Cóncavo

Una reflexión en torno al territorio, el origen y la pertenencia.

Pocas veces nos detenemos a pensar en lo valioso que resulta el suelo sobre el que caminamos en nuestros hogares. Al fin y al cabo, no deja de ser la manera en la que poseemos una parte del mundo. Poseer una casa es la manera de reafirmar nuestra presencia en la Tierra. Pero este concepto de posesión ha variado con el desarrollo de las civilizaciones.

La artista María García Ibáñez (Madrid, 1978) ha desarrollado su línea de trabajo en torno al territorio, el origen y la pertenencia. En proyectos anteriores la artista toma como punto de partida lo que considera la unidad mínima de una posible vivienda nómada, de “posesión” de la tierra, reducida al máximo, a la propia escala humana y se sirve para ello de la figura del petate centroamericano, una alfombra de palma tejida que se pliega en sí misma, se enrolla y se usa para protegerse de la inclemencia del suelo, para comer, para parir y en otro tiempo como sudario al morir.

En su última exposición individual, Cóncavo, la cual se puede visitar en la galería Paula Alonso desde el 10 de septiembre hasta el 31 de octubre, proyecta la escala humana hacia un plano tridimensional. Para ello realiza una cata de terreno simulada, dejando a la vista los distintos estratos geológicos acumulados. De esta porción extraída resulta un hueco y formas reversibles que son a veces vacío y otras relleno, como ocurre en el díptico “Hole”.

Un trabajo compuesto de diferentes dibujos e instalaciones hechas a base de cerámica que conectan de singular manera con el suelo que poseemos.       

Imagen de cabecera: Hole

Cóncavo

Hole

Cóncavo

Cesta

Cóncavo

Cesta

Cóncavo

Estratos

Cóncavo

Estratos

Cóncavo Cóncavo Cóncavo Cóncavo Cóncavo