THE PHOENIX FOUNDATION GRABAR UN DISCO CON UN SACAPUNTAS, UN ALAMBRE Y UNA SERVILLETA

La Fundación Phoenix. Para cualquiera que ronde los 40, estas tres palabras le recordarán su adolescencia. A aquella oscura corporación gubernamental que encubría las operaciones del agente secreto de todo a 100, MacGyver. No parece un mal nombre para esta banda neozelandesa que trata de recuperar el denostado género progresivo de los setenta, con su propio estilo. Hace unos meses presentaron su quinto disco ‘Fandango’ (cuando una palabra se pone de moda en el mundo indie…), en el que realizan un ejercicio formal, como el propio MacGyver, utilizando técnicas y registros modernos para plasmar su propuesta previa. No importa las herramientas que utilices, importa el objetivo que te marcas. Luka Buda, fundador de The Phoenix Foundation, reconoce que grabar este disco fue “un trabajo duro, casi me vuelvo loco”. La explicación paradójicamente es el éxito. Su anterior trabajo, ‘Buffalo’, tuvo buena acogida en la Gran Bretaña, y parece que para una banda de los antípodas, por más experiencia que tengan, fue duro de asimilar. “Cuando acabamos la gira estábamos empalmados”, reconoce Buda, “pero cuando nos metimos a grabar sentíamos tanta responsabilidad y ganas de plasmar el ambiente que habíamos vivido en las Islas, que al final hemos necesitado un año y medio para acabarlo”. Sin duda mucho tiempo para grabar un disco. Para hacer que suene coherente y nuevo. En cada canción se nota el intento. El afán por aportar algo distinto y permanecer. Sin embargo, si algo hay es cierta cotidianeidad. La formalidad previsible de “Thames Soup”, el ochenterismo lánguido de “The Captain o la instrumental Corale, que se queda en un ejercicio que no alcanza la sensibilidad que pretendían. Sin embargo, hay momentos de gran mérito, sobre todo aquellos en los que se ve más la autenticidad, en los que no tratan de emular, si no de crear. Sobre bases conocidas, claro, como todos; pero “Walls”, siendo igual de ochentera, tiene un punto golfo, vacilón, que llega mucho más, y se trata de eso. En la parte lírica, Modern Rock, es, con ironía, un pedazo homenaje al mejor rock clásico, bien llevado, bien ejecutado, con juegos de voces de altura. Lo cierto es que cuando acabas de oír el disco no sabes muy bien a qué atenerte y empiezas a pensar si, en ocasiones, lo de MacGyver no tendría trampa.