El Pez es, sin lugar a dudas, uno de los artistas urbanos más conocidos de Barcelona.
Sus inconfundibles peces sonrientes de El Pez han decorado los muros de la ciudad durante décadas, sorprendiendo a transeúntes desde paredes, persianas y medianeras.
El pasado viernes 30 de agosto, el artista regresó al corazón del Gòtic para celebrar sus veinticinco años de carrera con una exposición en la galería Base Elements. Con este motivo, hablamos con él sobre sus comienzos, la nueva muestra y sus proyectos para el futuro.
A finales de los 90, cuando José Sabaté, alias El Pez, comenzó a pintar en las calles de Barcelona, la ciudad era un hervidero de creatividad. Hoy recuerda aquella época con cierta nostalgia: “Se respiraba libertad, había respeto por los artistas, más lugares para pintar, colegueo, unidad. Ganas de descubrir, de conocer gente, de ir al barrio donde siempre se pintaba a ver si había algo nuevo […] Se vivía todo más a flor de piel, por así decirlo”.
La ordenanza cívica de 2005, que penalizó severamente el graffiti, aún no existía; los barrios de Ciutat Vella no estaban desbordados por el turismo, y los callejones del centro, como los del Gòtic y el Casc Antic, eran un escenario propicio para el arte urbano. “Molaba estar en el centro de Barcelona, ¿no? Donde pasaba todo. Donde llegaban otros grafiteros que venían a pintar y flipabas con sus estilos”.
“Pintábamos en el MACBA”, recuerda, “y pedíamos propina si alguien nos sacaba fotos. Para los turistas era muy raro ver a alguien pintando graffiti; era muy difícil o casi imposible de ver en sus países, y aquí lo hacíamos a plena luz del día, en pleno centro, y no pasaba nada. Le echabas morro y hacías lo que querías”. La libertad era tal que “nos fotografiaban y pedíamos un euro por foto, y al final de la jornada nos recogíamos veinte o treinta euros, nos pillábamos unas litronas y unas patatas fritas y nos íbamos al parque a beber”.
El conocido Pez, explica José entre risas, “surgió en una noche loca en la que yo estaba fumando y unos amigos me pusieron el mote porque, según ellos, yo fumaba como un pez, como un besugo, con los labios hacia fuera”. “Desde entonces adopté aquellas tres letras como mi tag y, de pronto, descubrí que la Z podía ser como la boca de un pez. Y empecé a hacer mi logo-tag. Cuando me di cuenta de lo que había creado, dije: ‘¡Buah! Esto lo tengo que sacar, lo tengo que petar por todos los lados para que la peña flipe’”, recuerda.
Sin embargo, el verdadero salto cualitativo llegó cuando empezó a experimentar con la forma del pez. “Un día, mientras hacía una pieza con letras, no acababa de disfrutar mucho. Entonces empecé a crear personajes de peces al lado de las piezas y pensé: ‘¡Hostia, esto mola mucho más!’ Después del tercer graffiti de peces, que al principio eran como ballenas locas con la boca muy grande, surgió este pez sonriente que es el que vengo haciendo hoy en día”.
Fue alrededor de 2004 cuando comenzó lo que podríamos llamar “la internacionalización” de Pez. Junto con sus colegas Xupete Negre, quien también expuso recientemente en Base Elements, y Chanoir, viajaron a Berlín donde, desoyendo las advertencias de los escritores locales, decidieron pintar en el lado más visible del muro. “¡En ese momento, el muro más famoso del mundo! La Muralla China y el muro de Berlín. La Muralla China nos queda un poco lejos, pero pintar en el muro de Berlín fue un recuerdo que tengo muy marcado en mi trayectoria”, recuerda Pez entre risas.
Con los años, Pez se fue profesionalizando y llevó su arte más allá del Casc Antic, exponiendo en ciudades como París, Ámsterdam, Londres, Berlín, Viena, Oslo, Nueva York, Miami, Los Ángeles, Houston, Chicago, Tokio, Hong Kong, Bogotá, Dubái, entre otras. Aunque vive en Colombia desde hace 15 años, Pez sigue muy en contacto con Barcelona. “Vengo cada año cuando los niños tienen vacaciones. Tengo un hijo de 14 y otro de 10. Siempre hay algún proyectito, algún mural, alguna exposición, viajes por Europa…”.
Pese a su conexión con la ciudad, se muestra crítico con la evolución de la escena local del graffiti: “La veo bastante degradada. Sobre todo por la escasez de sitios donde pintar… y ahora, al hacer muros libres, significa que todo el mundo puede pintar y ya no hay un código de respeto como antes. Existía un código de respeto tácito que garantizaba la longevidad de cada obra. Venían, por ejemplo, Can2, y las obras se respetaban mucho tiempo”. Añade: “Hay muchísimo bombing, muchísimos tags, pero veo muy pocas cosas originales. No hay nada que me sorprenda”, se lamenta.
Sin dejar de lado sus raíces en el graffiti, Pez ha explorado otros medios, como los toys, colaborando con la compañía UVD Toys, con la que lanzó su “Walking Fish”. “Al principio fue un reto llevar mi arte a otros formatos, pero también era como un sueño. Los toys, por ejemplo; de pequeño coleccionabas figuritas, los Playmobil, Madelman, Hitman, y claro, tener la figurita del personaje que has creado, eso siempre fue un sueño. Cuando ves las posibilidades y cómo se abren nuevos campos, y ves a otros compañeros que lo están haciendo, pues te interesas, y al final, bueno, la perseverancia te lleva a lugares donde nunca habrías pensado al principio”.
Pez sabe que es un “culo inquieto”, y eso se refleja en su actividad artística. “Soy una persona muy inquieta, que siempre ha tratado de buscar cosas originales, frescas, nuevas, e ir innovando de alguna manera dentro de mi campo. De la pintura he pasado a la escultura y he comenzado a trabajar con otras tecnologías como la realidad aumentada y el videomapping, que le dan amplitud a mi obra”.
Trabajar con marcas de moda, como Adidas, Reebok, o Ecko, o con toys, afirma, es también una manera de inmortalizar su obra. “En la calle estamos expuestos a todo lo que pueda pasar: que te borren el muro, que venga otro grafitero y te lo tape, que tumben el edificio… Es una manera de difundir mi obra por otros canales y que mi obra viaje por otras partes del mundo. Cuando hice mi primera camiseta lo veía como un graffiti andante”.
Su arte también ha sido documentado en producciones como Exit Through the Gift Shop. Y más recientemente ha sido el protagonista de su propio documental, 25 Years Playing This Game, estrenado este año. “Con un amigo en Colombia empecé a preparar este documental para profundizar un poco más en mis pensamientos, en mi día a día, mostrar otra cara y para que la gente pudiera entender cuál es el personaje que está detrás de mi obra”.
“Graffiti, juguetes, audiovisuales… Pez no para de experimentar. ¿Qué nuevas aventuras tiene preparadas?”, le preguntamos. “Desde que creé mi personaje en 3D, quiero llevarlo más allá. Estoy preparando unas esculturas a gran escala para finales de año”, nos adelanta. Además, pronto participará en el festival Big Walls Big Dreams, que se celebra del 14 al 30 de septiembre en Houston.
Entre todos estos frentes, Pez ha sacado tiempo para trabajar en la exposición que se inauguró el pasado viernes, día 30. En la galería Base Elements del Gòtic, donde empezó todo, con música en vivo a cargo de DJ Huex. La muestra, nos cuenta, “reúne pinturas hechas con acrílico, otras hechas con spray, una de mis últimas esculturas y una instalación”. Es una manera para él de celebrar sus 25 años de trayectoria en Barcelona entre amigos. Y una oportunidad para el público de sumergirse en el universo creativo del Pez más sonriente de la ciudad.