David Lynch nos dejó ayer a los 78 años. Desde Neo2, hemos querido rendir nuestro particular homenaje a esta figura imprescindible del arte, el cine, la música, los sueños y las pesadillas. Que el fuego camine siempre contigo, David.
Querido David Lynch. Desde ayer, el mundo es un lugar más extraño. Aunque no creo que la muerte acabe con el arte, sí que es una barrera intangible y limitante para el plano físico. Una frontera que, para desgracia de propios y ajenos a lo que hacías, tú, has transitado. Siempre has hablado de los sueños, de las pesadillas, de aquello que se esconde detrás de las perfectas vallas blancas de jardín estadounidense con ecos de cuadro de Norman Rockwell. Esos dramas y comedias que pernoctan en las casas, que nos habitan y que, como el fuego, caminan con nosotros.
En cada una de tus obras —me niego a reducirte a cineasta, eres mucho más— has logrado desdibujar la frontera entre realidad y ficción, creando una suerte de fábulas propias a las que, aquellos que nos sentíamos diferentes, hemos llamado muchísimas veces “hogar”. Personajes que nos servían de trasuntos, como Jeffrey en “Blue Velvet”, Fred en “Lost Highway”, Laura en “Twin Peaks”, Sailor en “Wild at Heart” o Joseph en “The Elephant Man”. Retratos de tu aparente realidad distorsionada y perniciosa que nos han permitido a muchos comprobar que, dentro de la oscuridad más absoluta, siempre hay destellos de luz.
Podría extenderme hablando de lo técnico, de lo artístico, de lo siempre revolucionario y contestatario de tu trabajo, pero ¿qué podríamos decir que no se haya dicho ya? Creo que nada y todo a la vez. Siempre se va a continuar discutiendo sobre lo que has hecho porque tu discurso es un bucle eterno de post-modernidad que será actual y chocante eternamente. Y ese legado es la gema más preciosa que nos has regalado. Un todo que el tiempo no podrá corromper ni alterar.
Cada día personas nuevas te descubrirán y se sentirán en casa con tus historias, con tus poderosas imágenes y con la resonancia de tus palabras. Ahora mismo, hay alguien escuchando por primera vez “Laura Palmer’s Theme” de Angelo Badalamenti y haciendo ese viaje iniciático por el que todos hemos pasado y que nos transformó, removiéndonos entrañas y corazón.
En lo creativo, también nos has enseñado todo. Los peces dorados que atrapo cada día y cómo nutro todo lo que hago, lo aprendí de ti. Porque como dices: “Uno debe abandonarse a su intuición: sabemos más de lo que creemos”. Cuánta razón, querido David.
Hoy, para todos nosotros, es un viernes triste. El día 1 de un mundo sin ti en lo físico. El fin de una vida y el inicio de otra. Pero tranquilo. Continúa pintando imágenes que cobran vida, fumando y bebiendo café en tu estudio eterno poblado de tus criaturas. Nosotros seguiremos viajando a Twin Peaks y siendo salvajes de corazón. Y no lo dudes. Tus mundos estarán bien cuidados. Me despido, por ahora, David Lynch. Que el fuego camine siempre contigo.
