¿Cuántas veces hemos soñado despiertos?. A veces, sin ni siquiera darnos cuenta, estamos viviendo en el interior de nuestra mente, dejando pasar la realidad que tenemos delante de los ojos. Quizá la vida es en ocasiones demasiado dura, y preferimos encerrarnos en nuestra zona de confort mental, creada a nuestra medida.
Aloys, la impresionante ópera prima de Tobias Nölle, premiada este año en la Berlinale, es un canto a ese ecosistema paralelo que a veces creamos, para escapar de un angustioso mundo real. Aloys, nuestro protagonista, se ve sumido en una profunda depresión, tras la muerte de su padre, e intenta escapar dando rienda suelta a su creatividad. Su arte, se basa en cintas de vídeo de un contenido realmente pertubador. Pero un día tras quedarse dormido en un autobús, le roban ese pedazo de su vida ilusoria, sus cintas, y se inicia con ello, un juego irreal de muñecas rusas, que sume a Aloys, en una auténtica mentira verdadera.
Con ecos de la carretera perdida de David Lynch, del amor desde punto de vista Heriano de Spike Jonze y de el voyeurismo made in Hitchcock, Nölle construye un relato potente, lleno de claroscuros y de personajes familiares y a su vez, misteriosos y desconocidos.
La fotografía preciosista y tenebrosa, hace que nos introduzcamos en esta espiral de espejismos y medias verdades a partes iguales, y consigue que nos mimeticemos por completo con el personaje principal.
Una banda sonora fría y que juega con los silencios de manera magistral, construye una atmósfera inquietante, que nos introduce de lleno en el texto.
Sin duda Aloys, es de esas películas que nos demuestran que la magia del cine realmente existe y que su esencia, permanece intacta. A lo largo del film, consigue que nuestros receptores, se pongan en alerta y bombeen sentimientos encontrados, como angustia y felicidad. Y si esto no es cosa de magos, sin duda es algo extraordinario.
Alloys dirigida por Tobias Nölle y premiada en el Festival de Cine de Berlín, se estrena este viernes día 2 en cines.
