IMPRESIONAR EN LAS SEMANAS DE LA MODA ES CADA VEZ MÁS COMPLICADO. PERO PRECISAMENTE AHORA, CUANDO LOS PRESUPUESTOS Y LA RELEVANCIA MEDIÁTICA SON FACTORES IMPRESCINDIBLES, ‘MODALISBOA’ CONSIGUE DESTACAR SIN ELLOS MÁS QUE NUNCA
Setenta años en la vida de una persona son suficientes para poder entender los errores del presente y conocer de primera mano todo lo que nos aguarda el futuro. Sin embargo, esos mismos años se convierten en efímeros y fugaces cuando hablamos del poder de predicción del sector de la moda. En plena Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nueva York consiguió hacer del febrero de 1943 una experiencia que permanecería incesantemente en el recuerdo de todo artista emergente. Diseñadores, fotógrafos y profesionales del mundo de la comunicación, protagonizaron por aquel entonces un espectáculo que daría a conocer de forma global los mayores talentos estadounidenses: la primera y tan esperada semana de la moda.
Setenta años más tarde, parece desgraciadamente que todo y nada ha cambiado entre los vestigios del octavo arte. Las principales capitales del diseño como Paris, Nueva York, Milán y Londres, siguen produciendo espectáculos al margen de una sociedad que pide a gritos un equilibro entre calidad, cantidad e igualdad democratizadora. Por otra parte, las nuevas multinacionales ofrecen productos que responden únicamente a las necesidades del público medio, ese mismo que sin darse cuenta y de forma inocente, destruye cada día el trabajo de los grandes y jóvenes diseñadores. Pero como en la totalidad de las cosas, siempre existe una luz al final del túnel; una solución o punto intermedio que es capaz de rescatarnos del agujero al que nos dirigimos con los ojos vendados: las semanas de la moda alternativas. Y cuando nos referimos a ellas, es casi imposible dejar de hacer referencia a la tan peculiar semana de la capital portuguesa, celebrada durante los pasados días 11, 12 y 13 de octubre bajo el nombre de ‘Moda Lisboa’. Con el constante lema Ever Now, la última edición de la pasarela lisboeta ha sido sin duda el claro ejemplo de innovación y superación ante una situación económica que invita a decir “no” a toda expresión artística. Por ello, arriesgando ahora más que nunca, diez diseñadores emergentes y representantes de la plataforma Sangue Novo, la “equivalente” a la EGO madrileña, fueron los encargados de estrenar un fin de semana dedicado a ofrecer una visión de la moda mucho más diferente, revolucionaria y, si cabe, accesible. Y es que al parecer la opinión de uno cambia favorablemente cuando se encuentra con un escenario al alcance de los ojos de todo el mundo; un escenario que se cubre de trabajos hechos por y para aquellos que dirigirán en apenas unos años la sociedad que nos rodea.
Pero cuando hablamos de ‘ModaLisboa’, no solo hay que comprenderla como una experiencia que facilita las manifestaciones artísticas de los más jóvenes, sino también como un espectáculo democratizador en el que cualquiera, sin importar su procedencia o trayectoria profesional, puede adquirir parte del protagonismo presente. Entre largas y cansadas jornadas de desfiles, cientos de personas demostraron que la moda portuguesa no termina en la pasarela, sino que donde verdaderamente empieza es ahí fuera en la calle: donde no existen fotógrafos intentando captar las mejores sonrisas o personajes fingiendo ser quienes en realidad nunca antes fueron. Y esto, al fin y al cabo, es todo lo que necesita una ciudad en declive para deshacerse de la superficialidad que amenaza al mundo de la moda. Porque aunque cueste creerlo, ni la belleza, ni la edad, ni los ceros que hayan en la cuenta corriente de cada uno, determinarán nuestro papel en un sector en el que más allá de sus setenta años de historia, aún le queda muchísimo por aprender.
Durante los días en los que ‘ModaLisboa’ impregnó de arte la escena cultural de la capital portuguesa, también pudimos conocer de cerca la nueva colección masculina Blind del diseñador Ricardo Andrez. Tras una particular visión de la moda que triunfó durante dos años consecutivos en las pasarelas más jóvenes de nuestro país, Ricardo logró presentar su trabajo nada más ni nada menos que en la London Fashion Week del año 2012. Toda una experiencia que él mismo remarca como el fruto de un proceso natural que empezó tan solo siendo un niño: “De pequeño pasaba mucho tiempo en casa de mi abuela materna y me empapé de toda la pasión que constantemente ella le daba a sus prendas y a su imagen de cada día. Más tarde, cuando llegó el momento de decidir qué quería estudiar tras finalizar el instituto, decidí probar con un curso de moda en el que llegué a entender el significado de todo proceso creativo. Desde ese mismo día, supe que la moda sería el sector en el que me gustaría moverme y desarrollarme durante muchísimo tiempo”, quizás incluso, para el resto de su vida.
Así empieza la historia de un joven que nos ha sorprendido en esta última edición de la pasarela portuguesa con una colección inspirada en “la idea de la percepción, de lo que es real o no, de lo manipulado”. De ahí el nombre de ‘Blind’. Y esa idea de ilusión que Ricardo consigue con creces, se transmite “a través de la sobreposición y/o conjugación de varios materiales, con rallas de colores aproximadas y anchuras diferentes; alcanzando así una estética y una silueta que vienen definidas por mi trabajo en general: streetwear con un twist sporty”, explica el diseñador. Una estética hecha por y para el hombre contemporáneo; ese mismo que camina entre nosotros en búsqueda de un hueco dentro de un sector que, en pleno siglo XXI, aún sigue siendo predominantemente femenino.
Sin embargo, a pesar de los obstáculos sociales, culturales y económicos que nos encontramos diariamente en nuestro camino, Ricardo Andrez mantiene la esperanza por construir un presente y un futuro que invite a salir a la calle y reivindicarse a través de toda expresión artística. “Porque solo así, se conseguirá aquello en lo que uno cree fielmente”. Y sin duda, esta vez, ‘ModaLisboa’ lo ha conseguido.
