CRÓNICA DOCNYC 2014MARC MUÑOZ NOS CUENTA DESDE NUEVA YORK LO MÁS INTERESANTE DE ESTA EDICIÓN DEL DOCNYC

El pasado 20 de noviembre, tras siete días de competición, concluyó la quinta edición del DOCNYC, el principal festival de documentales de Nueva York, y uno de los más relevantes de la costa este norteamericana. Una cita ineludible para el aficionado al género, y una oportunidad idónea para tomarle el pulso a la cosecha anual y averiguar por dónde van a ir los tiros en la temporada de premios. Neo2 fue uno de los medios acreditados. A continuación un repaso a lo más notorio que dejó el certamen.

Banksy does New York. Dir.: Chris Moukarbel: En octubre del 2013, el artista cuya identidad se desconoce, llevó a cabo una singular residencia en la ciudad de Nueva York. Durante cada uno de los días de ese mes, el popular gaffitero dejaba una muestra de su arte en lugares secretos de la ciudad de los rascacielos. Originando a cada nueva acción una respuesta exaltada de fans, curiosos, marchantes de arte, transeúntes y policía. La cámara de Moukabel traza un recorrido por todo ese intenso trajín artístico del inglés por los barrios de la gran manzana, poniendo el acento en el entusiasmo que genera entre su público descubrir y contemplar su arte – efímero en la mayoría de ocasiones, ya que tras él, vándalos erosionaban sus pintadas, o bien ladrones robaban sus creaciones para luego venderlas por cantidades de muchos ceros en e-bays o subastas de arte. Toda esa lectura satírica del arte efímero, de la fama, y de cómo ésta repercute en la valorización de la obra (multiplicando su valor por insignificante que sea la imprenta dejada), aflora en ciertos pasajes de la cinta, así como un acercamiento, aunque más tímido y visible, a como la fisonomía más salvaje, urbana y graffitera de la ciudad de Nueva York se marchita, esta vez, por culpa de la gentrificación impulsada por bancos y grandes inversores.

CRÓNICA DOCNYC 2014

Rich Hill. Dir.: Andrew Droz Palermo & Tracy Droz: La propia co-directora del documental declaraba tras el visionado lo mucho que se sintió atraída por los personajes de su obra, algo que refleja el propio metraje. Un trabajo premiado en Sundance, y originado con la intención de dar voz a los desheredados del sueño americano. Rich Hill captura el espíritu de tres adolescentes de clase baja atrapados en un pueblo de Missouri, en donde resulta huero hasta la mera formulación de sueños. Los hermanos Droz, naturales de esa zona, se convierten en altavoces de una gente olvidada y desplazada. Un documental que se erige como una mirada cercana, curiosa y fascinante a la “White Trash”. De hecho sus pintas, sus costumbres, sus modales, su lenguaje, concuerdan con el descrito por Donald Ray Pollock en la excelente novela de relatos Knockemstiff. Los puristas del género le podrán recriminar a sus autores una excesiva preocupación por la forma – la fotografía, los colores – que por instantes parece inspirada por El árbol de la vida, pero creo que su decisión por procurar un continente hermoso entronca con su determinación por dignificar y humanizar la vida de estos personajes olvidados en la periferia norteamericana.

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Tales of the Grim Sleeper. Dir: Nick Broomfield: A lo largo de 25 años un serial killer campó a sus anchas por el South Central de L.A. asesinando a un montón de prostitutas. Finalmente en 2010 detuvieron al culpable, un vecino de ese temido barrio de la ciudad californiana. La cámara siempre inquieta (y narcisista) del documentalista Broomfield se adentra en esas peligrosas calles para intentar dibujar el retrato de ese asesino, pero lo que termina destapando es la total indiferencia y poca profesionalidad con la que la policía trató el caso. Familiares y vecinos del asesino se cruzan con prostitutas y adictos al crack, para construir un escalofriante relato de esa parte oscura de la gran metrópoli norteamericana, en que resulta igual de aterrador los asesinatos cometidos cómo el contexto que los rodea.

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The Overnighters. Dir. Jesse Moss: Otra de las candidatas a terminar entre las cinco nominadas al Oscar al mejor documental es este desgarrador relato sobre la última gran crisis económica y sus fatales consecuencias en el corazón de Norteamérica. Premiada con el gran premio del jurado en el último Sundance, el trabajo de Jesse Moss, recorre las ilusiones truncadas de miles de desempleados procedentes de todos los rincones del gigante norteamericano que, atraídos por los cantos de sirena de trabajo estable, bien pagado y honrado, deciden desplazarse hacia Williston (North Dakota), con la idea de trabajar en el pujante negocio de la extracción de petróleo. Sin embargo la realidad, para muchos de ellos, es muy distinta. Una vez allí siguen sin encontrar empleo, con el agravante de no tener familia, ni comida, ni dinero, ni un techo. El único que se preocupa por ellos es el reverendo Jay Reinke, un voluntarioso hombre capaz de enfrentarse a la comunidad con tal de dar cobijo a esos desplazados. Con ella el espectador no es solo testigo de un retrato desolador de las bolsas de pobreza en la América post crisis del 2008, sino de una espeluznante mirada sobre la condición humana, el poder de influencia de los medios (por pequeños y localistas que sean), y la dificultad de mantener firme ante los valores que uno cree justos cuando esto implica ir a contracorriente de la opinión pública. Así como todas las consecuencias y efectos que esto tienen en Jay Reinke, verdadero motor emocional de esta fascinante e inolvidable trabajo, que algunos medios norteamericanos la han definido, de forma muy acertada, como Las uvas de la ira del siglo XXI.

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Citizenfour. Dir: Laura Poitras: Otro de los documentales sensación de la temporada proyectado en el festival neoyorquino, y con altas aspiraciones en la temporada de premios que se avecina, es Citizenfour. Laura Poitras recoge la serie de encuentros que ella, y el periodista de The Guardian Glenn Greenwald, mantuvieron en una suite de Hong Kong con Edward Snowden. Unos encuentros que precipitarían la revelación de una de las noticias de más impacto del pasado año: la existencia de un programa de espionaje por parte de la NSA a ciudadanos de todos los rincones del planeta, incluido jefes de estado, con el beneplácito de operadoras telefónicas, motores de búsqueda, redes sociales y servidores de Internet. Un secreto sísmico que obligó al principal afectado a buscar exilio en Rusia, donde aún permanece. El documental de Poitras empieza capturando el testimonio de esos encuentros para intentar dibujar un perfil del personaje, pero como no podía ser de otra forma, con la revelación del bombazo, muta hacia el real-thriller, a medida que se van conociendo los escalofriantes pasos dados por la administración norteamericana para cercar a Snowden, y aún más angustioso, para poner impedimentos a los periodistas y medios que se hicieron eco de la noticia. Poitras utiliza con inteligencia y pleno conocimiento costuras de thriller: el uso de la música, los planos de mensajes encriptadas, etc., para subrayar el tono pesadillesco de un hombre que arriesgó y renunció a su vida, o aún más trascendental, suprimió su libertad para salvaguardar la de los demás.