Vivimos tiempos convulsos a todos los niveles. La sociedad se encuentra llena de rabia, mala hostia, y ganas de salir a dar estopa a diestro y siniestro por las calles, sobre todo a las altas esferas, los que tienen nuestra vida en sus manos. Todos sentimos la pulsión interna de dejar de poner la otra mejilla, esa tradición tan poco proclive a la satisfacción de los que la respetan. El cine nunca ha impreso este estado de ánimo tan bien como lo hace la nueva película del director argentino Damián Szifrón. El cine nunca ha sido como en Relatos Salvajes. Es tan distinta, tan abrumadoramente adelantada al resto de sus desaventajadas compañeras de generación, que no encuentra uno calificativos para describir la experiencia de su visionado. Relatos Salvajes es LA PELÍCULA, la única que se ha atrevido de manera valiente y osada a contar una historia como nos dictan nuestras entrañas, y no el corazón o la mente. Aquí no hay medias tintas, esto es la vida real, el retrato de lo que somos, de lo que nos gustaría ser, pero que no llevamos a cabo porque vivimos en sociedad (ja, je , ji, jo, ju). Szifrón se mete en nuestra psique para apropiarse de nuestro verdadero sinsentido común, y lo plasma en esta fiesta del cine en la que la euforia desatada del espectador cimenta el viaje más satisfactorio que hasta la fecha se ha podido disfrutar en una sala, es gratificación pura lo que uno siente al terminar de ver la cinta.
Relatos salvajes son seis historias de humor negro con las que más de uno se sentirá identificado. Seis historias con Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia al frente y con intérpretes como Óscar Martínez, Rita Cortese o Darío Grandinetti entre otros. ¡¡Todos soberbios!! Es una mezcla de todos los géneros posibles: drama, comedia (brutal, gamberra, bestia, bárbara, atroz), thriller, road movie, acción, cine social, comedia “romántica”, etc. También es una película que pertenece al género (casi siempre fallido) de las historias paralelas o episódicas, estructuradas en segmentos de desigual interés, de desequilibrada potencia, donde nunca el todo es la suma de las partes, donde siempre sobresale lo sonrojante por encima de lo brillante o viceversa. En Relatos Salvajes es muy llamativo que esto no ocurra, todo es superlativamente brillante, no falta ni sobra nada, el guión es una genialidad pura, plena y completa, es el engranaje de un reloj suizo, donde no hay pieza que omita su función, donde el tren nunca descarrila, y esto es poco frecuente, ¿por qué? Porque no han sido cobardes, porque han llegado hasta el final (dejando en mi opinión lo mejor para cerrar la peli) y no han hecho lo que está tan de moda en la ficción del siglo 21, presentar una trama fascinante para luego recular en el último minuto y dejarnos con cara de idiotas en nuestra butaca. Relatos Salvajes es demasiado importante. Es una obra maestra que debería crear escuela. En un mundo lógico sería copiada hasta el exceso, pero para ello hay que tener el cerebro de Damián Szifrón, y me temo que sólo el podrá permitirse el lujo de intentar continuar lo que ha empezado. Ojalá la vea todo el mundo.
Relatos Salvajes se estrena en cines mañana, 17 de octubre