Hablamos con Eduardo Balanza, uno de los artistas más revolucionarios del panorama actual y descubrimos sus inspiraciones y obsesiones
El arte a veces es difícil de detectar en según que personas, pero cuando artista de verdad se planta delante tuyo y te mira, puedes entender perfectamente de qué va esto. Esto es lo que me sucedió con Eduardo Balanza (Murcia, 1971). Su actitud políticamente incorrecta, su look de dandi mezclado con el aire de su Murcia natal y una voz enigmática son lo primero que observas. A los pocos minutos de charlar con él, acerca de temas tan triviales como el café o el look decadente de un hotel, caes en la cuenta de que no es una persona común. Es un artista. Esa especie en peligro de distinción hoy en día. Porque actualmente, por desgracia, todo vale.
La obra de Eduardo Balanza se mueve entre sus pasiones, el pasado, la luz y la oscuridad. Entre sus piezas encontramos guiños a décadas pasadas, a realidades sórdidas y llenas de neones, a las vanguardias…pero todo con un aroma a futuro y a cambio. Y por supuesto, esta entrevista es un nueva pieza de su gran imaginario artístico.
Eduardo Balanza: “Creo que el sonido me interesaba tanto como el baloncesto”
¿Cómo comenzó tu relación con el arte y cómo decidiste que ibas a ser artista?
Nací en una Pastelería, Bonache, en Murcia, así que he crecido viendo cocinar y podría afirmar rotundamente que mi relación con la plasticidad visual comienza en un obrador, viendo trabajar a personas elaborar alimentos. Montañas de harina se amasaban mezclándose con agua, después se manipulaban, cambiaban de forma y se horneaban para salir por la boca de un horno de leña que a mí siempre me pareció un misterio.
La transformación de ingredientes en cosas comestibles y deliciosas absorbió cientos de horas de mi vida. No creo que le haya dedicado más tiempo a la televisión que a estar con Antonio, Ventura, José María o Pepe viéndolos trabajar. Era hipnótico, verlos trabajar era asistir a una metamorfosis, cada mañana y cada tarde, además tenían una lengua viperina, así que en una sola sesión aprendías cocina y filosofía de tabernera, la mejor.
Creo que la radio me influyó también, creo que demasiado. La Grundig gris plata de mi madre en la que escuchaba Radio Clásica a medio día y Radio Exterior por la mañana temprano… Mis hermanas mayores me invitaban a su estudio reservado y escuchaba todos sus discos.
Creo que el sonido me interesaba tanto como el baloncesto.
Luego debió haber algo genético, mi familia materna estaba nutrida de pianistas, incluida ella. Y claro, la leyenda familiar: el organista de La Catedral y compositor Don Julián Calvo. He crecido con el hilo musical del radio clásica y el olor de los pasteles en una ciudad como Murcia Hercegovina, un lugar feroz y subdesarrollado. La ciudad era una lugar de grandes contrastes que por ejemplo mantenía un curioso equilibrio con el medio ambiente y el paisaje, mientras aniquilaba su patrimonio arquitectónico y urbano. Ahora queda muy poco de los dos.
Vemos que la mayor parte de tus obras se centran en la música y en especial en los aparatos de reproducción y formatos vintage ¿a qué se debe?
La música me parece un punto de partida muy sólido desde el que lanzar investigaciones que no sólo abarcan tecnología analógica obsoleta, industria del entretenimiento o espacios temporales que han podido servir para ambientar la música, como los clubes. La música forjó algo profundo dentro de mí y desde ese lugar he trabajado y trabajo, como puedo, tocando aspectos de la sociedad contemporánea variados: identidad, consumo, sonido, feminismo, violencia, ecología, política, medios de comunicación, entretenimiento…También investigo y trabajo con la violencia y la guerra, tecnología armamentística y arquitectura post bélica. He construido armamento, armamento de cartón. Tanques, armas, cañones y helicópteros a escala real.
Eduardo Balanza: “La música es un refugio seguro”
Mi último proyecto en Noruega versaba sobre la construcción de un órgano inspirado en los cañones de medio alcance que diese voz a las ballenas, a los bosques, la mar. Con la ayuda de un músico, La Josephine desarrollé una instalación horizontal de varias docenas de tubos blancos que materializaban ese órgano, un bosque petrificado que se iluminaba con un juego de luces cambiantes. Compusimos dos piezas de 20 minutos, con el cambio climático como partitura, y una instalación. La pieza, producida por el ICA de Murcia y el soporte de una residencia Spriten, se presentó en el festival Høst Punkt, un festival escandinavo que aboga y lucha por abrir un debate sobre estos temas; ecología, sostenibilidad, resistencia.
Aunque sí, siempre regreso a la música, al sonido, o a la ausencia de todo eso: el silencio.
Los instrumentos están inanimados y muertos, es la actividad humana la que les da vida, parece obvio, pero al representarlos en papel y en cartón, al materializarlos resucitas su muerte y no sus posibilidades acústicas. Cartón, un material que viene en muchas de mis piezas de la basura y a ella regresan. Ese ciclo me gusta. No hay intermediarios, gastos elevados ni contaminación.
¿Qué importancia tiene la música en tu vida?
Me interesa la música por su horizontalidad y capacidad de llegar a todas las clases sociales, religiones y grupos, sin diferenciar por sexos ni razas. La música es un arma poderosa que ha transformado o se ha ido transformado a lo largo del tiempo. Ese libro fabuloso de Alex Ross, “El Ruido Eterno” lo explica y asocia bien. Los cambios sociales han impulsado el lenguaje musical y el lenguaje musical a impulsado de nuevo los cambios… El horror y el silencio, la angustia humana y las fugas colectivas hacia una luz segura. La música es un refugio seguro.
Eduardo Balanza: “La búsqueda de la felicidad se ha convertido en la felicidad en sí misma”
Hoy la industria musical ha desinfectado el contenido político de la música y de algún modo, ha desafilado su capacidad de transformación, pero esto es sólo un espejismo temporal y volverán a surgir nuevos estilos que impulsarán cambios sociales que no podemos ni imaginar. Al poder le asusta el conocimiento fuera de control, los radicales siempre cercenan el sonido.
Baste con ver el miedo que les inspira por ejemplo a gente tan dura como los talibanes, la prohibieron nada más entrar en Kabul. En España, hoy raperos y músicos van a la cárcel por decir lo que piensan.
La música sirve para muchos y variados propósitos. Se instrumentaliza y emplea para adecuarla a cada estadio. El descontento es vigorosamente cultivado en la sociedad y su oposición es el acontecimiento “fugaz divertido”, cada estímulo está calculado para anular el descontento y ganar dinero. Una de las fuerzas fundamentales en la sociedad moderna es luchar contra el aburrimiento… La música es un instrumento de dominación sutil. La búsqueda de la felicidad se ha convertido en la felicidad en si misma y con ello, una industria muy sofisticada capaz de inhabilitar cualquier crítica productiva. Desde las marcas a los artistas.
Eduardo Balanza: “Hoy la industria musical ha desinfectado el contenido político de la música y de algún modo, ha desafilado su capacidad de transformación, pero esto es sólo un espejismo temporal y volverán a surgir nuevos estilos que impulsarán cambios sociales que no podemos ni imaginar”
Aparte de realizar piezas escultóricas ¿en qué otros soportes te mueves?
No estudié Bellas Artes y tengo una formación collage, trabajo en más disciplinas con los mismos objetivos declarados.
He trabajado en publicidad y desarrollado decorados para teatro y cine. El cine lo abandoné, pero sigo haciendo fotografías y trabajando en el teatro. He trabajado en Berlín durante algunos años en la interpretación brutal y fabulosa saga que Vegar Vinge e Ida Müller hicieron de las piezas teatrales de Henrik Ibsen. Comencé trabajando en la parte de decorados pero terminé de actor en montajes como el Pato Salvaje, Gabriel Borkman, y 12 Spartenhaus
La perfomance es otro de los campos que trabajas ¿en qué consisten estas particulares puestas en escena de speak que realizas?
Radio performance y playbacks. Me interesa especialmente la radio. Desde pequeño me pareció algo así como un territorio basto e intangible. Es la radio emisora más corta de la historia, llega solo a aquellos que se acerquen a escucharla y en ella mezclo radio dj´s, duro directo, entrevistas, temas escogidos, preguntas. Lo hago en vías publicas, festivales, instituciones. Es un directo poderoso con un tema sobre el que desarrollar el contenido, suelen tener una aceptación enorme.
La luz es también uno de las grandes protagonistas de tus creaciones ¿Por qué?
Siempre me ha interesado la luz. La parte científica del espectro visible.
La luz eléctrica es una herramienta de trabajo que me permite profundizar en mis esculturas e instalaciones. Las radiocasetes que he construido son los tótems que empleaba en la adolescencia y me permitieron el acceso gratuito al conocimiento musical. Mis esculturas con luz son estudios sobre esa adolescencia, versan sobre mi relación con las cintas de casete y las radios de las que grababa cientos de cosas: una suerte de democracia cultural.
Las cintas de cassette eran archivos portátiles reutilizables, que nos permitían intercambiar conocimiento, grabar y aprender. He incorporado la luz a esas esculturas para dotarlas de un alcance mayor, creando una relación abstracta entre el sonido, el color y la luz.
¿Cómo se forjó esa relación de compañerismo y casi hermanamiento con el colectivo artístico Nave Oporto, con los cuáles participaste en Untitled Party, la fiesta del arte celebrada junto con NEO2 en ME Madrid?
A través de Sonia Navarro y Fod, nos conocemos desde hace años, me invitaron a hacer una Radio performance en Art Banchel 17 y desde ese momento me sentí mucho más unido a ellos. Compartimos comidas, ideas, intereses. Es un estudio abierto al público y a los compañeros del gremio. Por Oporto ha desfilado media ciudad… Creo que me he instalado en Madrid gracias a ellos.
¿Qué proyectos tienes en mente? ¿Nos puedes adelantar algo en primicia?
Si, tengo un proyecto apoyado por la Fundación BBVA. Tuve la suerte de obtener la Beca Leonardo 17-18 y estoy desarrollando un instrumento. Se trata de un instrumento, inspirado en los órganos barrocos que combina data air, sonido digital y el analógico. El trabajo se ha materializado en una pieza oscura e inquietante de 3 metros por 2.50 con ventanas, luces y tubos. El instrumento toma la materia prima de los órganos barrocos, el aire y lo que hemos hecho es conectarnos a satélites meteorológicos como Aemet, para convertir esos datos en una partitura midi y de ahí le hemos dado a esos parámetros valores sonoros. El resultado es impresionante. Ahora estamos empezando a probar la parte acústica y vamos lentos, tengo un equipo, un programador, un ingeniero de sonido, un asistente de construcción, un pianista…
¿Dónde podremos encontrar a Eduardo Balanza en los próximos meses ?
En Madrid y en Oslo.
Para más información sobre Eduardo Balanza, consulta la web del artista.