Adaptación cinematográfica: ¿cuál es la forma más adecuada para verlas?, ¿mejor leer el libro o ver la película?
¿Cuántas veces has escuchado que el libro es mejor que la adaptación cinematográfica? Desde los orígenes del séptimo arte se han llevado obras de otras tipologías a la pantalla, desde literarias hasta obras de teatro. Relatos ya existentes que sufren una transformación para llevarse al cine. Descubre aquí como disfrutarlas.
Imagen superior: el señor de los anillos es una de las grandes sagas adaptadas de la historia.
Orson Welles en la película que él mismo dirigió sobre Macbeth en 1948, es considerado uno de los grandes genios de la adaptación, al igual que Hitchcock y Psicosis (1971).
1. Las comparaciones son odiosas: la adaptación cinematográfica es una obra nueva y diferente
A esta transformación se le llama adaptación, puesto que modifica elementos del relato original para adecuarlos a un nuevo formato con características y necesidades diferentes. No es lo mismo una novela gráfica que una serie, o que una novela. La extensión, el lenguaje y los recursos expresivos y narrativos con los que cuenta cada formato son diferentes. Es importante tener en cuenta que la adaptación cinematográfica es una obra en sí misma, independiente al relato primigenio que la inspiró en cuanto a su valor como bien artístico. Aunque las comparaciones son odiosas, son muy comunes. Y es un error enfrentarse a una película adaptada como un volcado al cine de la obra original sobre la que está basada.
Las adaptaciones cinematográficas toman ciertos elementos que son el origen de esta nueva obra, como la trama principal, y que hacen surgir esta nueva historia. Este punto es normalmente el foco principal de críticas porque las obras adaptadas no plasman de forma literal la obra original. ¿Cómo se pueden condensar 500 páginas de una novela en 120 minutos de película? Es normal que el director adapte las tramas, y la historia en general, para tomar aquellas que se pueden desarrollar mejor en pantalla. Al igual que también es normal crear nuevos arcos dramáticos e incluso personajes en busca del buen desarrollo de la historia cinematográfica. Por esto, la postura correcta para lograr disfrutar de ambas obras es hacerlo por separado, como obras independientes. No en cuanto a considerar la adaptación cinematográfica como una historia inédita, pero sí como una obra original en sí misma.
Un ejemplo de adaptación cinematográfica de una obra de teatro es Romeo y Julieta, de Shakespeare, llevada al cine por Baz Luhrman con Leonardo DiCaprio y Claire Danes.
2. ¿Quién es el autor de una adaptación original? Creador original vs director cinematográfico
Es indiscutible la autoría del creador original sobre la primera obra que da lugar a una posterior adaptación cinematográfica. Sin embargo, los derechos de autoría de la adaptación cinematográfica pertenecen siempre al director de la película. Es él el autor de esta nueva obra aunque tome la trama, parte de los personajes o de la historia para crear el largometraje. Es común que en el caso de un relato escrito el autor participe o supervise el proceso de guion. Sin embargo, siempre con la autorización previa del director, que es quien toma las decisiones de la película que está creando. Es así en tanto que él decide qué partes se respetan y toman de la obra original y qué nuevos elementos necesita el relato para su buen funcionamiento en el cine.
Al mismo tiempo, es común que el director se deje influir por el estilo del autor de la obra primigenia. Y también es normal que se empape de él para comprender e interiorizar el relato. Sin embargo, la adaptación cinematográfica siempre llevará el sello personal del director, que impondrá su estilo a la hora de dirigir. Este cuenta con sus propias referencias y gusto personal y en calidad de autor tiene la potestad de decidir sobre el bien artístico que crea.
Los cómics también son un formato recurrente en el género de la adaptación y algunos de los más conocidos son los de Marvel, que han dado lugar a Los Vengadores.
3. ¿Qué es una buena adaptación?, ¿cuál es la mejor forma para disfrutar de una adaptación
La opinión generalizada apunta a que la mayoría de las adaptaciones son malas películas. Dejando a un lado la -enorme- parte subjetiva de la cuestión, la crítica suele dirigirse a las diferencias con la obra original y no a su calidad como obra en sí misma. De forma sencilla: una buena adaptación será aquella que sea una buena película. Sencillamente una mala adaptación será siempre una mala película, pero no al revés. Una mala adaptación hablando de sus diferencias con el formato original puede ser una buena película por sí misma. Es decir, aquella que teniendo en cuenta sus diferentes elementos logre esa calidad, independientemente de la obra original que sirvió como germen de su creación.
Por lo tanto, para poder disfrutar de una adaptación cinematográfica la forma más adecuada es dejarse sorprender por esta nueva obra artística tratando de evitar comparaciones con la original. La posición de esperar que el largometraje recupere y traslade todos y cada uno de los elementos a la gran pantalla es una situación equívoca y errónea que no tiene en cuenta las diferencias entre formatos. En definitiva, las adaptaciones cinematográficas transforman buenas historias nacidas en novelas, obras teatrales u otros formatos para llevarlas al lenguaje del cine. Los elementos de cada formato son diferentes y la buena ejecución de las mismas conlleva estudiar qué necesita cada uno y cómo proceder a la hora de tomar decisiones como suprimir tramas y personajes o crear otros nuevos.
El Padrino (1972) de Coppola es otro de los grandes clásicos adaptados.