Es posible ir a ARCO y comprar sin arruinarse. Hasta es posible salir con alguna obra gratis, como por ejemplo el póster de Teresa Margolles (con la inscripción El capitalismo te culea) que ofrece la galería francesa Mor Charpentier.
Imagen superior: Marti Cormand.
Muy interesante también la presencia de Agnès Thurnauer en la galería parisina Michel Rein. La artista franco-suiza es sobretodo conocida por su serie Portraits Grandeur Nature, unas esculturas redondas, limpias y muy pop en las que los nombres de grandes personajes históricos se presentan en su versión feminizada dando lugar a una crítica cómica del patriarcado. En la edición de este año, el visitante puede descubrir sus cuadros, mucho más conceptuales y vivos, cuyo precio, como hemos dicho, no supera los 5000 euros.
No vamos a descubrir a estas alturas el trabajo de Pablo del Pozo, habitual ya de ARCO pese a su jovencísima edad. Presentado de nuevo por la galería Joan Prats, en esta ocasión descubrimos su obra Qué significa la traslación de un cuerpo, un título tan bello y acertado como las propias cuatro vasijas que componen la obra, cada una de ellas asociada de alguna forma a uno de los sentidos -a través del olor, la música y la escritura. Hay algo visceral, profundo y honesto en el trabajo de Del Pozo -en la linea de una cierta tradición densa de la pintura española – que huye con razón de cierta cerebralidad y frialdad contemporánea. Una dimensión sincera y escurridiza que el espectador siempre puede percibir -sea cual sea la técnica utilizada- en sus evanescentes cuadros, su potente uso del fuego o la profundidad negra de su instalación de madera carbonizada. Todo ello, siempre a un precio más que honesto para un artista por el que hay que apostar sin duda.
Para poder entrar en el presupuesto a veces es necesario utilizar algún truco. Así pasa por ejemplo con la extraordinaria instalación de polaroids retocados con óleo a cargo de Marti Cormand en Espacio Mínimo. La obra conjunta supera con (muchas) creces nuestro límite estipulado pero cada uno de estos polaroids no supera la barrera de los 5000 euros. Y la verdad es que los valen. Una extraordinaria mezcla de virtuosismo pictórico, sinceridad visual y complejidad narrativa que nos transporta a un universo nuevo en cada caso, desde la intimidad de una habitación hasta lo sublime de un paisaje pasando por la sencilla belleza de una flor o la banalidad de un par de zapatos. Obras reducidas -más o menos de 11×9 cm- que casi siempre vienen acompañadas de trazos difuminados como ecos de una nostalgia invisible. La prueba perfecta de que, en el arte, el tamaño no importa (casi) nunca.
Galería Georg Kargl Fine Arts.
Y para estar seguros de ello, basta con fijarse también en las pequeñas fotos de Rosa Rendl en Georg Kargl Fine Arts. Una ganga -menos de 1000 euros- teniendo en cuenta la importancia de la galería y lo hipnótico de una propuesta que mezcla a la perfección la emoción de una visión intimista con la familiaridad que sentimos todos frente al invencible paso del tiempo. Una propuesta impactante que resulta perfecta para abordar el resto de su trabajo, igual de fascinante pero a veces más geométrico e intelectual. Un enorme descubrimiento, sin duda. En la misma galería también hay que destacar el trabajo de Lenora de Barros, una artista ya asentada pero que, en esta edición de ARCO, presentaba una instalación tan divertida como conceptual: la deconstucción de una pala de ping-pong impactando en una pelota. Los dibujos que acompañaban esa obra también entraban en el límite asignado de 5000 euros.
Parecido éxito de calidad a precios moderados encontramos en la Galería Vera Cortes. Por un lado con las siempre preciosas y suaves piezas de Joana Escobal en las que la artista portuguesa trabaja la forma, la linea y la geometría de lo natural a través de esculturas de cobre y acero que delimitan con gracia los espacios. Y por el otro con los cuadros abstractos pero lleno de sentimientos de Susanne S.D. Themlitz. La artista tiene una manera fascinante y mágica de jugar con una geometría que parece inspirarse en cierto racionalismo moderno pero, de golpe, se transforma con la aparición de manchas, explosiones y formas que viven en un equilibrio perfecto entre el expresionismo abstracto y la narratividad post-metafísica. Todo ello con un impecable uso del color y de un fondo -suele ser gris- que organiza perfectamente tanta riqueza óptica. Impecable.
Para acabar, una cierta materialidad del objeto es la protagonista de los trabajos de tres jóvenes mujeres artistas que entran dentro de nuestra categoría. Por una parte, la sorprendente escalera dividida por un bloque de cemento de Clara Sánchez Sala en la galería ATM de Gijón titulada La naturaleza no procede por saltos, 2016. Sánchez Sala, quien nos tiene acostumbrados normalmente a un trabajo siempre delicado y poético, presenta esta vez una obra más conceptual y minimalista pero igual de potente y convincente. Lo mismo pasa con Rosana Antolí, cuya exposición actual en CentroCentro está marcada por los colores y un universo fantasioso y visual, y que presenta esta vez, en The Ryder projects, la instalación de una roca marcando su movimiento en un muro blanco. Inesperada pero muy bien construida. Elena Alonso –en el stand de Espacio Valverde– no innova tanto, ni falta que le hace. Sus cuadros de yeso trabajando formas redondeadas e incrustaciones punzantes son simplemente maravillas formales. No vamos a insistir en la evidencia – ya fue la estrella de la pasada edición de ARCO– pero tampoco vamos a dejar de destacar su impresionante obra, la firmeza conceptual y estética de su trayectoria y lo accesible que son sus trabajos. Quizás una de los mejores negocios de la feria. Pero no se lo digan a nadie.