Entrevistamos a Daughter

El trío londinense está de vuelta con ‘Not to Disappear’, un disco que abre su sonido a nuevas fronteras.

Existe un punto de inflexión en la carrera de todo músico en el que debe enfrentarse al siguiente problema: cómo evolucionar sin perder la identidad propia. En el caso de Daughter, cuyo álbum de debut ‘If you Leave’ (4AD, 2013) fue aclamado por crítica y público precisamente por lo personal de su sonido, la ecuación se complica aún más. Acogidos por la corriente del pop electrónico minimalista que se popularizó con The XX -con los que los han comparado en varias ocasiones- sus canciones crípticas pero profundamente sentimentales calaron gracias a su combinación con una música sencilla en las formas. Una fórmula ganadora para la cual era difícil encontrar sustituto.

‘Not to Disappear’ es el resultado de esa búsqueda. Un álbum más expansivo, denso y complejo en lo sonoro pero al mismo tiempo mucho más directo y afilado en su mensaje. El orden de los factores cambia, el producto se mantiene intacto. No ha sido pocas las operaciones que han tenido que hacer para llegar a la solución final. Casi dos años a base del método de ensayo y error y la ayuda inestimable del productor Nicolas Vernhes (Animal Collective, Deerhunter, The War On Drugs) han sido necesarios para poder completar unas canciones que suenan nuevas y al mismo tiempo familiares. Todo un ejemplo de evolución bien entendida que se estrena el próximo 15 de enero.

Aprovechamos su paso por Madrid para hablar con dos de sus componentes, Elena Tonra e Igor Haefeli sobre todas estas cuestiones.

 

¿Cómo ha sido la transición entre los dos discos?
Igor Haefeli: Creo que uno de los factores más importantes que han ayudado a esa transición ha sido tocar mucho en directo, desde que sacamos el primer disco hasta que nos metimos en el estudio a componer el segundo. El simple hecho de tocar los temas de ‘If you leave’ en el escenario y tener que ensayarlos durante tanto tiempo ha hecho que nuestro sonido crezca. Ha sido ahí cuando hemos aprendido a tocar como grupo, porque cuando grabamos el primer disco realmente nunca llegamos a ensayar, lo hicimos todo directamente en el estudio. Entonces llegó el momento de trasladar todo ese trabajo al directo y de repente vimos cómo las partes más ruidosas, más intensas crecían cada vez más. Cuando regresamos al estudio lo hicimos con ese conocimiento, sabiendo hasta dónde podíamos llegar en términos de sonido, y decidimos plasmarlo en las nuevas canciones.

Uno de las características que más se alabó de vuestro debút fue vuestro sonido, por considerarlo muy personal. Con esa evolución, ¿tuvisteis miedo de perderlo en algún momento?
Elena Tonra: Con cada nuevo paso que das tienes la sensación de estar desarrollando un nuevo sonido. Incluso desde los primeros EPs hasta el primer disco, y después hasta el segundo hay muchas cosas que hemos cambiado. Creo que lo esencial es que somos las mismas tres personas haciendo música, con una sensibilidad especial muy profunda, una manera muy personal de escribir y un gusto muy definido. Todo eso va a estar ahí siempre, independientemente del estilo de música o las letras que hagamos. Es la esencia de esos tres seres humanos. Contestando a tu pregunta, no nos preocupa (risas).

IH: Lo único que tienes que hacer es confiar en tu instinto y en que lo que estás haciendo te gusta. Además, nosotros siempre nos obsesionamos tanto con el sonido que da igual que sea exactamente lo mismo o no, siempre va a ser algo bueno. ¿Tu que opinas, este disco suena a Daughter o no?

Yo creo que suena bastante a Daughter. Y además, creo que con este disco se disipan todas las comparaciones con otros grupos.
IH: Sí, entiendo por dónde vas. Eso es bueno, ¿no? (risas)

¿Cómo ha sido el proceso de composición? Porque las nuevas canciones tienen muchas más capas de sonido, son más complejas musicalmente que las primeras.
IH: Ha sido algo muy natural. Ya con el primer disco seguíamos la dinámica de poner una capa, quitarla, volverla a poner, así hasta que creíamos que el resultado era el correcto. Con este disco ha sido igual, pero hemos sido más ambiciosos con los instrumentos y el sonido en general, así que el resultado es algo más denso. El proceso ha sido muy largo porque es complicado encontrar el equilibrio perfecto. Desde que empezamos a trabajar Elena y yo con las maquetas, luego con Remi y por último con Nicolas cada cerebro ha añadido nuevas ideas y opiniones que han ido mejorando -o no- las canciones. Hemos pasado así casi dos años. Al final lo importante es concentrarse en lo que quieres conseguir.

¿Hubo algún momento en el que os sintéseis perdidos?
IH: Yo diría que no. Bueno, estoy hablando por mí, a lo mejor los demás opinan diferente, pero yo nunca pensé: no puedo con esto. Sí que hubo momentos en los que dudaba de si seríamos capaces de sacar otro disco, ya sabes, cada vez que teníamos nuestras diferencias (risas).

ET: También nos ayudó ir a Nueva York a trabajar con Nicolas [Vernhes]. Habíamos pasado un año y medio componiendo el disco en Londres, y llegamos a un momento en el que pensamos que estaría bien tener una perspectiva diferente. Habíamos estado trabajando los tres de una manera tan cercana, tan intensa que creo que nunca hubiésemos sido capaces de grabar el disco nosotros solos, así que nos vino bien contar con alguien ajeno. Así que probablemente fue justo ese momento exacto antes de ir a Nueva York cuando sentimos más pánico, en plan: ¡socorro, que venga alguien a ayudarnos! (risas).

IH: El caso es que nosotros somos un grupo que quiere hacer sus propios discos. No queremos a nadie que nos ayude. Queremos crear nuestro propio sonido, escribir nuestras propias canciones, hacer lo máximo posible nosotros solos. Y también queríamos ir a un estudio a grabarlo profesionalmente, pero sabiendo exactamente lo que íbamos a hacer allí antes de llegar, así que trazamos un plan muy completo apoyado en las demos que habíamos grabado a lo largo del último año. Es innegable que una vez entras a grabar siempre se cambian cosas, hay una especie de magia en el estudio, pero la cuestión era ir muchísimo más preparados que con el disco anterior. Esa es la lección que aprendimos: saber exactamente lo que quieres antes de encerrarte a grabar.  

Hablando de Nicolas Vernhes, ¿fue fácil trabajar con alguien ajeno al grupo?
IH: Fue muy fácil. Para mí, como co-productor, fue genial trabajar con él porque coincidimos en muchas cosas, y siempre está bien tener a alguien que te apoye en ciertas decisiones, o que te enseñe cosas que no sabes, te de diferentes puntos de vista. Además es una persona que musicalmente está muy bien educada, y que ha trabajado con gente muy interesante, tiene muchas historias que contar. Ya solo por eso ha merecido la pena. También es cierto que involucrarse en nuestro grupo es muy complicado, porque queremos tener el control de todo lo que hacemos, pero creo que encajamos bien. ¿Tu que dices, Elena?

ET: ¡Yo le adoro!

Fue idea vuestra o de 4AD?
IH: Nuestra. Se lo sugerimos a 4AD porque Nicolas ya había trabajado con varios de sus grupos en discos que nos gustaban mucho. Contactamos con otras opciones, pero tras unas sesiones con él nos pareció que era la persona que necesitábamos.

 Pasemos a las letras. En este disco son mucho más directas que en el anterior. ¿Es algo hecho a propósito o salió así de manera natural?
ET: Salió así, lo que me asustó bastante al principio. De repente escribía de un modo en el que todo estaba ahí, a la vista, no escondía nada. Tuve que aceptar que así es como mi cerebro quería trabajar. Al final acabó siendo como una especie de bendición disfrazada, porque creo que eso era lo que necesitaba el disco, unas letras mucho más directas de lo que eran las anteriores. De algún modo necesitaba decir lo que sentía, sin ocultarlo detrás de una imaginería inventada.

Es lo que pasa cuando creces, ¿no?
ET: Puede ser. Sólo espero poder ser como Mark Kozelek en el futuro, escribir como él (risas). Estaría genial hacerse vieja y parecerme a Mark. La verdad es que no se cuantos años tiene, seguramente no sea tan viejo (risas).

Pero aunque el estilo es más directo, los sentimientos de los que hablas siguen siendo los mismos. ¿Aún usas la escritura como método de catársis?
ET: Escribir siempre ha sido una terapia, desde que empecé a hacerlo cuando era una adolescente. Para mí consiste en plasmar mis sentimientos, mis ideas, generalmente cosas negativas y transformarlas en arte, lo que las acaba volviendo positivas.

Algo que destaca en las letras de este disco es la repetición de algunas frases, como si se tratara de un mantra. Por ejemplo “I feel numb” en ‘Numbers, o “I don’t care” en ‘No care’. ¿Buscáis crear algo especial con esta técnica?
ET: Muchas veces da la sensación de estar en trance. Lo cierto es que no se por qué ha salido así, no era nuestra intención. Creo que simplemente era algo que tenía que ocurrir de esa manera.

IH: Depende, hay algunas canciones en las que yo insistí en repetir cosas, como alguna melodía que sientes la necesidad de escuchar una y otra vez. En otras simplemente ves la necesidad de insistir en una frase concreta para dejar clara una idea, como un…

ET: Como un martillo.

IH: Exacto.

En ‘If you leave’ había una correlación clara entre las letras y la música, ambas bastante oscuras, pero en ‘Not to Disappear’ esto se rompe a veces. ‘How’, por ejemplo, tiene un sonido brillante, casi feliz. ¿Buscábais ampliar el rango en lo musical?
IH: Hemos querido jugar bastante más con todas las opciones, y además está la idea de contraste. El caso es que no estoy totalmente de acuerdo con lo que dices respecto a que en ‘If you leave’ toda la música era triste. Yo creo que ahí ya había contrastes entre música más animada y letras más oscuras. Pero no digo que te hayas equivocado, simplemente es otra perspectiva. Sí que es cierto que en este disco hemos jugado con eso muchísimo más. A veces sólo se trata de dar un contexto diferente a las letras, algo distinto a lo que se supone que dicen, pero sin perder su significado, sino aportando otro matiz.

ET: Es muy interesante experimentar con esa idea. Incluso si las letras son deprimentes, hemos querido jugar con los tempos y las dinámicas. ‘How’ es un buen ejemplo, la hemos tocado en directo y es súper divertida, aunque lo que dice la letra no lo sea. Ese tipo de sentimientos opuestos funcionan muy bien en varias canciones.  

Entrevistamos a Daughter

El álbum se abre con ‘New ways’. ¿Declaración de intenciones?
Ambos: (risas)

IH: Fue literalmente la primera canción que compusimos. Cuando Elena y yo fuimos al estudio ya tenía una idea para un loop y se la enseñé: “¿qué te parece si metemos aquí unas cuerdas tocando estas notas?”. (ambos cantan). Y así fue como empezó la cosa. Seguimos trabajando sobre esa idea porque vimos que era un sonido con bastante potencial, era la primera vez que nos sentíamos a gusto desde que empezamos de nuevo a componer.

ET: Yo además tenía el verso que dice: “I need new ways to waste my time”. Lo saqué de la puerta de un baño mientras estábamos de gira. En Alemania, creo.

IH: ¡¿En serio?!

ET: Sí, estaba sentada haciendo pis y la leí, y pensé: “hey, esto mola mucho”. Se me quedó en la cabeza, en plan; “I need new ways, I need new ways”. Y cuando empecé a cantarla todo cobró sentido (canta).

Nunca sabes donde vas a encontrar inspiración.

ET: ¡Las paredes de un baño!

Ambos: (risas)

El primer single que habéis publicado ha sido ‘Numbers’. ¿Algún motivo especial?
IH: Bueno, antes de ‘Numbers’ ha salido ‘Doing the right thing’ como teaser. El caso es que nosotros somos un grupo “de disco” más que uno de singles. Los singles son algo de la industria, y ‘Numbers’ es una canción que por cómo suena y por durar cuatro minutos encaja bien.

ET: Yo creo que se trata de enseñar los diferentes registros del disco antes de que salga. No sé cuántos singles vamos a sacar, pero ‘Doing the right thing’ es un tema más personal y ‘Numbers’ muestra esa parte más electrónica experimental que hacemos ahora.

¿Cómo planeáis trasladar estas canciones más complejas a los directos?
IH: Aún estamos trabajando en ello. Desde que lanzamos ‘If you leave’ llevamos a un cuarto músico en los conciertos que toca todos los instrumentos que nosotros no podemos, así que para esta gira vendrá con nosotros también. Pero aún queda mucho trabajo. Algunas canciones son muy fáciles, pero otras no tanto porque nunca usamos pistas pregrabadas. Obviamente utilizamos loops, pero siempre de los que se pueden poner y parar cuando quieras. Si llevas pistas pregrabadas tienes que empezar desde el principio si te equivocas; con los loops si hay algún fallo siempre puedes continuar y arreglarlo sobre la marcha, es mucho más humano.

¿Qué me podéis contar de la portada del disco?
IH: Es la primera vez que nos atrevemos con una pintura. La pintora se llama Sarah Shaw, es de Brighton. Creo que es un cuadro muy interesante, ya que tiene un toque de misterio. También me gustan los colores porque rompen el fondo oscuro. Y la gente ve cosas diferentes en él, lo que me interesa bastante. Pero lo que más me gusta es cómo se relaciona con la música, ese contraste entre los colores más brillantes y la oscuridad de la noche en el fondo, y que haya elementos urbanos como coches, escaleras o cables eléctricos y otros naturales como árboles.

ET: ¿Tu has visto la calavera?

IH: No he visto ninguna calavera.

ET: Pues hay una. O puede que sólo sea una de esas cosas del psicoanálisis. ¿Cómo se llaman? Test de Rorschach, ¿no? Hay una parecida en el libreto. Es algo así como ver lo que una imagen refleja de ti, lo que eres capaz de ver en una obra de arte.

 

‘Not to Disappear’ está editado por 4AD y distribuido por Popstock!