¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

LA MARCA DE WHISKY ESCOCÉS NOS REGALA LA AVENTURA DEL VERANO

El estío parece que termina, no nos da tregua. Cuando pensábamos que nos iban a regalar unos días más de buen tiempo, llegan las lluvias y los días grises y con ellos el recuerdo de lo bien que lo hemos pasado, en mi caso, un mes como no recordaba otro desde que se le ocurriera a alguien regalarme el disfraz de Bioman (la serie que precedió a los Power Rangers) y que no me quité en aquel verano del 90. Y es que si algo recordaré de esta temporada estival que finaliza, será la aventura ‘cuttybandista’ que me marqué de la mano de Cuttysark a bordo de sus tres veleros y recorriendo Baleares (de Ibiza a Formentera, para ser más exactos). Un acontecimiento totalmente clandestino con el que se rememoraba la historia de la prohibición y contrabando llevados a cabo durante la Ley Seca americana, rindiendo marítimo homenaje al capitán Bill McCoy, el mayor cuttybandista de la historia, quien distribuía el whisky sin adulterar desde las Islas Barbados hasta los principales puertos de Norteamérica. Tres capitanes al mando de una tripulación formada por los mejor formados marineros y los más entregados grumetes que se dejaron la vergüenza en casa para, disfrutar de unos días en altamar, navegando a través de los más clandestinos rincones pitiusos y cargando sus jarras con bien de vitamina. Energía para poder enganchar un día con otro y donde las puestas de sol, el alcohol (siempre con moderación), la gastronomía, la música electroswing, los improvisados speakeasies en cubierta o las mejores discos ibicencas en tierra, nos hicieran celebrar no solo el estilo de vida grumete de los años 20 sino, 90 años después, aquella Ley Seca que corría por las venas de tantos amantes del buen whisky. Un curso intensivo de vida pirata/lobo de mar donde de la mano del capitán Pepe supimos diferenciar la proa de la popa o términos como ‘abitadura’, ‘codera’ o ‘mesana’; donde el mar no era mar sino paraíso; el resto de grumetes, no eran simples compañeros de viaje sino familia y donde los vaivenes del histórico velero, no eran motivo de mareo ni vomitona transitoria, sino la excusa perfecta para subir la música y seguir brindando como cuttybandistas que somos y seremos por mucha ley que nos quiera cortar las velas.

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!

¡AL ABORDAJE CON CUTTYSARK!