Qué mejor nombre para presentar sus credenciales que el de Cascorro Bistrot. Castizo por su emplazamiento y origen, francés por definición gastronómica. Así, un pequeño rincón en lo más hondo del Madrid hiperrealista da a conocer viandas y vinos en un feliz hermanamiento cultural. Que ya está bien, mon dieu, que en una era de invasión global la cocina gala se haga de rogar a este lado de los Pirineos.
Cascorro Bistrot: cocina francesa y vinos naturales
Fue hace dos veranos cuando monsieur Carlos Campillo y monsieur Benoit Brionne abrieron Cascorro Bistrot. El primero, nacido en Zaragoza pero con vida en Francia, donde llegó a jugar en su liga profesional de rugby, con experiencia -ya aquí- en Le Petit Bistrot y socio de la tienda de vinos Wine Attack. El segundo, al revés, parisino con residencia en España. Un momento clave que se refleja en el mismo local de la plaza de Cascorro: el paso de Carlos por La Pyramide, mítico restaurante francés del no menos mítico chef Fernand Point. Algunas de sus cartas cuelgan enmarcadas como obras de arte y recuerdo sentimental.
Cascorro Bistrot es un “bar à vins” a la parisina, una tasca afrancesada donde comer “sans blablá et sans chichi” (sin blablá y sin alboroto) y con un marcado poso casero. De entrada, una barra; al fondo, algunas mesitas bajas. Hasta ahí los lujos. Algunos objetos de rastrillo -estamos en el corazón de El Rastro- relacionados con la gastronomía y nada que no se compense con grandes dosis de simpatía e información por parte del servicio. Se impone el formato sencillo para probar vinos -y alguna cerveza artesana- y tapear sin miedo a precios de Campos Elíseos.
La esencia de este bistrot centrado en la cocina de mercado franco-española es el respeto a la tierra (terroir) y sus frutos: producto para “manger” y zumo de uva. Sin dejar de atender a lo local, pues compran la cantidad justa de materia prima en las tiendas del barrio y en el cercano mercado de la Cebada. De ahí salen las generosas raciones que pueden compartirse en fuentes y platillos. Terrines y rillettes caseras, cassoulet, chateaubriand, magret de pato, steak tartar, parmentier, foie y, entre otros finales, una tatín pantagruélica. Sin olvidarnos de las jugosas ostras para empezar y de los quesos, siempre para un broche agradecido.
En uno de los carteles se lee: “Conventional wine is dead”. No se lo inventan. Los de Cascorro Bistrot llevan pregonando la cultura de los vinos naturales desde hace más de 15 años. Una filosofía más libre, sin ataduras, de vinos vivos. Sin aditivos, sin azúcares ni levaduras ajenas, sin sulfitos. Otra manera de consumir vinos. Porque son otros vinos, que también ellos mismos venden además de despacharlos por botellas o por copas, con sugerencias diarias. De Alsacia, del Loira, de Burdeos o de Champagne, pero también de La Rioja, la Alpujarra o de Gredos.
Tanta inquietud demuestran los propietarios que además andan involucrados en proyectos tan estimulantes como Malauva, una auténtica fiesta de la uva, de los vinos naturales, con cata de más de 70 referencias, contacto directo con los viticultores y posibilidad de comprar a precio de bodega. Organizado todo por Bendito, La Caníbal y Cascorro Bistrot. La última edición tuvo lugar el pasado 27 de octubre. Estén atentos a sus pantallas para conocer la próxima. Veremos si la del vino natural, revolución pendiente, por fin estalla.
Fotos: Cascorro Bistrot y Miguel Á. Palomo
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Cascorro Bistrot
Plaza de Cascorro, 21, Madrid
Tel. 910 390 952
Cascorro-bistrot.wine
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