Los rostros desechos de Grip Face.
La pareidolia es el fenómeno por el cual los seres humanos somos capaces de ver caras donde no las hay. Es decir, lo que hace que cuando vemos un coche de frente inmediatamente pensemos que los faros son los ojos, el radiador la boca y la insignia de la marca la nariz. O cuando vemos una casa no dudemos en identificar las ventanas con un par de ojos bien abiertos y la puerta con las fauces, como si de un gran monstruo se tratara. Vemos caras por todos los lados y no lo podemos evitar. De hecho, los estudios revelan que es síntoma del buen funcionamiento de nuestro cerebro.
Precisamente de caras va la primera expo individual en Barcelona (y quinta en su palmarés) de Grip Face (Palma de Mallorca, 1988), de sugerente nombre “Descompuesto en un presente incierto”. En esta muestra, el artista mallorquín recoge en obras de pequeño formato los rostros que ha ido plasmando a lo largo de su carrera en la vía pública. Pero no se trata de rostros normales. Con un marcado carácter surrealista y pop, las caras de Grip Face aparecen descompuestas, cual mueble por piezas que se desmonta una por una, indagando en el modo en que ojos, nariz y boca se unen para dar lugar a distintos personajes. El soporte no se deja al azar, ya que en las paredes se sustituyen en este caso por elementos de packaging publicitario: “Envoltorios de productos alimenticios tiernos, sabrosos, a la vez que terapéuticamente perversos que soportan primeros planos de personajes que han vivido lo suyo. Rostros grotescos que esperan recibir en sus caras merecidas tartas como penitencia a aquello que no ha ido como ellos esperaban”, como dice Jordi Pallarés en el texto que acompaña la expo.
“Descompuesto en un presente incierto” se puede visitar en Miscelanea Gallery, en Barcelona, del 18 de noviembre al 13 de diciembre.