La maravilla hecha contención. La simplicidad hecha elegancia, el silencio hecho dolor.
No puede ser más expresiva esta cinta en cada una de sus escenas, secuencias, contraplanos, decorados sintéticos y verosimilitud tangible. Producida en el Reino Unido y dirigida por el debutante camboyano Hong Khaou, Lilting es un pedazo de ópera prima que llega con casi un año de retraso a nuestras pantallas, un fenómeno al que ya nos vamos acostumbrando por estos lares y que afecta a casi todas las películas europeas verdaderamente interesantes. Lilting trata la historia de una mujer china que vive en un geriátrico en Londres y acaba de perder a su hijo en un accidente. Un chico, que era la pareja del joven, intentará acercarse a la madre para no abandonarla durante su duelo. Pero hay varias barreras en su relación, sobre todo culturales. No hablan el mismo idioma, y además la madre no sabía que su hijo era homosexual. Frente a este panorama, el joven se esfuerza en generar un acercamiento con la persona que probablemente más entienda el valor de lo que él acaba de perder. De este punto de partida a priori sencillo, surge una historia llena de subtextos y aristas que se entretejen en un estilo narrativo pausado y lleno de verdad. La actriz Pei-Pei Cheng es la estrella del film. Se pasa callada media película pero te taladra con su mirada titubeante entre la mala leche reconcentrada y la ternura. Aunque como contrapunto, Ben Whishaw deja claro que es uno de los actores más alucinantes de su generación. Está soberbio y hace un buen tándem con Pei-Pei Cheng. Preciosa película sobre la incapacidad de decir la verdad.
“Lilting” se estrena en cines mañana, 28 de agosto