El surf, la playa y la conexión con la naturaleza han sido el punto de partida de la reforma de Casa Ola, el nuevo hogar de Patricia Bustos.
El proyecto es el reflejo de las cuatro eses de su manifiesto: Singularidad, Sentido, Sorpresa y Sostenibilidad, además de un retiro salvaje y acogedor en el que vive con su marido, sus hijos y su perro Zeta, el rey de la casa. Desde el inicio Patricia Bustos tenía muy claro su objetivo: “La inspiración natural y la sensación de vivir en la playa fue lo que nos guió.
Imágenes superiores: 1) Cocina de Patricia Bustos para Estudio Kiese con electrodomésticos Smeg
y grifería de Icónico. Encimera de Microsuelos. Azulejos artesanales de Maora Ceramic. Taburetes Peaches Dynamite y lámpara Hype de Patricia Bustos. 2) La diseñadora Patricia Bustos. Foto : Patricia Semir
Inspiración en la naturaleza que trasmite libertad, energía, serenidad…
A partir de ahí fue surgiendo todo”, explica Patricia Bustos. Para su diseño, se inspiró en la Casa Najera de Raúl Almenara, en la que el arquitecto dibujó en el plano el movimiento de una falda flamenca. Patricia trasladó ese concepto a una ola del mar. “Nos encanta el surf y la playa. Valores como libertad, transparencia, fuerza, energía, serenidad y alegría me recuerdan a la vida cerca de la naturaleza y del agua y es lo que intentamos transmitir a través de la distribución y los materiales”, nos cuenta. Para aprovechar la luz, ya que la vivienda está en una planta baja, cambió por completo la distribución. Diseñó un eje central que imita la forma de una ola rompiendo que distribuye el espacio. En la cresta, con forma circular, se aloja el aseo de cortesía que se abre al salón principal y la entrada es el tubo de la ola. Una planta en forma de L Invertida.
Imagen superior: Salón con butacas moradas vintage de Lampentoday con tela de Dedar. Sofá, lámparas de sobremesa, mesas de centro de mármol y azulejo Hisbalit, aparador en forma de haba y mural artesanal de Patricia Bustos.
Una reforma con un coste de unos 1.250€/m2
La obra, realizada por Trazo Proyectos, se llevo a cabo en sólo 6 meses. Fue un trabajo minucioso y complicado por las formas orgánicas y arcos, los cantos romos y la mezcla de materiales y acabados (cerámica, mármol, terrazo, policarbonato, gresite, madera…), la mayoría de ellos artesanales. “Sin Trazo Proyectos no hubiera sido posible. Nos han dado cancha con todas nuestras locuras. Nuestra forma de proyectar no es fácil”. Esto se ha visto reflejado en el precio de la reforma, unos 1.250€/m2, excluyendo el mobiliario.
Imagen superior: En la entrada, tubos fluorescentes sobre una pared de policarbonato con luces RGB
Una casa envolvente y sensual
El refugio de Patricia Bustos tenía que ser orgánico: “Al ser una casa convencional en una urbanización muy común, pedía una distribución al uso. Pero poco a poco empecé a entender que si las curvas eran lo que me hacían sentir a gusto había que incorporarlas. Queríamos una casa que nos hiciese sentir tan libres como cuando estás en el mar. Y sobre todo un espacio muy alegre y lleno de belleza. La belleza nos inspira, nos motiva y nos pone de buen humor”, cuenta Patricia. Las formas redondeadas son un homenaje a los maestros de la curva Sáenz de Oiza, Antii Lovag y Gaudí. El proyecto resultó en una casa envolvente y sensual, con espacios diáfanos para fomentar la comunicación. Todo está conectado pero a la vez se puede dividir sutilmente mediante cortinas y puertas abatibles.
Imagen superior: En el dormitorio principal, lámpara de techo de la colección RoBustos, cabecero y butaca con tejidos de Les Creations de la Maison, mesillas de noche y apliques de Patricia Bustos Studio. Lámparas de sobremesa de Ana Neute. Imagen enmarcada de Mascaraque. Zócalo artesanal de Maora Ceramic.
La paleta de colores es el sello de su estudio de Patricia Bustos: tonos pastel y degradados
Para la selección de materiales también se inspiró en la playa. Las paredes y suelos se revistieron de micro- cemento y mortero de arena -liso o rallado- simulando el dibujo que dejan las olas en la arena cuando baja la marea. La paleta de colores es el sello de su estudio: tonos pastel y degradados en paredes, decoración y mobiliario. Se utilizaron tejidos naturales como sedas y linos y revestimientos como el terrazo, la cerámica y la palillería que enfatizan la sensación de estar al aire libre.
Cada pieza de Casa Ola está pensada y diseñada expresamente para el proyecto
La producción de los muebles fue mucho más lenta. Cada pieza de Casa Ola está pensada y diseñada expresamente para el proyecto y se realizaron prototipos de cada diseño. Algunos son curvos, voluptuosos y de líneas femeninas, como el sofá del salón o el aparador con forma de haba de madera vetada de Alpi que rodea las columnas del salón. Otros, buscando el contraste, tienen los cantos rotos o están hechos a partir de materiales en bruto, como el mármol travertino o el cemento. Sus muebles se acompañan por diseños de autor, papeles pintados, fotografías de arquitectura de Benidorm Dreams y obras digitales de Jesús Mascaraque.
Imagen superior: En una de las salas de estar, lámpara de techo de ratán de Boca Concept. Sofá, mesa de centro y taburetes Elemento para Houtique, todo de Patricia Bustos Studio. Fotografía enmarcada de Benidorm Dreams.
“Nuestra casa ha sido un laboratorio para mí”
Durante el proceso de Casa Ola ha surgido una nueva colección de Patricia Bustos Studio: RoBustos, un guiño a su apellido y a la pureza de sus materiales. “Son muebles honestos, valientes y artesanales hechos con amor y respeto por el oficio y la naturaleza. Nuestra casa ha sido un laboratorio para mí y me ha permitido experimentar con el diseño de piezas de mobiliario de una forma más pausada. Siempre diseñamos piezas en nuestros proyectos, pero casi nunca tenemos tiempo suficiente para innovar tanto”, explica Patricia Bustos.
Dormitorio infantil con papel pintado en el techo de la colección Diversity de Patricia Bustos para Tres Tintas. Silla Seconda de Mario Botta de LA Studio, lampara de sobremesa de Icónico. Todos los mecanismos, de Gira.
La cocina y otros elementos arquitectónicos, como las columnas y los arcos, están revestidos de cerámica artesanal de Maora Ceramic de distintos modelos y formas que le dan dinamismo y volumen al espacio. En el salón, Patricia realizó a mano un mural entre brutalista y orgánico, una especie de portal de los años setenta con colores pastel. El mural, dibujado a mano, fue fruto de la improvisación. La cocina es un diseño de Patricia Bustos para Estudio Kiese con muebles Smeg y grifería de Icónico. La isla central y la encimera son piezas únicas realizadas en terrazo con piedras y gemas incrustadas in situ.
La sostenibilidad y la iluminación fueron otras de las claves de la reforma con la incorporación de aerotermia y aislamiento en la fachada.
Imagen superior: Dormitorio infantil con papel pintado en el techo de la colección Diversity de Patricia Bustos para Tres Tintas. Silla Seconda de Mario Botta de LA Studio, lampara de sobremesa de Icónico. Todos los mecanismos, de Gira.
“La iluminación es casi lo más importante cuando proyectas a la hora de generar sensaciones”.
Se utilizaron materiales de cercanía, productos artesanales y tejidos ecológicos en todo el proyecto. La iluminación contribuye a la visión futurista del espacio de Patricia. “La iluminación es casi lo más importante cuando proyectas a la hora de generar sensaciones. Cuando quieres crear un interior emocionante tienes que jugar con el color y los contrastes de materiales para potenciar los sentidos. Tacto, vista, oído, olfato… todo tiene que ser estimulado de la forma correcta. Sin una iluminación adecuada nada sería lo mismo. Es el broche final, lo que puede cargarse un proyecto o elevarlo y sublimarlo”. Por ello juega con distintos tipos de iluminación más fría o más cálida que generan distintas sensaciones y utiliza el policarbonato, los tubos fluorescentes y lamas iridescentes en las ventanas, que transforman el ambiente generando luces y sombras y proyectando colores distintos según el momento. En la entrada, el tubo de la ola, cubierto de policarbonato retroiluminado con luces RGB nos invita a entrar en una zona de fantasía: un refugio salvaje frente al mar.
Fotografías: Manolo Yllera