Dormir no es solo una necesidad, también puede aumentar la inteligencia y estimular la creatividad
Esta sociedad hiperactiva nuestra, en la que hay que ser productivo cada minuto, se olvida de lo necesarias, por no decir imprescindibles, que son actividades fisiológicas como el sueño. Y no solo el nocturno. Sara Mednick, investigadora del sueño en la Universidad de California, rompe una lanza en favor de la siesta a mitad de la jornada, ya que, según sus estudios permite una recuperación de energía equivalente al reposo de toda una noche. Además reduce el riesgo de infarto, el estrés y favorece la creatividad. Y es que sueño y creatividad tienen mucho que ver. Según esta misma investigadora el sueño profundo, cuando se alcanza la fase MOR, o fase REM, ayuda a las personas a combinar sus ideas de forma novedosa, vamos, que pueden producirse momentos de genialidad. Albert Einstein, el paradigma del genio por excelencia, dormía al menos diez horas diarias y se echaba varias siestas al día. De hecho, Einstein afirmaba que su famosa teoría de la relatividad fue inspirada en una serie de sueños que tuvo entre abril y junio de 1905. En 2014 la revista New York Magazine publicó una interesante infografía donde comparaba los hábitos de sueño de 27 grandes mentes creativas de ayer y hoy. Scott Fitgerald se iba a dormir a las 3:30 y se levantaba a las 11 de la mañana. Marina Abramovic duerme alrededor de diez horas, mientras que Freud y Nabokov solo dormían 6, pero ojo, que muchos recurrían a esas terapeúticas siestas esporádicas.
Dormir, por tanto, puede ser efectivamente bueno para la creatividad, pero, ¿cómo recordar lo que hemos soñado? Los sueños se producen durante la famosa fase REM, es decir, cuando estamos profundamente dormidos. Además de tener siempre a mano un cuaderno y un bolígrafo para anotarlo todo, al despertar, es conveniente mantenerse en la misma posición en la que estamos y antes de movernos y empezar a pensar en otras cosas, intentar recordar lo que hemos soñado. Es bueno, mientras lo intentamos, focalizar la vista en algún objeto cercano. Anota cualquier cosa que recuerdes, y si no recuerdas nada, anota lo primero que te venga a la cabeza, puede que esté relacionado con tu sueño de alguna manera. También puedes anotar cómo te sientes anímicamente al despertar. Y si de verdad quieres recuperar tus sueños aprovecha los ciclos del mismo, que son de unos 90 minutos aproximadamente. Puedes ponerte el despertador varias veces durante la noche y es casi seguro que así recordarás lo que has soñado, ahora, si eres de los que le cuesta volver a conciliar el sueño mejor olvídalo y dedícate a dormir a pierna suelta.
Y ahora viene lo más difícil, ¿cómo interpretamos los sueños? Seguro que más de uno habrá echado mano de algún diccionario de sueños pero por lo visto esto no es nada fiable. Es decir, los sueños son algo muy personal, un reflejo de nuestras vivencias, y aunque los diccionarios pueden dar alguna pista, realmente siempre hay que interpretar los sueños en relación con uno mismo y sus circunstancias. Así que, por muy abstractos que sean, hay que analizarlos y pensar qué emociones ha provocado el sueño en nosotros y tratar de relacionarlos con nuestro estado emocional. Normalmente no hay que tomar de forma literal los sueños, es decir, si sueñas que te atropellan, no te obsesiones con ello, quizás simplemente quiera decir que te sientes menospreciado por alguien. Sé honesto y piensa qué quiere decirte el sueño. Y si quieres curiosear lo que sueñan los demás echa un ojo a la base de datos online de sueños del catedrático William Domhoff, seguro que más de uno te será familiar. “Nada sucede a menos que primero sea un sueño”, afirmaba el poeta americano Carl Sandburg. Pues a soñar tocan.