye que yo tampoco estoy receptivo.
¿Conoces a alguien que haga lo mismo que tú?
M.N. Quizás Steven Wright. Es diferente, él es más rollo Eugenio, pero tiene cosas que son rollo conceptos que se parecen. Pero déjame que piense… Había otro tío, que es ex boxeador, que lleva papeles sucios y siempre dice «discúlpenme…». Es una mezcla entre Barragán pero americano.
¿Cómo surgen todas tus ideas? ¿Qué tipo de proceso creativo sigues?
M.N. Todos los días me levanto, desayuno y trabajo hasta la hora de comer. Y después vuelta a seguir. No es que trabaje sin parar, pero esta es mi rutina. Siempre suelo ir a la misma cafetería. Voy muy lento. A veces no me rinde porque me enredo con otras cosas. Me falta disciplina.
¿Eres de los que se busca a sí mismo en Internet?
M.N. Poco, cada vez menos. Al principio más. Pero ahora no me busco de cero en plan: «Miguel Noguera, a ver qué pasa». Me da miedo encontrarme con alguna bufada.
¿Qué suceso paranormal te gustaría vivir o haber vivido?
Nota previa: Ojo a la diferencia que estableces entre el «te gustaría vivir» y el «te gustaría haber vivido», la distinción entre desear que algo «ya te haya pasado» y desear que algo «aun tenga que pasarte». Justo en este caso ¿hasta qué punto era importante trazar la distinción? Lo dejo ahí.
M.N. Obviamente cualquier FP inequívoco, o sea, difícilmente cuestionable como interpretación errónea de fenómenos naturales o mera alucinación debida al cansancio o lo que sea. Yo qué sé, varias personas vimos lo mismo, hubo apariciones, levitaron objetos, se dieron fenómenos físicamente inexplicables y que encima tuvieron efectos duraderos; además nos sucedió en varias ocasiones, en entornos distintos, en un periodo de meses. La prueba irrebatible de la existencia de los fantasmas y toda la mandanga asociada (demonios, entes sobredimensionales, el Mal de Satán, el Poder de Cristo, los extraterrestres por ahí metidos, etc. Todo en uno).
¿Qué pregunta te gustaría que te hiciesen?
M.N. Justo la anterior…
¿Qué te gustaría hacer antes de morirte?
M.N. No tengo nada en mente. Pero si me dijesen que me voy a morir, supongo que me despediría de la gente y haría uno de esos encuentros tristísimos. Y poco más.
Tienes dos gatos y has asegurado que «eres muy de gatos». ¿Por qué?
M.N. Me gustan los animales. Me gustan los gatos, pero también me gustan los perros. Pero no me obsesionan. Están ahí. Pero sí, me identifico más con los gatos. Uno de los que tengo es como un monje ermitaño. Puede tirarse el día entero en un rincón a oscuras. La gata se relaciona más. Pero el macho es más esquivo y no es súper cariñoso. Su vida es un estar solo mirando a la pared, comer y dormir. Me identifico más con los gatos, sí.
Pareces un gran lector. ¿Qué has leído últimamente?
M.N. Suelo leer, pero no conozco a la mayoría de autores. No soy un súper lector. De hecho, casi no he leído literatura. Ahora estoy leyendo ese libro que se ha puesto tanto de moda que es «Ciclonopedia. Complicidad con materiales anónimos» de Reza Negarestani. Es un libro que ya era de culto, pero me gusta porque es del rollo del realismo especulativo, y eso me gusta. De la biblioteca me he cogido últimamente Mangas de terror, algún libro de César Rendueles (me los he leído todos). También alguno de Marzoa. La verdad es que leo muy poco… Cuando voy al baño… Y tardo mucho.
¿De qué tienes miedo?
M.N. Del futuro. Todo el rato me estoy anticipando a dramas. Como todo el mundo. Lo normal.
Próximamente…
M.N. Quiero hacer un podcast y volver a mi Instagram. Llevo meses o un año pensando en eso. También hacer mi web. Y bueno, también sacaré mi nuevo libro.
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«Noguera es uno de mis ídolos. Tal cual. Y poder publicarle, y poder darle libertad total para que elija cómo quiere que sean sus libros y sus portadas, y poder seguir el proceso con esa mezcla de incredulidad y admiración… es simplemente un privilegio.»
Jan Martí editor jefe y fundador de la editorial Blackie Books.
Fotografías durante la entrevista de Ely Sanchez www.elysanchez.com