UNA TOMA ÚNICA Y UN GRAN DESAFÍO
La soga (1948) fue la película que inauguró el plano secuencia como la proeza con la que llevar a cabo la narrativa de todo un largometraje. Inauguró también la estrategia de marketing enfocada a vender una película a través de una filigrana técnica. En aquella época, los rollos de película duraban 8 minutos, y transcurrido ese tiempo, la cámara debía ir a negro aprovechando que un personaje pasase de espaldas por delante de la cámara, aprovechando así ese milisegundo para cambiar el rollo de película antes de rodar otros 8 minutos. En ese sentido, la cuidada coreografía de actores, cámara, equipo y auxiliares solo debía ser perfecta durante 8 minutos. Lo cual era bastante llevadero. En el caso de Hablar, los avances tecnológicos han posibilitado que la toma única dure dos horas. El desafío es mayor, más agotador, más estresante, más de todo. Y Hablar es una película de narrativa complicada, con muchos personajes, y rodada en el barrio de Lavapiés. Un ejercicio alucinante de valentía, planificación, destreza, pasión… Es un ejemplo de cómo las ganas de hacer cosas suelen tornarse en monumentos a la brillantez. En una película tan coral como esta, los personajes resultan pintorescos, las situaciones ocurrentes y graciosas, y la ejecución de las interpretaciones brillante.
Entre el reparto de estrellas nos encontramos a la flor y nata de nuestro cine: Juan Diego Botto, Raúl Arévalo, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz, Sergio Peris-Mencheta, Estefanía de los Santos, María Botto, Goya Toledo, Antonio de la Torre, Mercedes Sampietro, Carmen Balagué, Secun de la Rosa, Nur Levi, Melani Olivares, Alex García, Goya Toledo, Petra Martínez, Juan Margallo… Pero Marta Etura tiene quizá el momento interpretativo más bestial de la película y de su carrera. Los peros a la película son respecto al tono de crítica social almibarada y tópica que tanto gusta al gremio del cine patrio. 20 personajes inmersos en la amenaza de una inminente pobreza, víctimas de la actual crisis económica, a punto de rozar la mendicidad, fruto del ocaso que nos acecha desde hace años. Historias reales y verosímiles lastradas por el tufillo del cine social de postureo que ha poseído al sector audiovisual de este país desde el famoso “No a la Guerra”. Agitadores de conciencias de salón, y mesiánicos turbadores de intelectos superiores al del resto de los mortales, pretenden utilizar el ya sobado tema de la crisis, que todos estamos sufriendo en nuestras carnes, para hacer gala de una sensiblería impostada, cursi y ñoña, que le pasa factura a la originalidad de la propuesta, que no necesita para nada de artificios narrativos manidos ni topicazos bañados en leche de nube. El espectador no necesita que se le de todo tan mascado. Dicho esto, Hablar es un sólido ejercicio de estilo. Un trabajo monumentalmente conseguido a base de esfuerzo colectivo, talento, y trabajo en equipo. Se merecen todos los elogios del mundo.
“Hablar” se estrena hoy, 12 de junio, en cines