Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

A los pies del Timanfaya y al este de La Geria, un inmenso e imponente paisaje negro volcánico rodea una finca de Malvasía en la que se ubica Buenavista Lanzarote, un lugar donde Gonzalo y su familia han conseguido que el tiempo pase más lento de lo que lo hacen las nubes.

Un proyecto con una historia evolutiva que da gusto escuchar. Buenavista Lanzarote emana una serenidad ausente en el resto del mundo. En una sociedad en la que todo cambia antes de consolidarse, encontrar un lugar en el que apaciguarse es, más que para agradecerlo, para alabarlo.

Gonzalo se topa de casualidad con esta finca en venta en 2013. Como caída del cielo, cumple con todos los requisitos que requiere para poder aunar sus intereses y consolidarlos en una única entidad: hotelería, gastronomía, agricultura, viticultura, decoración y Lanzarote, su isla.

Imagen superior: Fotografía de Rubén Acosta

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Raquel Benítez

El resultado es una forma de turismo sostenible y ecológico, una lección humilde y humana que le da al turismo endiablado y putrefacto de Canarias. Como si Walt Whitman se reencarnase en Buenavista y gritase a las demás construcciones ¡Avergüéncense ustedes de no parecerse a la naturaleza!

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Rubén Acosta

Un paisaje que rebosa austeridad se vuelve benévolo gracias a la sensibilidad, paciencia y cuidado que le ponen todos los componentes que conforman Buenavista. Néstor Pérez Batista, arquitecto y amigo de toda la vida, junto con Gonzalo, trabaja en la rehabilitación de los antiguos almacenes. Despliegan todo su talento y obtienen unas magníficas habitaciones donde pasar un fin de semana que podría alargarse a toda una vida. La disposición exquisita de espacios, crean intimidad y espectáculo y los huecos de distintos tamaños enmarcan los volcanes y la lava. Es el acto más noble que el arquitecto puede hacer, quitarse el sombrero del ego y, en lugar de buscar que su arquitectura dé carácter al paisaje, abrirle la puerta para que inunde los espacios con su esencia y presencia.

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bardina

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Rubén Acosta

Buenavista Lanzarote es un proyecto evoluciona al ritmo que él mismo se marca, no hay prisas sino cariño. La decoración de los espacios es fruto de las distintas compras de muebles y enseres que hacen Gonzalo y Mayca, su mujer, en mercadillos y en distintos viajes que realizan; otros son regalos o creaciones de distintos artesanos y, como amantes del arte, obras de distintos artistas, entre ellos, Guillermo Fornes o Mick Gonnel. Son capaces de crear espacios que de forma natural reproducen el paisaje de la isla, utilizan su misma gama cromática: marrones, negros, grises y blancos y están ausentes de vegetación. Este resultado sin haber sido buscado, es como si confirmase que los conejeros tienen en su ADN las ideas y la sensibilidad que transmitía César Manrique.

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Raquel Benítez

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bartina

En un ambiente en el que el trabajo manual prima sobre la tecnología, Eguz Zerain, ceramista, es otra de las piezas fundamentales. Gonzalo y Mayca pasaban por Teseguite cuando iniciaban el proyecto y dieron con su Atelier. A partir de ese momento se crean sinergias entre ellos, comparten ideas y se divierten. Juntos experimentan a base de ensayo y error y tienen el ojo siempre abierto en busca de nuevas alternativas. Su última investigación: unas jaboneras de cerámica ancladas a la pared que fuesen capaces de rotar para verter el jabón y así, eliminar plásticos innecesarios. La cerámica, como cualquier disciplina artesana, transmite esa cercanía y esa calidez que da la tara, la imperfección. El amor por la grieta que se genera por no pasar satisfactoriamente la prueba del horno y por las piezas de azulejos asimétricas o restauradas.

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bartina

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imágenes superiores: Fotografía de Anel González

El desayuno, Buenavista Lanzarote, es el colmo del disfrute, de la calidad y de la exquisitez. Lo llevan a la habitación en unas cestas de mimbre, con los distintos platos de cerámica de Eguz Zerain cubiertos con paños blancos. Un cesto con diferentes panes acompañado de aceite y tomate rayado, yogur natural, miel ecológica, granola y avena, frutas variadas, un termo con café, zumo de naranja, queso, huevos de sus propias gallinas y las distintas mermeladas que elabora Mayca con las frutas de su finca. El desayuno del cielo, sí. Además, cada lunes sirven la cena con otros productos de buenísima calidad, en las que Gonzalo desarrolla su pasión gastronómica.

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bartina

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imágenes superiores: Fotografía de Anel González

Cualquiera de las intervenciones de César Manrique, los distintos espacios naturales como la Playa de Famara, el Parque Nacional de Timanfaya, Playa Quemada, Caleta del Mojón Blanco o La Graciosa, los distintos talleres de artistas como Eguz Zerain, Anneliese Guttenberger y Stephan Schulz o Mick Gonnel o ir a comer a restaurantes locales como Coentro, Nakai, el restaurante Aguaviva o la Bodega de Uga, pueden ser buenas opciones de estacionamiento para reflexionar sobre lo que nos ofrece la isla.

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bartina

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imágenes superiores: Fotografía de Anel González

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico

Imagen superior: Fotografía de Coke Bartina

Buenavista Lanzarote: Serenidad en un paisaje volcánico
Imagen superior: Fotografía de Raquel Benítez

Lanzarote tiene mucho que enseñar en la sociedad actual, no solo a nivel visual un paisaje de una enorme riqueza, con una textura, color, potencia y fuerza únicas, sino también a nivel moral. Lanzarote era considerada la isla más fea, agria y áspera y sin recursos que, con la consciencia y la actitud adecuadas convencieron y culturizaron al resto de espectadores para ver en ella, lo que somos capaces de ver hoy. Es un ejemplo de la validez y el valor de la diversidad estética y de la gestión de la falta de medios en momentos de crisis. Buenavista Lanzarote por ser consciente de esto, actúa de forma coherente y nos demuestra que aún hoy, hay proyectos donde importa más la cultura, la humildad, el trato humano y su relación con la tierra, que cualquier otro artificio externo. Y lo hace como cualquier pedagogo predicando con el ejemplo.

 

buenavistalanzarote.es