La forma curva y la alegría del amarillo ponen el acento en este proyecto de reforma realizado por el joven estudio Nube Architetture en un edificio de mediados del siglo XIX, situado en los límites del centro histórico de Milán.
La concurrida calle Corso di Porta Ticinese recibe su nombre de una de las seis antiguas entradas al recinto amurallado de la ciudad que se crearon durante la baja Edad Media: la Puerta Ticinese. En sus alrededores se encuentra este renovado apartamento de 70 m2: en el corazón de un barrio alternativo, rodeado de boutiques vintage y tiendas de diseñadores emergentes, así como de pintorescas tabernas para tomar el aperitivo y celebrar la vida nocturna.
Los tres fundadores de Nube Architetture se conocieron en sus años de adolescencia. Y es que Beniamino Brambilla, Jacopo Breda y Giulia Turatto son “amigos desde el instituto. También compartimos nuestros estudios en la Politécnico de Milán, donde nos graduamos en 2018. Dos años después, decidimos montar nuestro propio estudio de arquitectura, diseño y visualización. Hoy, gracias a la incorporación de otros profesionales, trabajamos además en la dirección de arte, colaborando con algunas empresas de diseño”, cuentan los arquitectos.
La intervención tiene lugar en el primer piso de una típica construcción de ringhiera milanesa, caracterizada por su patio central interior al que asoman los balcones corridos de los distintos niveles, donde se van sucediendo las coloridas puertas de entrada y las contraventanas de las distintas viviendas. En el interior, la planta acostumbra a ser estrecha y alargada, al igual que sucede en este apartamento.
El diseño de Nube Architetture refuerza la conexión entre el patio y la calle
Para potenciar la entrada de luz natural, los arquitectos refuerzan el diálogo entre las dos fachadas. La zona de descanso, más íntima, se orienta al patio interior para albergar el dormitorio y el rincón de estudio. Y la zona de día, que acomoda la sala de estar y la cocina en una misma estancia, se vincula a la fachada principal en el lado opuesto, donde dos generosos ventanales ofrecen unas privilegiadas vistas a la bulliciosa Corso di Porta Ticinese.
Los elementos originales que conformaban la identidad de la vivienda fueron restaurados y puestos en valor. “Cuando trabajamos en el diseño de apartamentos de este tipo es importante para nosotros respetar la memoria y las capas históricas, así como mantener el equilibrio adecuado entre pasado y presente”, afirman desde Nube Architetture. Por ejemplo, se preservaron las vigas de madera natural del techo de la sala de estar, que se dejaron al descubierto, o las ornamentales losas de mármol verde de los umbrales. También los dos nichos de las paredes de la cocina, donde antiguamente estaban unas viejas aberturas que conectaban con la vivienda contigua.
La habilidad de improvisar un rincón de estudio bajo la ventana
Los arquitectos liberaron todo lo posible el espacio para aprovechar cada metro cuadrado al máximo. Dispusieron importantes piezas de mobiliario y almacenaje de manera perpendicular a las fachadas, como la isla y los gabinetes del frente de la cocina. Y también tuvieron la habilidad de improvisar una pequeña, pero práctica área de estudio en la zona de entrada, bajo la ventana que ilumina el dormitorio.
La circulación fluida se potenció en los distintos ambientes con la incorporación de sutiles formas curvas. Están presentes en el arco de la entrada y en la puerta que conecta las zonas de noche y de día. También ayudan a suavizar el contorno de las paredes del baño, el único volumen cerrado de la vivienda. Y, al mismo tiempo, sirven de inspiración para otros elementos que definen la nueva decoración. Es el caso del negro riel metálico, suspendido del techo de la cocina, que realiza la función de soporte de los focos que iluminan la isla. Además, este mismo diseño se utiliza en el dormitorio para colgar la cortina que separa la cama del área de estudio, y que permite ocultarla por completo cada vez que haya invitados. El propietario es “un joven que a menudo trabaja de forma remota. Sin embargo, deseaba un espacio agradable para recibir y organizar cenas con familiares y amigos”, cuentan los arquitectos.
La vivacidad de los pigmentos verde y amarillo realza la calidez de la madera
La tarima de roble natural crea una atmósfera acogedora en los interiores. Su combinación con el blanco de las paredes y las carpinterías maximiza la luminosidad y la sensación de confort. Las notas de color la introducen los elementos de mobiliario. Llaman especialmente la atención los gabinetes del frente de la cocina y el armario del dormitorio, que están fabricados con MDF lacado en amarillo. Aunque la nota de color más intensa se aplica en el baño, donde la encimera del lavabo y la zona de la ducha se revisten de azulejos verdes.
Por otro lado, los arquitectos aprovechan el espesor de las paredes del baño para crear una estantería empotrada en el interior y almacenaje extra en las zonas de la cocina y el comedor, donde se esconden el armario de la limpieza y la lavadora. Los diminutos huecos circulares de la ducha dejan pasar la luz natural, al mismo tiempo que decoran de manera divertida el rincón del comedor. Aunque la pieza más especial es la antigua chimenea. “Nos gustó la idea de conservarla como un elemento original e integrarla dentro del área de la cocina. Es funcional, pero no se puede utilizar, ya que la normativa actual de Milán no permite el uso de chimeneas de leña”, explica el equipo de Nube Architetture, que ha sabido transportar con naturalidad la esencia de este apartamento al modo de vida contemporáneo.
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Créditos de Apartamento in Corso di Porta Ticinese:
Arquitectura: Nube Architetture
Equipo: Jacopo Breda, Giulia Turatto, Beniamino Brambilla
Localización: Milán
Año de finalización: 2024
Superficie: 70 m2
Colaboradores:
Constructora: Edil A.G.M.
Carpintería de muebles: Arredo 90 srl
Cortinas y sistema de iluminación: Stagetech srl
Fotografía: Nicolò Panzeri
