El quinteto granadino presenta su segundo álbum, “El amor está en la tierra”. Una apuesta por el eclecticismo y la oscuridad.
En este 2016 hay un nuevo corazón del que brotan venas y arterias que parecen árboles, asentado sobre las fértiles tierras de un mundo que a veces no sabe dónde mirar, aunque él mismo sea el sustento de su propia suerte. Hay nueve canciones que marcan el pulso, que alborotan los credos más convencionales del monolito sonoro desde una cama de slowcore y vocación transgresora. Donde la electrónica se confía a la innovación y el pop rock subyace a sus órdenes, en unas letras acaparadoras y solemnes que mantienen intacto el espíritu de la dark wave, hoy transformada en una apuesta ganadora, la de Trepàt. Desde su Granada natal, esta banda de cinco que debutó en 2014 con “La fiesta oscura”, ha vuelto a confeccionar una colección de certezas, enfundadas en sonidos del ayer. Se han empapado en la fuente de la eterna juventud y ahora se reúnen en un segundo álbum, “El amor está en la tierra” (Miel de Moscas, 2015), con el que seguir estampando el ritmo cardíaco como oradores de la decadencia, bajo un sol que les siga permitiendo echar raíces.
¿Cómo es la transición desde la penumbra de “La fiesta oscura” hasta el positivismo relativo de “El amor está en la tierra”? En ese sentido no hay nada premeditado, el cambio si lo hay, ha surgido de forma natural, quizás sea un mecanismo de supervivencia dados los tiempos que vivimos.
¿Cuáles han sido los preceptos desde los que partisteis cuando llegó el momento de dar vida a este segundo álbum? Simplemente queríamos una producción con más matices electrónicos, esto no tiene nada que ver con el estilo ni el tipo de música, simplemente nos apetecía utilizar las tecnologías contemporáneas para poder crecer, experimentar.
En una evolución siempre hay descartes y adopciones. ¿Qué habéis desechado del sonido de vuestro debut para este nuevo disco, y con qué os habéis atrevido? Más que descartar ha sido buscar nuevas texturas, dándole más importancia a otros elementos que no son la clásica formación rock (bajo, guitarra, batería). Los sintetizadores y las percusiones electrónicas han tomado protagonismo en la instrumentación del disco. En cuanto a las guitarras, en ocasiones el sonido es más sucio y de ultratumba y en otras brilla cargado de chorus como las bandas que nos gustan de los ochenta. El bajo gana personalidad y fuerza, en canciones como “Crack” se convierte en hipnótico. Nos encantaría llevar más subwoofer pero las salas no suelen estar preparadas.
Las influencias de Parálisis Permanente, Derribos Arias e incluso Décima Víctima o La Dama se Esconde continúan presentes en vosotros… ¿de qué manera habéis actualizado el legado de cada uno de ellos? Estas influencias quizás se vean reflejadas en la actitud, la oscuridad de la base instrumental, la originalidad de las letras, la peculiar voz de Juanlu o su propia forma de cantar (a veces susurrando, a veces delirando). También imagino que la predisposición a experimentar nuevos formatos de directo e incluso nuevos sonidos que jueguen con las etiquetas es algo que nos acerca a ellos. Por supuesto que las herramientas del directo han evolucionado y es asombroso lo que se puede llegar a hacer. Probablemente esta sea la forma en la que hayamos actualizado ese legado, primero a nivel compositivo añadiendo sonidos más contemporáneos y segundo sobre el directo, incorporando elementos sonoros previamente grabados y secuenciados mediante software y controladores midi.
De la escena patria actual… ¿Es el Columpio Asesino una de vuestras influencias? Nos encanta El Columpio Asesino y la fuerza de su directo, la evolución de sus discos y su originalidad. En nuestra trayectoria también nos han influido grupos nacionales como los venerados Manta Ray, TAB, Pony Bravo, Guadalupe Plata o todos los experimentos de Corcobado, entre otros. De los más actuales quizás Nudozurdo, El Niño de Elche, Pumuky, El Último Vecino, Hölograma o Papaya, aunque la verdad es que las últimas referencias de cara a este disco vienen de fuera.
Vuestras composiciones, tanto en lírica como en instrumentación, son originales y atrevidas… ¿hasta dónde estaríais dispuestos a llegar? Siempre que creas una canción, que la grabas, en cierto modo estás marcando un límite, tu propio límite. Lo divertido para nosotros es desarrollar esa creatividad, la idea es crecer, ¿hasta dónde? pues no sabemos, en el siguiente disco si quieres lo volvemos a plantear.
Bebisteis de la Literatura para poner nombre a vuestra banda, pero ¿influye de alguna manera en vuestra música? Por supuesto que influye, empezando por las letras, el imaginario lorquiano que invade la ciudad de Granada nos influye irremediablemente. Juanlu crea personajes a veces ficticios a veces reales, introduce la tragedia en las canciones, la pérdida, el abandono, la soledad del individuo y el amor por encima de todas las cosas. En este último disco probablemente haya destacado la idea de superación, la esperanza frente a los problemas, la actitud optimista aplastando la negatividad que nos rodea en los deprimidos tiempos que vivimos. Tiempo de crisis, ansiedad y precariedad por el que muchas veces nos vemos realmente afectados. También es un elixir de la juventud El amor está en la tierra, nuestros problemas los resolvemos a nuestra manera. Algunos libros que últimamente nos han emocionado han sido “Energy Flash” y “PostPunk: Romper todo y empezar de nuevo” de S. Reynols, (juraría que estos libros han alimentado el espíritu PostPunk del disco), poesía y teatro de Gómez Arcos, “El almuerzo desnudo” de Burroughs y “Trópico de cáncer” de Miller.
Un tema vuestro encierra numerosos pasajes y texturas, como si dentro de cada canción hubiera varias canciones, “Onix” y “Retrofestiva” son dos buenos ejemplos de ello… ¿es complejo vuestro proceso creativo? Lo cierto es que no es sencillo, es una mezcla entre una idea espontánea y una idea re-pensada. Solemos darle bastantes vueltas a las canciones hasta que nos convencen a todos. Al principio los temas son bastante dinámicos, Juanlu trae el boceto de canción y los demás comenzamos a aportar matices, ritmos, personalidad. De esa idea original cambiamos partes, incluso a veces la estructura, y puede que esos pasajes que nombras los encuentres en las capas de sintetizador por las que experimentamos. Es gracioso, cuando un tema nos gusta pero no acaba de convencernos en su conjunto, solemos pensar que llegará el sinte perfecto que lo arreglará, el bendito sinte como caído del cielo. Es muy común que un día en el ensayo nos sobre-emocione una canción nueva y a la semana siguiente se caiga por su propio peso.
Ese “Arranca, arranca, arranca…” que repetís hipnóticos en “Torturas en los bares de la ciudad” denota el poco miedo que tenéis a la innovación ¿estáis al tanto de lo que triunfa o vais a vuestro aire y eso os hace más libres en la composición? Ambas cosas, tenemos influencias muy distintas desde el Corcobado cantando a voz grave “Sombras nada más” al McEnroe de “Mundaka” o a los ritmos hipnóticos de Suuns o Suicide (nos flipan). Nos gusta estar al tanto de las publicaciones de aquellos a quienes admiramos y también de las novedades, sobre todo las vanguardistas (por ejemplo El Niño de Elche nos taladró el cerebro en su directo este 2015). No componemos buscando el hit pero a veces sale y eso es cojonudo. Básicamente componemos para estar satisfechos con nosotros mismos y eso sí, en esa libertad mandamos nosotros.
Por cierto, decírmelo claro ¿cuál es esa tortura de la que habláis? Ese “¡arranca, arranca, arranca…!” es un ¡vámonos de aquí, pero ya! algo chungo está ocurriendo pero ¡eh! por lo menos llevamos un par de pistolas y, otra cosa importante, por la calle hay caballos de colores, eso da muy buen rollo (risas). Es un mensaje metafórico, es una ironía hacia la noche, una sátira sobre la hipocresía y frialdad con la que a veces uno se topa en los bares…cada uno puede imaginar su propia tortura y en su propia ciudad.
Prodigáis el minimalismo en canciones como “Crack”… ¿en qué momento sabéis que un tema está terminado y así es como verá la luz? Es curioso en vosotros la originalidad de tempos que parecen inacabados siempre… Gracias por tu sensibilidad al apreciarlo. Crack nos encanta, es una de esas canciones que al tocarla un escalofrío recorre nuestra espalda hasta la cabeza y luego se baja a los pies. El bajo suena como desafiante y esa caja a gloria… Y es curioso que preguntes por este tema además hablando de Crack. La canción consta de dos partes totalmente distintas con una transición-puente en medio que las une. Nuestro productor Marcos Muniz se volvió loco con la mezcla de este tema en particular (y nosotros también). Vivimos un amor-odio en cuestión de horas. Finalmente se terminó un día antes de mandarla a masterizar. Nos encanta, en directo tiene mucha fuerza.
Sin embargo las piezas de multiinstrumentación y atmósferas cargadas también están presentes, es el caso de “La playa” y “Amanece”. ¿Os van los extremos o es más cosa de esa atracción por los polos opuestos? Una mezcla de las dos cosas, en el disco queríamos que hubiera paisajes sonoros distintos para poder representar una historia en la que hay momentos de euforia y de evasión. En cuanto a esas atmósferas cargadas de sintes a lo Blade Runner o Terminator y los mellotrones emulando voces angelicales robotizadas…para hablar de todas esas texturas recurro de nuevo a Marcos Muniz, quien supo ayudarnos a encontrar el sonido perfecto en la producción, post-producción y mezcla de este viaje a la playa, al amanecer.
¿Es la electrónica ese complemento perfecto para la música? ¿De qué manera os nutrís vosotros de ella: como base, para completar detalles de vuestros instrumentos…? La electrónica es simplemente un elemento más con el que podemos jugar, en el que te puedes apoyar a la hora de plasmar alguna idea que se te pasa por la cabeza. Pero un elemento bien potente. La verdad es que solemos escuchar mucha música electrónica, también nos gusta disfrutarla en directo (cuantos más watios mejor) y por supuesto bailarla. (Nos apasiona el buen sonido de una sala, también a veces organizamos fiestas con sesiones de amigos por el mero disfrute de la música). Y en cuanto a nuestra nutrición de la electrónica, seguramente se vea reflejada en las bases y percusiones electrónicas de Sola (quien incorpora a su set de batería un módulo electrónico) o en el set de sintetizadores de Dani (dos sintes y una controladora, launchpad con software para samples y un controlador con mellotrones), también los bajos son contundentes y nos gustan bien fuertes (en la electrónica es algo esencial). En definitiva la electrónica es un idioma muy inspirador y que transporta muchas emociones.
¿La oscuridad es donde encontráis la verdadera fuente de inspiración? Con “Pasión y visionario” y “Caballo” os habéis lucido… Nos gusta esa oscuridad, los sonidos graves, las voces insinuantes y desgarradoras. Nos sentimos cómodos a la hora de plasmarla en música, como si fuese el pasaje de una peli de Lars Von Trier, de Melancholía por ejemplo.
¿Puede ese eclecticismo que protagoniza vuestra música confundir y despistar al público? Eso te lo tendría que responder el mismo público.
¿Qué tres palabras definen fielmente a Trepàt y su sonido? Fiesta, Oscuridad y Amor (cualquier orden de las palabras valdría por igual).