CUANDO LAS SOMBRAS ILUMINAN EL CAMINO
Con su primer disco, Crystal Castles habían conseguido que todo el mundo tomara posiciones. Unos en un lado, a favor, y enfrente, la otra mitad, en contra. Los primeros, defendían que ese disco era el futuro del pop electrónico. Para los otros, aquel trabajo no tenía ni pies ni cabeza. Como muestra valga que mientras “Crystal Castles” les puso en órbita, Ethan Kath, el cincuenta por cierto del grupo, asegura que “en todos los sitios nos odian igual”. Ahora parece que, después de tener ordenadas las líneas, han querido confundir al personal y obligarles a romper la formación. Así, “II” parece un catálogo de tendencias de música electrónica, como si pretendieran que aquellos que les “odian” tengan que hacer alguna concesión y que los que les adoran experimenten algún sentimiento encontrado. La máxima es no dejar a nadie indiferente. El disco empieza con distorsiones a lo Fuck Buttons, “Celestica” les acerca a Goldfrapp, Vitalic se aparecen en “Baptism”… Quizá hoy sea muy pronto para decidir si tanta heterodoxia es producto de la incertidumbre o del virtuosismo. En cualquier caso, Kath simplifica las cosas: ”No veo que el disco sea una cuestión de ruido contra pop. Todo lo que oigo es un sentimiento sombrío de casi una hora”. Aunque luego recurre a un extraño argumento para justificar la influencia ochentera de “Year of Silence”: “Es una canción opuesta al pop. Cuando la escribí me imaginaba oyéndola en algún cutre club gótico”. Pero “II” no es un disco sombrío. Más bien suena como un trabajo extrañamente maduro, reflejo de un talento que quizá ni ellos crean tener, una obra que va más allá de las intenciones de sus autores. Y cuando eso ocurre, es que algo grande está sucediendo.