TEMPLES EN NUEVA YORKTEMPLES EN EL MUSIC HALL OF WILLIAMSBURG. Por Marc Muñoz

La banda inglesa de neo-psicodelia Temples saltó el pasado martes sobre el escenario del Music Hall of Williamsburg con esas vestimentas adquiridas en alguna tienda vintage del Soho, Covent Garden o Brick Lane, y con las mismas cabelleras frondosas que ya lucieron en su paso por Barcelona hace un par de años con motivo de la fiesta de presentación del Primavera Sound. Desde entonces su popularidad ha crecido a la medida que su primer disco, “Sun Structures”, iba obteniendo buena acogida crítica y calando entre un público cada vez más habituado a la corriente psicodélica.  En consonancia, como es lógico, su directo sale reforzado con respecto a anteriores encuentros donde partían más inmaduros. Así lo demostraron en su show en Brooklyn, firmes y seguros sobre el escenario, compenetrados a la hora de tejer su rock bañado en ácido que lanzaron a una audiencia donde padres, incluso abuelos e hijos parecían compartir con interés.   

TEMPLES EN NUEVA YORK

Una a una fueron desmenuzando con notable ejecución los temas que configuran su “Sun Structures”, pero sin dar un mínimo resquicio a lo aleatorio. No hubo espacio para la improvisación, ni se desmarcaron con alguna jugada inesperada. Fue un problema de actitud, de sosería, de estar demasiado estáticos sobre el escenario lo que disminuyó el impacto de su sonido para los que estábamos en su radio de acción.  Algo que quedó reflejado en la reacción fría de la parroquia. Tan solo con “Shelter Song”, “Mesmerise” o “Sun Structures”, sus temas más reconocibles, consiguieron extraer algo de emoción palpable entre los presentes.  La nota de color sorpresiva llegó tarde… y mal. Una especie de calamar gigante se paseó por el escenario mientras los cuatro miembros de la banda inglesa seguían fríos y obstinados ejecutando sus acordes.  Lo mejor de la velada fue comprobar que los nuevos cortes se entroncan en la misma línea positiva de su debut discográfico, respirando toda esa fragancia de la psicodelia británica de los años 60. Pero les falta sangre para trasladar su inspirado sonido encima de un escenario. Pese a la mejora, aún les quedan muchos bolos, y recorrido, para compararse a The Horrors, porque a Tame Impala es obvio que se les escapan del tablero. 
 
TEMPLES EN NUEVA YORK