Sí. En Logroño existen más calles aparte de la calle Laurel (“Dios Santo Bendito -manos a la cabeza-, ¡de qué habla esta chica!”). Suena raro, ¿no? Pues es verdad. Te lo prometo. Hacer el ‘check’ de rigor durante tu visita está permitido, pernoctar en esa calle todo el fin de semana no. Te lo dice alguien de allí: existen bares tremendos que quedan fuera de la Senda de los Elefantes y probarlos es innegociable. Aquí va nuestra guía de pinchos por Logroño sin pisar la calle Laurel.
El ritual se repite más que las elecciones: ‘¿Has estado en Logroño?’, ‘¡Hombre, por supuesto que sí! ¡En la Laurel!’. Claro, cómo no. La calle más famosa de la capital riojana siendo más famosa que la capital riojana. También llamada ‘La Senda de los Elefantes’, porque puedes recorrer sus 60 bares tomando un vinito en cada uno y salir -si sales- con trompa y a cuatro patas.
Entiendo el furor, y es que pasan los años y continúa fascinando al de fuera y sacudiendo de morriña a los que ya no vivimos ahí. Mucho se habla del donostiarra style y de sus kilométricas barras, y muy poco de bares que despachan buenos pinchos hechos al momento (ahí en tu face) a palé. Una técnica digna de estudio donde un local triunfa solo (enfatizamos la palabra ‘solo’) con un pincho y sobrevive 60 años sin servir otra cosa. Qué maravilla elevar una tapa a icono absoluto de un ‘bareto’ (pero además ‘bareto’). Algo que no suele ocurrir a gran escala, o al menos no como en Logroño, y que diferencia a la Laurel del resto de calles de ‘pintxopoteo’ de España.
Como con todo, tiene sus pros y sus contras. Moverse dentro de una ‘lata de sardinas’ luchando por llegar a la barra no mola. Se come bien, es evidente. Pero no puedo evitar cortocircuitar cada vez que alguien de fuera la funde en un reguero de halagos solo a ella. Porque el resto de la ciudad esconde Bares Adictivos, así, con Mayúsculas. Calles, rincones y pinchos fuera del ángulo de visión del turista que merecen no una, sino varias visitas. Te los resumo en 9 (y hay un bonus track para el que aguante hasta el final).
1) Barrio Bar: vermú y mancharse las manos / Imagen superior
Lleva pocos años abierto y ya es droga vermutera para varios squads logroñeses. Vermú te dan, claro, del hecho en casa. Normal o reserva. No importa. Lo que nos atrae de este sitio es lo bien que ejecutan y lo despreocupado que parece todo. Rubén y Maite abrieron Barrio Bar para ofrecer tapeo fusión de alma castiza, de esa que se te mete dentro y no se va. Te atrapa implacable en el aperitivo, la comida, de tardeo o a última hora del día. ¿Lo mejor? Su taco cochinita (con picante opcional) jugoso y con mucho sabor. Lo demás también merece: gildas, tortilla de patata, bocata de calamares o el hummus (cualquiera de ellos). Como acompañamiento lo mismo te presentan un libro que te venden entradas para un concierto. Incluso se han ‘liao’ a pinchos montados en su foodtruck ‘BarrioVan’ en el Muwi Festival (celebrado en los viñedos de las Bodegas Franco-Españolas cada agosto -yo que tú lo miraba ya-). Aquí viene uno a mancharse las manos y el ego se deja en la puerta. Que son gente de toda la vida: majos, rápidos y con carteles de conciertos pegados a la pared. Un local que no ‘pretende ser’, sino que ‘es’. Y nada más.
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Calle Menéndez Pelayo, 10
Tlf. 941 57 01 62
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2) Serenella: ¿la mejor tortilla de Logroño? La mejor tortilla de Logroño. / Imagen superior
El antiguo ‘altar’ de la tortilla de patata en Logroño se gestaba en la Travesía de San Juan. Despedían decenas de pinchos por una pequeña ventanilla que delataba a dos cocineras fuera de control. Ganaron varios premios y, con los años, un par de cierres. Aún no sabemos si murió de éxito, de fracaso o de jubilación. Pero quedan coletazos: un hostelero cogió el testigo y siguió con la tradición, aunque sin la locura que desataba su antecesor. Con los años, y para contrarrestar la pérdida, recuperamos las visitas al Serenella. Un local (junto al Barrio Bar) muy ‘de toda la vida’ y transitado por clientes de siempre. Como su tortilla de patata, que lleva décadas siendo de lo mejor del barrio. Jugosa y bien líquida, pero sin desmoronarse a lo Betanzos. Con trozos de patata grandes y consistentes. Saborazo, vicio y, si se quiere, un cuenco de picante y a untarla bien. Que aquí en Logroño es lo que se hace.
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Calle Menéndez Pelayo, 6
Tlf. 941 26 26 65
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3) El Tirador: brasas y nada más (ni falta que hace) / Imagen superior
Sigamos con nuestra guía de pinchos por Logroño sin pisar la calle Laurel… Que lo del bar Tirador y sus setas a la brasa (solo entre semana) es otro rollo, lo saben hasta en Oyón. Y es que una vez las pruebas no quieres otras. ¿Qué les hacen? Por increíble que parezca… nada. Solo buen producto, el punto de sal justo y un ‘vuelta y vuelta’. Si te entra la pájara y quieres probar algo más dale a su salchichón y chorizo a la brasa, o pide su pincho VIP (que le dicen ellos): 2 huevos de codorniz con cebolla y boquerón. Tienen 4 cosas, las 4 buenas. Un local que era de los padres de Julio Ruiz, quien lleva 47 años detrás de esa barra ofreciendo lo mismo que cuando era solo un niño. Familia de San Asensio, así que los vinos de su pueblo aquí no faltan jamás. Pequeños productores y materia prima muy bien elegida.
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Calle Somosierra, 21
Tlf. 941 24 40 39
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4) Bar Perejil: Las Bravas de María Teresa Gil de Gárate / Imagen superior
(Parón obligatorio para ponerte en contexto)
Maria Teresa Gil de Gárate. Quédate con ese nombre porque lo vas a necesitar. Hace 15 años si venías de farra a las 4 de la madrugada no pasabas por ahí ni de broma. Era oscura y turbia como pocas. Pero su proyecto de obra peatonal cayó del cielo y su suerte cambió a golpe de terrazas. Se empezaron a multar coches y a estrenar bares. Con los años llegó Félix Jiménez, levantó Kiro Sushi y recibió su primera Estrella Michelín. La veda se abrió y le siguieron La Carbonera, el Odisea o el restaurante de Juan Carlos Ferrando, una casa de comidas con cocina riojana actualizada. Hacía años que la calle tenía ambientazo, pero estas aperturas provocaron la explosión final.
(Seguimos)
El resto de negocios de la calle, como era de esperar, se lanzaron con un lavado de cara. Aquí entra el Bar Perejil. Un modesto negocio de toda la vida justo al otro lado de Maria Teresa (donde también hay locales aunque no tan conocidos) que se reformó y empezó a llamar la atención no solo de la clientela habitual, sino de otra nueva. Su barra tiene unos cuantos pinchos, pero lo que nunca defrauda es su ración de bravas. Cero aceitosas y cero rancias, solo unas sencillas bravas jugosas, crujientes y perfectas. A ratos pican que da gusto, pero lo justo: genial para relajarlas con un buen trago. No te olvides de rebañar el pan.
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Calle María Teresa Gil de Gárate, 46
Tlf. 941 70 23 41
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5) La Carbonera: croquetas con ganas. Otro lugar de nuestra guía de pinchos por Logroño sin pisar la calle Laurel. / Imagen superior
A un pintxo tan castizo y manido hay que echarle ganas o no hacerlo, porque el resultado puede ser catastrófico. Por suerte eso no ocurre en La Carbonera. Un restaurante que empezó pisando fuerte con buena carne en carta, y que enganchó definitivamente a la hora del vermú con un picoteo sencillo y lleno de sabor. A su porche (o a su terraza cuando hay sitio) viene uno a probar las croquetas de jamón, la panceta a la brasa o esa tortilla individual (bien líquida) que parece francesa hasta que descubres la patata. Para acompañar pídele a Juan que te recomiende. Este conocido sumiller de Logroño ha elegido genial la carta de vinos. Si eres más de vermú, también lo preparan fresco y perfecto con su aceituna y su naranja.
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Calle María Teresa Gil de Gárate, 18
Tlf. 941 70 01 25
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6) Vinos y licores Hermanos Murillo: La Rioja más visceral en 8 metros cuadrados / Imagen superior
Pocas cosas hay tan riojanas en Logroño como el bar de los Hermanos Murillo. La Bodeguilla para los de casa. Este pequeño local-tienda familiar ha sido regentado durante décadas por 2 hermanos (hijos del antiguo dueño) a los que les pierde animar el cotarro. Aquí vas a abrirte paso entre cajas de vino y clientes sexagenarios a fin de tomarte una copa. Se respira lo castizo y, como no podía ser de otra forma, huele a vino que mata (cosa que nos encanta). Para comer dale a su bocatita de boquerón con guindilla, al de bacalao con aceite o a las gildas. Una de las favoritas: cebolla morada, boquerón y aceitunas. Puedes engrasar con un Tobelos, un Cuvée de la Sierra de Cantabria, un Tobía (por ejemplo Luz de Luna, rosadito) o un garnacha Montaña (Finca la Claudia). ¿Que te gusta? Te llevas un caja de botellas y arreglado. ¿Que prefieres ‘vermutazo’? Martínez Lacuesta, Petroni o el casero, entre otros. Ojo a este último si quieres volver a casa.
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Avda. República Argentina, 26
Tlf. 941 24 25 82
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7) Odisea: dos de packaging, por favor / Imagen superior
Logroño rebosa joyas castizas entre sus calles. De pura cepa, que diríamos allí. Odisea no entra en ese grupo, pero desde que subió la verja ha sido un chute de aire fresco para Logroño. Nos ha hecho creer (al menos lo que dura un vermú) que éramos una ciudad grande. Y es que esto no es un bar al uso: es un espacio de encuentro, un ‘lugar en el que pasan cosas’. Para empezar, el diseño lo inunda todo. La idea era crear un concepto multidisciplinar que recogiera la trayectoria de sus dos socios (David Da Cruz – diseñador de interiores de Durango- y Susana Miranda -marketing, rrpp y comunicación de eventos-). Venden arte y decoración, organizan eventos gastro-culturales y te ponen en la barra unas conservas que no solo son bonitas (tienen entre 95 y 100 latas con un packaging delicioso), sino que están de muerte. Las hay españolas, portuguesas y francesas. Tienes caballa, bacalao, atún (en salsa mexicana, frijoles y maíz -prohibitivo- o con manzana y canela), mejillones, berberechos, navajas y hasta 15 tipos de sardinas diferentes (con curry, con limón, con picante en escabeche…). No se olvidan de la Tapa Odisea, elaborada en una base de patata frita de alto Soria a la que añaden mejillones en escabeche, aceitunas manzanillas y aceitunas de Aragón, y todo regado en salsa de Espinaler. Aún no hay terraza, pero ya estamos frotándonos las manos para la primavera.
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Calle María Teresa Gil de Gárate, 15
Tlf. 666 45 11 93
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8) Ajo Negro: México y Logroño, de tonteo / Imagen superior
En marzo de 2018 abre Ajo Negro y empieza a hacer bocas agua a golpe de fusión riojana-mexicana-mediterránea. No hace falta ni decirlo, pero voy a hacerlo: suena a lío y apesta a pretensión. ¿La realidad? Está bastante (bastante) bueno. ‘Bueno’ nivel ‘tienes que probarlo sí o sí’. Gente joven apostando por un concepto más modernete, donde no faltan buenos platos, buen servicio y buenos vinos. Delicioso para comer sentado, en condiciones, pero si te apetece probar algo de su propuesta sin enzarzarte con la carta de principales atájale a sus pinchos de barra. Destilan furor las bravas caseras con espuma de ali-oli sofrito picante y pimentón de La Vera, pero también son deliciosos el bao de costilla ibérica pibil, la quesadilla de tinga, el karubi de wagyu o su mini burger thai, que hacen de salchichón duroc con papada ibérica. Si no te atreves no sufras: hay cecina y pan de cristal.
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Calle Hermanos Moroy, 1
Tlf. 941 54 51 41
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9) La Guarida: el triunfo demoledor de lo simple / Imagen superior
Parece que estemos de camino a la Laurel… pero no, vamos a la zona de San Juan. Que viene siendo casi lo mismo. Está igual de buena, pero es más barata (a ratos) y es donde se deja caer la gente de Logroño. Nos plantamos en la calle Muro del Carmen y ahí asoma nuestro objetivo: La Guarida. Un local que no ha conservado ni el dueño ni el nombre de antaño (Bar Alejandro), pero sí las tapas. Lo mejor que vas a tragar aquí es el bocatita de bacalao (pídelo con picante, que está de muerte -y aún no ha matado a nadie-), el de queso con anchoa, el de sardina con guindilla o su queso Almagrote. Una oferta sencilla que no va más allá de los 4 bocados. Ojo a la austeridad del bar, que rompe de cuajo con un pequeño rincón-altar formado por muñecos y objetos rarunos del primer dueño. Pídete un crianza o un vermut, pero ten en cuenta que presumen de tirar ‘las mejores cañas de la ciudad’. Ah, y fíjate bien en el cartel de ‘Hay caldo a 50 pesetas’. Dejan pagar en euros, pero también aceptan antigua moneda. Una delicia anti-moderneo que merece todas las visitas posibles.
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Calle Muro del Carmen, 8
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Bonus Track) El Soldado de Tudelilla: el bonus track en la manga de nuestra guía de pinchos por Logroño / Imagen superior
Sí, el objetivo de este artículo era dar a conocer buenos templos ‘jaraneros’ fuera del circuito Laurel. Pero como sabemos que vas a ir igual, te recomendamos uno de los mejores. Este bonus track se llama ‘El Soldado de Tudelilla’ y lleva décadas peleando por seguir con la tradición de beber el vino en porrón. Su antiguo dueño, Manolo García Nájera, lo petó en los 80 con el que sigue siendo uno de los pinchos más emblemáticos de Logroño: el bocatita de sardina y guindilla. Ahora lo llevan otros, pero no defraudan. Además de sus clásicos también sirven plato del día (prueba su ensalada -sí, su ensalada- porque es lo más). Los vinos aquí siempre un lujo. ¿Y su ambiente? De pura cepa.
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Calle San Agustín, 33
Tlf. 941 13 90 68
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Fotografías: Beatríz Jarauta
Si tienes alguna recomendación para esta guía de pinchos por Logroño sin pisar la calle Laurel déjanos tus sugerencias en comentarios ;)
23 de junio de 2021 a las 21:05
El bar Gil se subió a la parra con los precios y el mal servicio hace mucho. Curiosamente el comentario lo hace alguien con el mismo nombre que el dueño del local. ¡Que casualidad!
9 de agosto de 2020 a las 19:50
Hola fantástico reportaje
Totalmente de acuerdo con todos estos bares comentados
Peros recomiendo no de orejita a la plancha .La Taberna de Baco
Leva abierto seis años este agosto
y era muy difícil hacerte un hueco
en la Zona Laurel
estamos San Agustín 10
Os invitamos a que probéis nuestra cocina casera
Ni que decir tiene que nuestra orejita al plancha(en pincho,ración o con dos huevos fritos) es la estrella
Os invitamos a conocernos
muchas gracias
4 de febrero de 2020 a las 16:35
Totalmente de acuerdo,tenemos que dar a conocer otras zonas de nuestra maravillosa ciudad.
Si se me permite, una aclaración. El establecimiento de la Trav. De San Juan, ya desaparecido porque el dueño falleció, no se reubicó en ningún otro lugar, qué un empleado del citado establecimiento el que antes del cierre de éste, abrió una serie de bares por el entorno de esa calle,diciendo que era el mismisimo “MERE”. Una pena!! copia de la receta, pero pésima gestión. Supongo que el tiempo pone a cada uno en en el lugar que le corresponde!!
1 de febrero de 2020 a las 10:52
Tenéis que pasar por LA BOHEME en parque santa juliana 10. Tenéis que probar sus champiñones incomparables y sus callos!!!
31 de enero de 2020 a las 23:12
Estupendo reportaje, demuestra que
‘No solo de Lauel vive el hombre”.
Por si hubiera una segunda edición acordaros, en la zona Somosierra-M. Teresa Gil de Garate, de los siguientes establecimientos:
Sonosierra, La Frasca, Los Fogones del Sidney, Beitia pimchos&tapas, Las Nubes, Sidney y Neska.
Realmente merece la pena, os sorprenderán.
31 de enero de 2020 a las 17:06
Estupendo reportaje, conviene mostrar que no solo de Calle Laurel vive el hombre.
Solo un comentario, para la segunda parte, si hubiera, acordaros de visitar, en la zona Somosierra-M.Teresa Gil de Garate, de los siguientes establecimientos:
Somosierra, La Tapa, Los Fogones del Sidney, Beitia pinchos&tapas, Las Nubes, Neska y Sidney.
Seguro que os sorprenderá
31 de enero de 2020 a las 11:16
Muchas gracias Daniel y Diego por vuestras sugerencias!!!
30 de enero de 2020 a las 17:29
Para sardinas con guindilla, el BAR GIL en república Argentina 21, lleva desde 1939 preparando ese maravilloso y suculento pincho sin olvidarnos de sus matrimonios y de su bacalao con aceitito picante todo regado con vinos de la tierra y extranjeros.
30 de enero de 2020 a las 0:55
Tenéis que pasar por La Fragua en Ingeniero la Cierva 8. Descubrir este local es todo un acierto. Va de brochetas recién hechas a la parrilla y de Tostas variadas gratinadas al momento. La calidad supera el precio con creces. Esperemos que lleguen para quedarse.