A lo largo de doce años y tres discos, el cuarteto gallego se ha erigido como una de las bandas más representativa de los páramos alternativos de nuestro país.
En contra de una lógica establecida, amantes nocturnos de la entropía y buscadores de fórmulas que no lo son, pero con las que han aprendido a conquistar instintivamente. Hoy, en los primeros pasos de este 2016 irrumpen con su cuarto trabajo, “Salve Discordia” (Mushroom Pillow, 2016). Un disco producido por Carlos Hernández, con quien ya trabajaron en su debut, y que se presenta en fondo y forma como un conjunto de alegorías que habitan en lo contemporáneo. Con él vuelven a demostrar una vez más la ensoñación urbana que prodigan a base de un código críptico y una ascesis callejera con la que moldean el ruido. Porque en pleno huracán de distorsiones sucias y coléricas, encuentran momento para el death pop, y porque los tintes fantasmagóricos e hipnóticos que siempre han envuelto su sonido ahora también lucen desde la templanza. Desde un ático del centro de Madrid, Rodrigo (voz y guitarra) y Zippo (teclado y guitarra) me ayudan a descifrar algunos de los mensajes e intenciones de este “Salve Discordia”, un disco que esconde secretos y en su no confesión se encuentra la magia.
¿En qué momento de Triángulo de Amor Bizarro llega “Salve Discordia”? Llega en nuestro mejor momento, un momento en que cada vez estamos tocando mejor. Es verdad que hay etapas en que te estancas un poco en tu propio sonido, pero hay tiempos ricos de creatividad que suelen coincidir con cuando escuchas música nueva a la que no estás habituado. Esto te abre mucho el espectro, y ahora estamos justo en ese momento.
Digamos que permitiéndoos experimentar, ¿no?
Eso es, escuchando músicas nuevas, sujetos a formas de tocar distintas… En este disco hemos abierto mucho más ese espectro.
Un cuarto disco para bandas que van probando las mieles de diferentes estilos y tendencias es definitorio, pero ¿cómo es para una banda como vosotros con un sonido tan asentado?
Con este disco lo que hemos conseguido ha sido identificar más lo que realmente marca nuestro estilo y lo que nos define como banda, para separarlo de otras partes que estaban presentes y que no era tan importante que lo estuviesen. Hemos simplificado mucho la base del grupo, seguimos sonando a nosotros pero hemos quitado esas capas que no eran tan necesarias y lo hemos enriquecido con música nueva.
Imagino que estos nuevos métodos os habrán obligado a hacer algún descarte de cara al tracklist de este nuevo álbum… Sí, es verdad. Hay una canción que canta Isa, que además es la canción más triste que hemos hecho nunca, que no hemos sacado en este disco pero por cuestión de formato, porque ya nos íbamos al vinilo doble. Pero queremos sacarla de alguna manera y en algún momento, porque además tenemos más canciones que no hemos terminado, ideas nuevas… Así que algo haremos sí.
Hay canciones que tienen su propio destino y no siempre coincide con el momento que se vive… Es justo eso, porque fíjate en este disco el tema “Luz del alba” se concibió en la época de ‘Victoria Mística’, nuestro anterior disco. Fue de las primeras que salieron en las sesiones de ese disco y nunca conseguíamos acabarla, así que para este disco la retomamos y aquí está. De repente le hemos encontrado el sentido en ‘Salve Discordia’.
A juzgar por el título de este nuevo álbum, ‘Salve Discordia’, continuáis en la misma línea trascendental que ya vimos en trabajos anteriores como ‘Año Santo’, ‘Victoria Mística’… ¿pero qué queréis transmitir exactamente esta vez? Es una oda al fallo del sistema. El propio sistema musical occidental tiene un error que se traduce en diferentes estilos de música, estos en definitiva no son más que soluciones a ese problema, a ese fallo. En la época de la música aristotélica hay un error, hay unas notas ahí, un vacío en las octavas que no se acaba de cerrar nunca; y esto aparece en todas las músicas del mundo. Por ejemplo en el blues es la famosa blues note. Es un sistema que matemáticamente no debería estar, y la solución a intentar solventarlo es un estilo de música diferente. Y es justamente en ese vacío, en ese margen, donde nace todo el proceso creativo de la música.
Y aquí es donde entra en juego el caos y el instinto de la creatividad… Eso es. El ser humano tiene la fijación de ordenarlo todo, de hacer sistemas, de hacer modelos que expliquen todo, pero siempre hay algo que no se puede explicar, que se escapa a la mente humana. ¿Por qué una canción te gusta y otra no? ¿por qué siendo músico hay algunas cosas que te salen y otras no? Aquí es donde reside la magia, no todo puede resolverse científicamente, y eso es lo que ahora más nos interesa a nosotros ahora mismo.
¿Seguís siendo caóticos a la hora de componer? Sí, siempre ha sido así. No nos gusta seguir ninguna fórmula, cada vez que empezamos un disco hacemos como si no recordáramos nada de lo anterior, como empezando de cero. Y al final llegamos siempre al mismo punto o parecido, pues cada disco tiene sus matices; pero cuando llegamos a ese punto, que es nuestra identidad, es cuando sabemos que está bien. Nos gusta llegar a puntos similares pero por caminos diferentes.
¿Y a nivel conceptual hay algún significado concreto en este ‘Salve Discordia’? El mar está más presente que nunca. En Galicia hay una relación muy especial con el mar, se le respeta casi tanto como a Cristo, se le trata con cualidades y carácter casi humanos. Ese respeto y miedo al mar, porque lo mismo que te da mucho también te lo quita, está en ‘Salve Discordia’. Al final todas nuestras familias están relacionadas de alguna forma con él y eso se mama desde pequeño. Es un tema que siempre ha estado presente en nuestra carrera, pero en este álbum está mucho más meditado.
¿Cuál es el salto cualitativo más significativo de Triángulo de Amor Bizarro en este disco con respecto a trabajos anteriores? Las baterías suenan mucho mejor. Además, en este álbum hemos contado con más tiempo. ‘Año Santo’ tuvimos que grabarlo muy rápido y el trabajo en el estudio estuvo muy presente. El sonido de la guitarra en esos primeros discos no es un sonido real, está tratado, y aunque está hecho con capas de guitarras reales, luego a la hora de llevarlo al directo costaba bastante. En cambio, con ‘Salve Discordia’ hemos conseguido simplificar al máximo lo que somos nosotros, nos hemos metido en el estudio y hemos sacado el sonido en origen, y de ahí ya hemos empezado a jugar. Este disco es mucho más natural.
Además de lo que comentáis desde dentro, desde fuera la sensación que me ha dado al escucharlo es que os acercáis más que nunca al pop, por ejemplo en “Barca Quemada”… Intentamos hacer canciones bonitas dentro de nuestro “idioma”. Sí, son más pop, y son mejores canciones. Son las mejores canciones que se han hecho en esta banda, y viene de esto que estamos comentado, de esa simplificación que hemos experimentado. Las voces de Isa están más desarrolladas también… Todo esto se ha ido consiguiendo con el tiempo, que al igual que vas perdiendo cosas por el camino, también vas ganando otras. Nosotros intentamos que la pérdida sea lo menor posible. Como es el cuarto disco queríamos hacerlo muy inmediato, que nada se interponga, un disco visceral.
Hay dos registros claros en ‘Salve Discordia’: los pasajes más dulces y asequibles con Isa al frente de las voces principales, como es el caso de “Seguidores”; y los temas más coléricos como “Gallo negro se levanta” o “Nuestro siglo Fnord”… ¿cómo hacéis para equilibrar los dos pesos de la balanza sin que ninguno pierda sentido? Identificando lo mínimo en nosotros como banda, con lo que seguimos siendo reconocibles. Nos sentimos identificados con ambos registros, aunque sean temas muy diferentes las canciones son muy nuestras. Hay canciones que descartamos por el camino, pero hay otras que al tocarlas se sienten de otra forma y, aunque suenen distintas entre sí, sentimos que tienen que estar. No es algo premeditado.
¿Hasta dónde nos tenemos que remontar para encontrar las raíces del sonido de Triángulo de Amor Bizarro, en el punk, en el postpunk…? Hay épocas en las que te marca un tipo de música diferente, la música que se escucha de adolescente te marca mucho, por ejemplo. Hemos escuchado mucho punk, mucho heavy, mucho hardcore, mucho indie de los 80… Nosotros cuando empezamos con el grupo, más que pensar en qué tipo de música queríamos hacer, lo que hicimos fue experimentar con los instrumentos; y poco a poco vas montando tu sonido y después sobre ese mismo vas cambiando y evolucionando. Pero para contestar a tu pregunta, nosotros mamamos de grupos de pop y de rock and roll.
Pero sí que hay palos que no tocaríais nunca… El flamenquito. No el flamenco, sino el flamenquito. En Galicia no hay flamenco. Hay cosas que nos gustan mucho del flamenco, pero sería imposible que pudiéramos hacerlas porque se nos escapaba. Es como el afrobeat, pues nos pasa igual, y hay fracciones que nos gustan mucho, Fela Kuti es uno de los mejores músicos de la historia, pero tampoco podríamos aproximarnos nunca a ese sonido.
En cambio sí jugáis bastante con la electrónica… Nosotros vamos a fuego en cuanto a la electrónica burra, rollo analógico, caja de ritmos y tal. Es verdad que ese sistema no es sencillo, hace que estés muy limitado, pero cuando te sale es la hostia y nos encanta desde siempre. Si no nos hemos metido más hasta ahora es porque en el directo te obliga a llevar claquetas y someterte a la dictadura del metrónomo, tienes que andar fijando todo eso. Y eso sí que no lo queremos, por lo menos de momento.
¿Qué le pedís al 2016? Que el disco guste, poder tocar mucho y volver a salir fuera. En Latinoamérica funciona muy bien nuestro sonido. Este verano estuvimos también en Estados Unidos y la comunidad latina allí está a tope con nosotros. Además tienen otra forma de funcionar, no tienen complejos ni prejuicios, en un mismo garito te suena Ricky Martin y después Sonic Youth sin problema, nadie se extraña.
Aquí en cambio esa disparidad es irreconciliable… Nada, tenemos mucho que aprender. El panorama en España está bien en el sentido de cada vez hay más bandas de calidad, pero por desgracia se rinden pronto porque no reciben ningún tipo de apoyo. Si nosotros seguimos adelante fue porque cuando empezamos tampoco teníamos nada que perder, no dejábamos mucho atrás ni arriesgábamos demasiado. Solo dejábamos empleos de mierda, carreras que no nos motivaban y esta fue nuestra apuesta.