El miércoles 1 de diciembre se estrena en Filmin el largometraje Boy Meets Boy realizada por Daniel Sánchez López y producida por Lucía Sapelli, dos hispanos en Berlín.
El filme Boy Meets Boy/Chico encuentra chico se ha hecho en Alemania. En la década de los 1960 se hablaba de “hacer las alemanias”. Para ponernos en contexto cinematográfico en esos franquistas años se estilaban las pelis sobre inmigrantes al estilo Martínez Soria con suecas en bikini en las “aperturas” al turismo que incluían el bañador calzonero del entonces ministro Fraga. Afortunadamente la cosa ha cambiado, pero nuestros jóvenes siguen saliendo fuera a perseguir sus sueños.
Prueba de ello es este proyecto fílmico mumblecore Boy Meets Boy, ejemplo de colaboración, honestidad, entusiasmo y persistencia ante las adversidades. Y es que Boy Meets Boy se ha presentado en más de 60 eventos internacionales. Por eso nos encontramos con los —todos— millenials: Daniel Sánchez López (Tomelloso, 1990) director y guionista; la coguionista Hannah Renton (Londres, 1989) y la productora Lucía Sapelli (Montevideo, 1990) durante el Visionaer Film Festival de Berlín para hablar desde el estómago de cómo, cuando y por qué se ha hecho este largometraje.
Retrato de Daniel Sánchez López, foto: Nacho G. Riaza
El director, Daniel Sanchez Lopéz
Vamos con Daniel y desde el principio, ¿qué estudiaste?
Daniel Sánchez López: Estudié Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid. Es una carrera de 5 años y después hice un especie de postgrado de Historia Estética y Crítica Cinematográfica en la Facultad de Historia del Arte de Valladolid.
Mucha teoría, pues, a tus espaldas…
Daniel: Bueno sí, pero ya después, pues me fui de España, primero a Londres dos añitos. En Londres no estudié nada, simplemente era camarero y por supuesto aprendí inglés, que no es poco. Y luego me fui al norte de Dinamarca porque entré en el programa internacional European Film College que dura ocho meses y medio, como la peli de Fellini (risas). Este college más que un sitio de estudio es un sitio de trabajo, donde se hacen cortos, se práctica mucho. Y después ya me vine a Berlín.
¿Y en ese programa donde conociste a Hannah, la coguionista de Boy Meets Boy?
Daniel: Allí conocí a casi todo el equipo de la peli. A las dos Hannah: Hannah Renton que es inglesa y Hanna Biørnstad, la directora de foto que es noruega, y a la editora Thea Aae, que es danesa. Realmente el gran equipo creativo es femenino, porque luego tenemos a Lucía Sapelli como productora.
Pues muy bien por la parte que toca como mujer. Seguimos con la secuencia de tu vida, entonces viniste a Berlín, ¿por qué?
Daniel: Me vine a Berlín por dos razones, una razón sentimental, más emocional y otra práctica. Cuando tenía 15 años, la primera ciudad que visité cuando salí de mi pueblo, Tomelloso, en la Mancha fue Berlín. Vine con una beca de Castilla la Mancha. Yo no tenía ni idea y ni quería venir, pero cuando llegué fue una ciudad totalmente iniciática para mí: aquí perdí la virginidad, salí de fiesta, etc. Fueron dos meses muy punk que me cambiaron la vida.
Mi estancia en Berlín me hizo ver que, en realidad, el rarito del pueblo no era yo, sino todos los demás. Eso me empoderó muchísimo. Y siempre tuve ese recuerdo: Berlín era la primera ciudad en la que me sentí libre.
Por eso siempre estuvo en mi cabeza esa idea: “tengo que volver a Berlín”. Pero es una ciudad difícil: el idioma, laboralmente complicada…
Como decía el antiguo alcalde: “Pobre pero sexy”.
Daniel: Pues sí, entonces nunca me había atrevido. Pero una vez que estuve en Londres —que fue bastante duro— y en Dinamarca, me sentí con la fuerza de venir a Berlín. Tenía amigos aquí viviendo y aparte, en Dinamarca, empecé a escribir el guión de Boy meets Boy pensando que quería que la historia pasara en Berlín un poco como excusa para poder venirme, para tener un proyecto aquí.
Es tu primer largo, pero ¿has hecho varios cortos?
Daniel: He hecho dos, el primero fue mi proyecto de fin de carrera en Dinamarca y se llama The Pretty Things Are Going to Hell, como la canción de David Bowie. Sorprendentemente fue seleccionado en LesGaiCineMad y en otros festivales de cine LGTBI+. Luego ya en Berlín hice Saft/Zumo, que también tuvo un recorrido pequeño y modesto, también en la escena LGTBI+.
Y entonces ya te decidiste por un largo, Boy Meets Boy que está muy adscrito a la escenográfica noche de Berlín, ¿no?
Daniel: En mi opinión es una historia totalmente transportable y exportable a cualquier ciudad en la que gays y lesbianas tengan un espacio seguro. Es decir, es exportable a Madrid, Londres, o Los Ángeles; pero no es exportable a lugares como Estambul o Moscú. Esta historia podría pasar en cualquier lugar donde esta comunidad se sienta segura. De hecho, es una historia berlinesa porque empieza en un club y porque el protagonista, Harry, lleva dos días en un club. Pero podrían haberse encontrado en un cuarto oscuro, o en un Orgullo Gay etc.
La coguionista, Hannah Renton
Hablemos del proceso de escritura del guión a cuatro manos, ¿cómo lo hacéis?
Hannah Renton: Empezamos a escribir la película en Dinamarca, pero nos mudamos juntos a Berlín. Yo viví en Berlín un mes y en ese tiempo escribimos muchos de los diálogos de la película. La metodología era trabajar como si tuviésemos una conversación a dos, en la que Dani era un personaje y yo otro. Había un brainstorming de cosas que nos importaban y que creíamos que eran importantes para nuestra generación.
¿Y después trasladado a la peli decís: ahora hablamos de arquitectura, ahora de sentimientos, de tipos de relaciones etc…?
Hannah: Ya habíamos definido muy bien los dos personajes en Dinamarca. Uno era más cínico, más científico, más empírico, y también más negativo. El otro era más burgués, más optimista, más idealista. El proceso también consistía en tomar diferentes escenas, las que más nos entusiasmaban, escribirlas y luego compartirlas. Entonces, como sabíamos muy bien qué tipo de personaje era cada uno, les asignábamos las reflexiones sobre los temas tratados de manera orgánica.
Daniel: Y la verdad no era literal lo que nosotros pensábamos sobre “x” temas. A veces nos rebatíamos y también intercambiamos las voces, de modo que dábamos el diálogo al personaje que lo representaba.
Fotograma donde aparece Harry
Hannah, ¿eres Harry?
Hannah: No sé si soy Harry. Supongo que en cierto modo empecé siendo más Harry, pero me veo a mí misma en ambos. Siento que tengo que hacer eso en la mayoría de los personajes que escribo. Así que no fue como si yo escribiera desde la perspectiva de Harry y Dani Johannes. Al mismo tiempo, en nuestras conversaciones y diálogos en torno al proyecto y en la vida misma, supongo que yo soy probablemente más cínica y más seria.
Entonces Dani, ¿tú eres el idealista, el amor puro, el emocional?
Daniel: Pienso que sí, que empecé siendo eso, pero algo que aprendí con la película es que, sorprendentemente, acabe siendo más el otro. Y eso me entristeció, pero también lo admití, lo asumí. También tengo muchísimos fantasmas y miedos por pertenecer a una comunidad tradicional y haber sido criado bajo el cristianismo, en una familia tradicional.
Fotograma donde aparece Johannes
¿Cuánto tiempo pasa desde la idea inicial hasta filmar?
Daniel: Bueno, pues mucho tiempo, la verdad, sobre todo porque me costó creer en mí mismo y me costó bastantes sesiones de psicoterapeuta darme cuenta de que ese miedo que tenía el fracaso era mucho más grave, que era peor el no hacerlo que el hacerlo y fracasar.
Como dice Beckett: “Try again. Fail again. Fail better/Inténtalo otra vez. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”
Daniel: Pues me encanta eso, de hecho, uno de los leitmotivs del equipo cada día que grabamos era “embrace the mistake/acepta el error”. No somos perfectos; no tenemos el dinero para hacer una película bajo las normas de la industria. Es nuestra primera película, estamos grabando en la calle y es todo en plan guerrilla.
Así que hay que “aceptar el error” de ahí va a salir la esencia de la película, todo este momento de naturalidad, honestidad, sinceridad.
Una película que sale del corazón y eso se ve reflejado en el filme. Pero volviendo a la pregunta inicial, a nivel de tiempos, escribí la primera versión del guión con Hannah en la escuela, y no fue hasta dos años más tarde cuando me sentí preparado para comenzar a desarrollar el plan de producción. Y fue porque me enamoré de mi actual pareja Josh y volví a creer en el amor. Eso también me empoderó para poder hablar de amor.
Making-of del filme Boy Meets Boy. Foto: Nacho G. Riaza
Hermosura de respuesta. Pues pasemos al plan de producción, ¿lanzasteis una campaña de crowdfunding?
Daniel: Pues sí, en Kickstarter pedimos 15.000 € y eso da para casi nada: para la comida, para alquilar una cámara profesional, para el parking. Así que hemos hecho magia. Y es una película de todos, subvencionada por amigos y por la familia.
La productora, Lucia Sapelli
Lucía, ¿cómo fue producir un filme de tan mínimo presupuesto?
Lucía Sapelli: Por supuesto fue todo un desafío, pero también muy divertido ya que la creatividad nació del ingenio de hacer todo con muy poco.
¿Qué ha sido lo más desafiante?
Lucía: El rodaje duró tres semana. Para mí, sin duda, rodar en exteriores en el verano berlinés ha sido todo un desafío. Mucha gente pasando en medio de las escenas todo el tiempo. Pero también es parte importante de la historia que contamos, el contexto de la explosión de felicidad generalizada de todos los que vivimos aquí: el verano, cuando todo puede pasar.
Retrato de Lucía Sapelli, foto: Nacho G. Riaza
¿Y lo más emocionante?
Lucía: Pues rodar en verano con un equipo tan maravilloso, cuando la ciudad es pura magia, con amigos que vinieron de todas partes del mundo para la fiesta de cierre de rodaje.
¿La escena más difícil?
Lucía: Hubo un día en el que todos estábamos especialmente cansados, incluidos los actores. Daniel no es para nada un director que busque la perfección absoluta en cada escena, pero ese día no paraba de pedir repetir la escena. De todos modos no ha habido una escena especialmente difícil.
Ha sido tu primera película, ¿volverías a producir algo con tan bajo presupuesto?
Lucía: Pues sí, para mí ha sido un máster en producción. Quizás un poquito más de presupuesto estaría bien (risas). Pero sí, sin duda volvería a producir otra película low budget.
Making-of del filme Boy Meets Boy. Foto: Nacho G. Riaza
Bueno ya esta escrita, filmada, editada y lista. Entonces estrenáis en plena pandemia, ¿dónde fue el primer sitio donde se proyectó?
Daniel: El estreno fue online en el BFI de Londres.
¿Y presencial?
Daniel: En pantalla la primera proyección fue algo anecdótico, fue en mayo en un pequeño festival en Provincetown (Estados Unidos), y yo no pude asistir. La primera vez que se proyectó en un festival grande, al que pude asistir y ver la película en pantalla grande y con público fue en junio en el Festival Molodist de Kiev (Ucrania). Ahí ganamos un premio: una mención especial del jurado.
Hannah, tu no estuviste en el rodaje, ¿qué se siente al ver en pantalla algo que has escrito pero en cuyo rodaje no has participado?
Hannah: Fue una experiencia extraña pasar directamente del guión a ver un corte de la película. Participé en el casting, así que me hice una idea de quiénes eran los actores y qué podrían hacer con Harry y Johannes. Pero para mí fue nuevo y emocionante ver algo que he escrito con tanta distancia. Ver cómo cobran vida algunos de nuestros momentos, y aún más las cosas nuevas que se descubrieron y crearon. La huella de todas las demás personas maravillosas y creativas que pusieron su alma en nuestra película. No puedo negar que siento un poco de dolor de corazón por no haber sido parte del rodaje que, en muchos sentidos, para mí es la parte más viva.
Claro, pero es un proceso largo.
Hannah: Por supuesto, las películas tardan mucho en hacerse y uno cambia. Tus pensamientos, tus sentimientos, tus perspectivas, tus preocupaciones. Así que mientras el público conecta con ella como algo nuevo, para mí es como leer una vieja carta de amor. Una extraña pero alegre reliquia del pasado. Esa es la sensación que tengo con todas las películas que he hecho, incluso cuando he estado en ellas todo el tiempo.
A partir de Kiev empezáis un tour por muchísimos festivales, a los que casi siempre te acompaña Lucía. ¿Cómo se hace, aplicáis o seleccionan ellos?
Daniel: Es un trabajo en común pero tenemos un agente de ventas, The Open Reel. Ellos nos representan para festivales, para distribución en territorios, mandan la película, entregan a festivales, etc. Ellos son los que han hecho la mayoría del trabajo para mover la película. Y contamos ya con 42 festivales y 60 proyecciones.
Y luego se estrena en el Kino Internacional, el cine más bonito de Berlín.
Daniel: Pues es un sitio muy especial, muy único. De hecho tengo una anécdota muy guay aquí. Y es que cuando la campaña de crowdfunding estaba abierta, me fui con mi asistente de dirección a dar flyers a la puerta del Cine Internacional durante la Berlinale, en una sesión de Panorama con una película gay. Así me aseguraba que todos los gays de la ciudad supieran que mi película estaba en Kickstarter. Gracias a eso, los distribuidores alemanes me contactaron y me dijeron que habían visto el flyer, que les gustaba el proyecto y que les mandara la película cuando estuviese acabada. Y bueno, quién me lo iba a decir cuando repartía folletos ahí mismo que mi película se iba a estrenar en el Cine Internacional. Para mí es uno de los cines más especiales y más carismáticos.
Making-of del filme Boy Meets Boy. Foto: Nacho G. Riaza
Después del Internacional, segunda experiencia epifánica, ya que de nuevo has estado en LesGai Madrid con Boy Meets Boy.
Daniel: Como he dicho antes, LesGai fue mi primer primer festival. Ellos seleccionaron mi primer corto, fueron las primeras personas que creyeron en mí. Porque un cineasta recibe muchos “no” cuando no eres nadie. Para mí tiene un valor sentimental importante volver con mi largometraje y encima en los cines Golem. Además me trataron super bien, ya que me dieron la posibilidad de compartir mesa en una conferencia con la directora alemana Monika Treut, Premio de Honor del festival en esta edición. Treut ha hecho Gendernauts, Genderation, La virgen mecánica. Es una cineasta de principios de los 1990, precursora del cine transgénero y transexual en Europa y del movimiento queer. Este movimiento tan importante en San Francisco y Nueva York, muy independiente, muy grunge. En el panel comparaban un director novel, yo, con una directora con experiencia, Treut, y eso fue un gran honor. Y por supuesto compartir experiencias cinematográficas del mundo independiente.
Y más aún: has presentado el filme en tu área natal, donde saliste por incomprendido.
Daniel: Pues sí, en Abycine, el Festival de Cine independiente de Albacete. La verdad es que tuvo buenas críticas y me sorprendió mucho ver cómo a personas heteras —como era la mayoría del público allí— les encantó y les llegó muchísimo la película.
Bueno sino hiciésemos diferenciaciones de tendencias sexuales, en realidad es una historia de amor.
Daniel: Sí, pero me sigue sorprendiendo. De hecho cuando volví hace poco a Tomelloso —de donde soy, en Ciudad Real— todo el mundo me felicitó. Creo que desde que mi familia vino al estreno de la película aquí en Berlín, me toman en serio, como que mi carrera tiene sentido. Antes parecía que no fuese posible que quisiese ser director de cine. Desde el estreno a lo grande en Berlín vieron que era posible y me apoyan más. Aunque tengo que decir que siempre me han apoyado, sobre todo económicamente. Mi madre fue la primera en poner dinero en Kickstarter, está los créditos. Pero siento que ahora lo hacen de una forma más realista.
¿Aparte de temáticas queer, qué otros temas te interesan?
Daniel: Pues me preocupa y me interesa mucho la soledad. Pero me encantan también más que los personajes, las relaciones: familiares, amigos, sentimentales, el amor, el sentido de pertenencia o no a una comunidad, bien desde una perspectiva LGTBI+ o no.
Lucía, como productora, ¿piensas que la comunidad queer favorece este tipo de producciones? Por tal de la visibilidad, por ejemplo.
Lucía: Siempre es importante visibilizar a la comunidad queer y visibilizar a las comunidades en desigualdad. Ese era uno de nuestros objetivos en Boy Meets Boy. Lo más emotivo, sin duda, es que después de una proyección la gente (de todas las edades) venga emocionada a dar las gracias, a decirnos que se han sentido totalmente identificados, que han vivido historias como la de Johannes y Harry.
¿Estarías estarías dispuesto a venderte a la industria del cine comercial?
Daniel: No me interesa demasiado el cine comercial. Pero si puedo triunfar haciendo lo que me gusta, lo que yo siento que está bien, como por ejemplo Almodóvar, Lena Dunham o Greta Gerwig, porqué no. Aunque sinceramente no me gustaría vender mi esencia.
¿Y hacer algo que no tenga que ver contigo pero basado en una novela de renombre para actualizarla con muchísimo presupuesto?
Daniel: Bueno, la verdad que si un Netflix, un HBO me da el dinero para desarrollar un proyecto que no sea mi estilo pero interesante me lo pensaría. Eso sí, me encantaría llevar al cine Giovanni’s Room (1956) de James Baldwin. No obstante, no hago películas para ser famoso. Si quisiera venderme estaría haciendo publicidad.
¿Qué cineastas te iluminan?
Daniel: Muchos. De contemporáneos me encanta Céline Sciamma: Retrato de una mujer en llamas (2019) y Girlhood (2014). Eliza Hittman: Never Rarely Sometimes Always (2020). Me entusiasma como escribe Mia Hansen-Løve y todas sus elipses. Y de nacionales me gusta Jonás Trueba. De clásicos, John Cassavetes con sus películas súper naturalistas, como Opening Night con la maravillosa Gena Rowlands. Abbas Kiarostami, Bergman, Truffaut. O sea, todo este cine muy naturalizado sin mucho artificio, o si tiene artificio, que no se aprecie. También me gusta Fernando Fernán Gómez, tengo que decirlo…
¿Lees mucho?
Daniel: La verdad es que sí. Me cuesta leer narrativa, leo más ensayo o autoficción, porque se hacen reflexiones constantemente sobre la experiencia de vivir. La ficción narrativa no me interesa mucho. Me interesan más las reflexiones y el pensamiento.
El cine se considera como una “obra de arte total”. Contiene escenografía, música, narrativa, vestuario, teatralidad. ¿Qué otras artes te inspiran?
Daniel: Me encanta el arte en general y me fascina la performance. Pienso que es la única disciplina que no se puede poseer, y me parece que ahí está el futuro y la pureza de arte. Pero me gusta también la pintura, prefiero la abstracción que la figuración. De hecho cuando voy a una ciudad nueva lo primero que hago es visitar la pinacoteca. Fotografía y moda también me interesan.
¿Y para ir acabando, que es lo que más te gusta de hacer cine?
Daniel: Una de las cosas que más me gustan es la parte social. O sea que no es un arte individualista. Comparto experiencia con la editora, la fotógrafa y un montón de creativas más. No podría hacer pintura o hacer escultura porque me aburriría soberanamente y no conecta conmigo.
Pregunta para los tres: planes futuros.
Lucía: Por suerte con muchas cosas siempre, en cuanto a largometrajes voy a producir El Canal de La Mancha también dirigida y escrita por Daniel y Era una fiesta de Osama Chami y Enrique Gimeno Pedrós.
Daniel: Ahora tengo dos proyectos. Uno muy interesante, es un documental sobre la comunidad trans cubana en Moscú, en el hago de productor. Y luego mi segundo largometraje, al que se refiere Lucía. En este quiero explorar la amistad en la adolescencia y en el entorno rural. Para desarrollar esta temática he creado un personaje marginal, una chica adolescente y rumana que decide convertirse en torera.
Todos los fotogramas y fotos cortesía de Cosmic Productions y The Open Reel