En el universo de Candela Capitán cabe todo: danza, performance o moda. Nos dejamos inspirar y sorprender por la genialidad de la artista en esta entrevista.
La jovencísima Candela Capitán dinamita convenciones y categorías en el arte contemporáneo. Desde sus inicios en la danza en Cádiz hasta su consagración como coreógrafa en Barcelona, Candela nos lleva por laberintos de creatividad y provocación. Su obra no solo emociona, sino que desafía los límites sociales y culturales, explorando la intersección entre el cuerpo, la tecnología y la sociedad contemporánea.
Imagen de portada: SOLAS. Foto: Daniel Cao
Selfie Candela Capitán
A través de performances transgresoras, Candela Capitán explora la sumisión del cuerpo femenino, desafiando los estereotipos de las redes sociales y la falsa compañía que supone la comunicación digital. Con una visión audaz, fusiona la danza con la crítica social y el activismo, invitándonos a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y a imaginar nuevas formas de expresión artística. The Death at The Club. Foto: Leafhopper
En esta entrevista que aparece en la edición 190 de revista impresa Neo2, revisamos todos sus trabajos y nos dejamos inspirar y sorprender por la genialidad de Candela.
Inicios en Cádiz y Sevilla
¿Cuándo empezaste a bailar?
Candela Capitán: Comencé a bailar a los cinco años, aunque apenas lo recuerdo. Inicié en gimnasia rítmica y ya a los cinco o seis años estaba estudiando en el conservatorio de danza de Cádiz. Ha sido toda una vida dedicada a ello.
¿Cuál es tu background familiar? ¿Cómo es que tú y tu hermana sois artistas?
C.C.: Mis padres siempre han valorado mucho la cultura y nos alentaron a que explorar diferentes actividades, a que fuésemos niñas con curiosidades. Aunque éramos muy libres para decidir, yo nunca cambié de disciplina.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
De Cádiz a Barcelona, pasando por Sevilla… ¿Por qué esa ruta?
C.C.: Crecí en Cádiz, donde solo se podía estudiar danza clásica. Cuando mis padres consideraron que estaba lista para vivir sola, a los 15 años, me permitieron trasladarme a Sevilla, la ciudad más cercana donde podía estudiar danza contemporánea, que era lo que yo quería. Luego, decidí que quería ser coreógrafa y artista, y elegí estudiar en el Institut del Teatre de Barcelona. Hay muy pocas universidades europeas que ofrecen programas para formarse como coreógrafa. Normalmente, las escuelas, conservatorios o universidades de danza se centran en la interpretación y enseñan a ser bailarina.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
Formación en Barcelona
Cuéntanos pues una anécdota de tus días de formación en el Institut del Teatre de Barcelona.
C.C.: El Institut del Teatre ha sido mi casa durante seis años. Aunque al principio pensaba que estaba muy desconectada y trataba de escaparme todo el tiempo, al final descubrí que había aprendido mucho. A pesar de que no estoy de acuerdo con muchas cosas de su funcionamiento, fue el lugar donde más aprendí. Tuve profesores maravillosos y conocí a personas que hoy son parte de mi comunidad en el mundo de la danza dentro de mi ciudad. Siempre recomiendo a los jóvenes que estudien, ya sea para amar o para rechazar la academia, porque es un proceso importante de aprendizaje.
The Death at The Club. Foto: Andrés Sanjuan
¿Cómo te ha transformado tu experiencia en el mundo de la danza y la performance desde tus inicios hasta ahora?
C.C.: He atravesado momentos diferentes a lo largo de mi carrera. Ahora que acabo de terminar mis estudios, comienza una nueva etapa en mi vida profesional. En España, la danza es un campo muy precario y todos estamos luchando para cambiarlo.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
Candela Cápitan: de gen Z a conscious native
Perteneces a la generación Z, pero tienes más de “conscious native”. ¿Cómo despiertas ese espíritu crítico que otros de tu generación no saben canalizar?
C.C.: Parte de mi investigación en danza siempre ha explorado la relación entre el cuerpo y la pantalla en la sociedad actual. Mis estudios se centran en descifrar cómo los medios de comunicación y las redes sociales están transformando nuestro mundo y nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Esta transformación afecta a nuestra manera de estar en el mundo y soy consciente de cómo el sistema se beneficia a través de la vigilancia masiva, la hiper-producción, la explotación de los cuerpos y la competencia.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
Está claro que la música nos traslada a muchos lugares, es una disciplina muy emocional. Sobre música electrónica y danza va “The Death at The Club”. Ahí exploras la resistencia del cuerpo en la pista de baile. ¿Cómo seleccionas la música para tus obras?
C.C.: La música la selecciono en el periodo de investigación y conceptualización de la obra. Creo que las obras son un ente con vida propia que tú puedes medio dirigir, pero ellas crecen solas. Además, están influenciadas por el mundo que nos rodea. Durante el proceso de creación, las obras pasan por múltiples metamorfosis hasta encontrar su forma final.
The Death at The Club. Foto: Andrés Sanjuan
Entiendo, pero ¿cuáles son las canciones que más te inspiran actualmente?
C.C.: Escucho desde Glenn Gould hasta MJ Nebrada o J. Balvin.
Pasemos a otra disciplina que forma parte de ti, la moda: Dior, Kenzo, Undercover, Nike. ¿Qué crees que aporta tu visión a esta industria?
C.C.: La moda es una forma de arte que permite expresarse. Mi enfoque en el movimiento y el cuerpo se relaciona con la moda, ya que la ropa la llevan los cuerpos. Creo que la moda y la danza son una combinación perfecta.
The Death at The Club. Foto: Andrés Sanjuan
“Solas”
“Solas”, tu trabajo de graduación me parece una deconstrucción y fragmentación del erotismo tóxico, vulgar, cotidiano y de la autocosificación. ¿Qué te inspiró para crear esta obra y qué emociones esperas desatar en el público?
C.C.: Solas cuestiona la manera en que funcionan los cuerpos femeninos en las redes sociales. Aborda la cosificación y el control desde el sistema patriarcal en el que seguimos inmersas, pero también reflexiona sobre el empoderamiento femenino actual y la libertad de expresión. No hablo de autocosificación, sino de cómo los sistemas de producción fagocitan todo y nos convierten en productos controlados por empresas que explotan nuestros cuerpos en su beneficio.
Solas. Foto: Daniel Cao
Y, ¿cuál ha sido el momento más intenso durante la creación de otra de tus obras transgresoras, “Dispositivo de saturación sexual”?
C.C.: Lo más interesante de “Dispositivo de Saturación Sexual” es la reacción del público. Dependiendo de la institución donde se presente la performance y del tipo de público que asista, la interpretación de la obra puede variar mucho. Cuando la presenté en el Teatro Replika de Madrid, la mitad del público se marchó enfadado e incluso algunos pidieron el reembolso de la entrada. Sin embargo, luego durante la charla posterior, el público que se quedó se mostró muy interesado y receptivo, con muchas opiniones sobre lo que habían presenciado y sobre la obra en sí.
Solas. Foto: Daniel Cao
La danza como concepto
Que bien que la gente sea receptiva, de eso se trata. Háblanos sobre “danza conceptual”, ¿es difícil salir de las estructuras clásicas?, ¿qué te motiva a explorar estas nuevas fronteras y cómo enfrentas las críticas o la resistencia hacia tus propuestas fuera de lo convencional?
C.C.: No tengo una idea fija sobre lo que es danza y lo que no. Tengo opiniones y preferencias, y he denominado a lo que hago como danza conceptual, que para mí es la evolución de la danza posmoderna. No estoy de acuerdo con las ideas preestablecidas sobre el arte o las etiquetas: la danza en el teatro o la performance en el museo. O que en la danza contemporánea se va con ropa de calle y tambores y que no puede haber reggaetón. No son con las formas establecidas con las que debemos crear, sino con las ideas. Creo que cada uno debe encontrar su propio camino para expresarse.
Solas. Foto: Daniel Cao
La danza es una disciplina que ha tenido mujeres transgresoras. ¿Alguna de ellas te ha inspirado?
C.C.: Admiro a Pina Bausch (Alemania, 1940), Trisha Brown (Estados Unidos, 1936) y Loie Fuller (Estados Unidos, 1862).
¿Qué papel ha jugado Joan Morey en tu desarrollo como artista?
C.C.: Joan Morey ha sido fundamental en mi trayectoria, tanto de formación como profesional. Es mi ángel de la guarda y compañero de trabajo. Nos encanta colaborar y apoyarnos mutuamente en nuestros proyectos. A veces yo trabajo para el como intérprete o le hago la dirección de movimiento y otras él para mí haciendo la asistencia a la dramaturgia o la asistencia a la dirección artística.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
Candela Capitán: “19762. Solos y conectados”
En paralelo al evento artístico por excelencia, la Documenta de 2022 , presentaste “19762. Solos y conectados”. ¿Algo destacable de esta experiencia?
C.C.: Si bien no estuve en la Documenta en sí, presenté mi obra con la compañía TanzKassel en un programa externo durante el día de inauguración de la documenta15, a cargo del colectivo Ruangrupa. Esta experiencia marcó un hito en mi carrera, dio una vuelta 180º ya que fue mi primera obra escénica de gran formato, en colaboración con una compañía de danza institucional alemana, y estuvo vinculada a uno de los mayores festivales de arte contemporáneo. Se unieron todos los ingredientes que más me interesan para trabajar.
19762. Solos y conectados. Foto: Juan López
¿Esta pieza se convirtió en un vídeo de Billie Eilish?
C.C.: Sí, el videoclip de la canción “Never Felt So Alone” de Billie Eilish y Labrinth, dirigido por Daniel Sannwald que además es amigo. Tuve a mi cargo la dirección creativa, inspirada en el carrousel de mi obra “19762. Solos y conectados”.
La sexualización de la mujer en Internet
Tu trabajo desafía los límites y critica la sexualización de la mujer. ¿Cómo te sientes al ser una voz disonante y qué reacciones has recibido por parte del público?
C.C.: Creo en los múltiples feminismos porque todas las cuestiones tienen muchas caras. Busco plantear situaciones a través de mis obras en lugar de dar respuestas definitivas. Las reacciones del público son diversas y eso es lo interesante.
Solas. Foto: Daniel Cao
¿Crees que la sobredependencia de los dispositivos tecnológicos está cambiando la naturaleza misma de la danza y la performance en vivo?
C.C.: Sin duda, la tecnología está transformando nuestra manera de relacionarnos y de estar en el mundo, y esto inevitablemente afecta a la creación artística, incluida la danza.
Solas. Foto: Daniel Cao
Candela Capitán y la censura
Hablando de tecnología y redes sociales, has mencionado que te han eliminado varios contenidos en redes. ¿Qué nos puedes contar sobre la censura y tu obra “Censurada”?
C.C.: La cancelación o censura ha sido uno de los temas que he investigado. Cada red social tiene sus normas comunitarias y he explorado los límites exponiendo mi propio cuerpo. Además de analizar cómo responde la comunidad de cada plataforma y como responden las diferentes generaciones.
Durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19, grabé “Censurada”, un video-performance como respuesta al encargo de la banda The 1975 para realizar videoclips desde casa. A diferencia de los otros artistas que realizaron trabajos digitales, decidí utilizar mi cuerpo como medio de expresión. Sin embargo, al publicar mi obra, enfrenté la censura por parte del público joven y estadounidense de la banda. Así que fue censurado a los varios minutos de ser subido a la plataforma. A pesar de ello, “Censurada” se convirtió en mi primer video-performance y ha sido exhibido en instituciones como el CCCB como parte de la exposición SADE, bajo la curaduría de Alyce Mahon y Antonio Monegal.
The Death at The Club. Foto: Leafhopper
¿Hay algún proyecto en el horizonte que quieras compartir?
C.C.: Pronto podré presentar mi primera instalación, “Moloko Vellocet”, en la Sala Oval del MNAC en colaboración con el Festival Grec. Además, estoy empezando a escribir mi nueva obra, ¡estad atentos!
19762. Solos y conectados. Foto: Juan López
Solas. Foto: Daniel Cao
Candela Capitán. Foto: Cesar Segarra
Todas las fotos cortesía de la artista.