Vamos a empezar por lo malo. El Congreso es pretenciosa hasta la nausea y tiene una narrativa inconexa y lastrada por un exceso de ambición. Pero es tan distinta, tan especial, tan marciana y tan sumamente original que no existen argumentos de peso para decirle a alguien que no debe ir a verla, más bien al contrario. El Congreso es una peli que hay que ver, si produce gusto o rechazo la experiencia de su visionado depende de cada uno, pero en una época donde las series han desbancado al celuloide en cuanto a innovación, imaginación, y creatividad, creo que cualquier film que intente romper con la baraja y alejarse de la autocomplacencia reinante es siempre recomendable.
El Congreso es una película franco-israelí dirigida por Ari Folman, que adapta la novela El Congreso de futurología (Kongres futurologiczny) de Stanislaw Lem. La trama relata la historia de Robin Wright (que se interpreta a sí misma en un ego trip de los que hacen época), una veterana actriz con una inestable y poco fiable reputación, la cual recibe una oferta de Miramount Studios (acrónimo de Miramax y Paramount Studios). Esta oferta consiste en un contrato según el cual los estudios podrán explorar su cuerpo digitalmente para generar películas protagonizadas por ella usando tan sólo caracteres generados por ordenador. A cambio, Robin recibirá una importante suma de dinero y la promesa de que su personaje digital se mantendrá eternamente joven en todas las películas en las que aparezca. La cosa va más allá, pero mejor no desvelarlo.
De semejante argumento arranca una película inteligentemente planteada, con una protagonista que enamora a la cámara y da cierta credibilidad a una historia tan imposible que pretende condenar la sociedad de hoy en día más que la sobreexplotación a la que somete la industria del entretenimiento a sus grandes estrellas. La obsesión por ser otra persona, nuestro descenso irremediable a los infiernos de la irrealidad son realmente el trasfondo de esta poderosa cinta desposeída de parte de su potencial por culpa de una caótica estructura. Pero dicho esto, es una peli valiente, muy valiente, y aunque se antoja caprichosa por momentos tiene momentos bellos, memorables y únicos. A destacar la batalla interpretativa con Harvey Keitel, y los “cameos” de rostros conocidos de Hollywood en el capítulo de dibujos animados del film. El Congreso es una rareza completa, y en esta era de homogeneidad cultural las obras diferentes deben ser visionadas y aplaudidas.
El Congreso se estrena en cines este viernes, 29 de agosto
28 de agosto de 2014 a las 23:47
Desde que lei israelí… se acabo todo. Sorry. bye