Y VAMOS CON LA CRÓNICA DEL SÁBADO Y DOMINGO. POR MARC MUÑOZ. FOTOS DE MARKUS RICO
Sábado 31 de mayo
Spoon: La banda norteamericana puede congratularse de ser una de esas pocas especies musicales cuyos directos se cuentan siempre por victorias. Pocas bandas más efectivas y fiables hay en la escena indie norteamericana actual. Algo que volvieron a señalar Britt Daniel y los suyos en su cita con el PS. Ágiles y resolutivos en su despliegue de esta tonada indie-rock tan inmediata y contagiosa, a la que le falta un hit más rotundo para auparles hasta espacios más elevados en el line up de cualquier festival. Quizás lo encuentren en el siguiente disco que empezaron a desmenuzar.
Kendrick Lamar: El rapero californiano, con solo dos discos en su haber, el último el celebrado good kid, m.A.A.d city, se ha ganado una posición predominante en la escena hip-hop, siendo ahora mismo el único capaz de toserle a Kanye West. Algo que dejó patente sobre un masificado escenario Heineken, donde Lamar lanzó a bocajarro sus rimas urbanas con ese empaque melódico tan trabajado e inusual. El de Compton se erigió en un agitador modélico, compaginando con atino el músculo escénico con su endiablado rapeo, convertido en maestro de ceremonias, contagiando al público a su paso, y demostrando un carisma y saber estar muy propicios para las citas de gran envergadura, como la de la ocasión. Poderío vocal y escénico para uno de los directos más apabullantes y perfectos de todo el festival.
Chromeo: El concierto del dúo neoyorquino transitó por las pautas que definen su sonido disco-funk macerado con gotas de excentricidad, casi kitsch. Dave One y Pee Thug se metieron rápidamente al público en el bolsillo a través de sus hits incontestables, sus frivolites escénicas: los riffs de Dave One, el autotune de Pee Thug, acreditando a cada paso su fama festiva y cachonda encima y fuera del escenario. Porque básicamente en esas transcurrió un live preocupado por agitar las endorfinas y desatarse al baile eufórico con rompepistas infalibles de anteriores entregas discográficas, así como los nuevos caramelos funky que contiene su último disco, White Women. Y en el sentido celebratorio su show transcurrió en absoluto jolgorio, pese a que no se desviaran demasiado del guión, y hubiera instantes en que su música pareciera un tanto artificiosa.
Cut Copy: Los australianos siguieron al dúo de Brooklyn manteniendo el aire festivo a través de su electro pop colorista. Algo de pegada le faltó a un live que mantuvo las constantes gracias a los himnos más firmes de la banda: “Free your mind” o “Lights & Music”
Dj Coco: Tal y como manda la tradición la clausura del festival se puso bajo la tutela de Dj Coco, a quien no se le vio tan resolutivo ni inspirado como en anteriores ediciones. Escatimando gemas coreables, introduciendo nuevas pistas sonoras no demasiado celebradas, y reduciendo el gran poso festivo con el que acostumbra a dejarnos tras su impepinable “Don’t Stop Believin”.
Domingo 1 junio
Juana Molina: Los más resistentes y preparados pudieron aún encarar la última jornada en domingo, en la que se dispusieron platos tan atractivos como la folktrónica de Juana Molina. Un sonido cálido que la exigente artista argentina se esmero en transmitir con tesón y brillantez a los congregados en la sala Barts.
Angel Olsen: Desde unas coordenadas no demasiado lejanas, la norteamericana Angel Olsen se apoderó de la sala mediante un folk reposado, de carácter intimista, efecto embriagador y acariciante. Con esos arrebatos furiosos que la cantante de St. Louis dominó mediante un temple vocal magistral, emocionante y hechizante. Una chica que demostró ante una audiencia muda todos los quilates que atesora su sonido.