Los vinos naturales en España están de moda. Sus consumidores buscan sabores puros, respeto por el entorno y alejarse de las estrictas normas sociales del vino convencional. Conocemos estas ocho bodegas que no te puedes perder.
Los vinos naturales poseen una respetable cantidad de fieles que buscan recuperar cierta espontaneidad en este sector. En principio, son vinos elaborados sin químicos, pero existe mucho más contenido y contexto en este proceso. Sus consumidores son jóvenes, hijos de su tiempo, de poder adquisitivo medio e interesados en la ecología. En España crecen las ferias, los restaurantes y los pequeños productores relacionados con estos vinos. Nos acercamos a algunas de las bodegas más reconocidas para conocer su historia.
Imágenes superiores: 1) Viñas de la Finca Parera 2) Vinos de la bodega La Salada
¿Qué es un vino natural?
Es una pregunta fácil y difícil, al mismo tiempo, de responder. Fácil porque todos coinciden en que los vinos naturales deben estar exentos de sulfitos, químicos y usar la menor intervención posible en el proceso. Difícil porque existe cierta discrepancia en qué es y debe ser un vino natural entre los propios productores. Algunos aplican la llamada agricultura biodinámica, y otros no. Algunos la entienden como un método simplemente natural, y otros como una forma de vida. La idea no es que todos realicen la misma elaboración, sino que encuentren los puntos comunes para llegar a los consumidores de manera efectiva, según cuentan varios productores. En otro punto en los que todos coinciden es ver el vino natural como un producto alejado de las dinámicas sociales de este sector. Un producto más libre, más divertido, más puro, y cargado de futuro porque respeta el entorno.
Uvas de la bodega Pequeños y Salvajes
Vinos naturales en España: ¿quiénes lo consumen?
El vino natural atrae a un cliente muy diferente del vino clásico. Y en más de un sentido. El vino tradicionalmente tiene un cliente que suele ser de mediana edad. Se suele decir que apreciar el vino es algo que suele suceder con la edad. Los más jóvenes acostumbran tomar otras bebidas con alcohol, usualmente más económicas y rodeadas de menos pompa. Sin embargo, el vino natural está atrayendo a gente joven, de estilo desenfadado, que busca productos que le resulten saludables. Pero, sobre todo, llama la atención de jóvenes (de entre 20 y 35 años) que huyen del habitual esnobismo del vino. Consideran que impone un mundo estricto que ellos no comparten. Este “target” del vino natural no se deja abrumar fácilmente por las bodegas de renombre o los premios. Simplemente prueban y deciden. Por otro lado, es un grupo de edad educado socialmente en el respeto al entorno y el medio ambiente. Esto les impulsa a fijarse en la elaboración de aquello que consumen. Entre este tipo de consumidores estar bien informados de los productos es ley de vida. Por lo tanto, entienden el territorio como base fundamental del relato del vino. Quieren un producto menos tecnificado, más divertido, más cercano a ellos. No se fijan en si la etiqueta es glamurosa o si es “pecado mortal” para la tradición tomarlo en vaso.
Uvas de Finca Parera
Finca Parera (Sant Llorenç d’Hortons, Barcelona), la pureza conceptual
Rubén Parera es la cuarta generación de agricultores de su familia en el Alto Penedés. El padre de Rubén fue el primero en empezar a elaborar vinos, en el año 1999. Hasta entonces solo vendían uvas a diferentes cavas de la zona. También vendían cerezas y aceites o producían almendras. Sin embargo, a partir de ese año 1999 deciden dejar de vender uva a la industria del cava, y reservarlas para producir su propio vino. Rubén se enamora del mundo del vino muy joven, en plena adolescencia, con 14 o 15 años. La filosofía agrícola de este mundo le enganchó haciendo unas prácticas en un château francés. Luego estudiaría para ser ingeniero agrícola y enólogo, y desde ahí (2004-2005) contribuyó a implementar un proceso para elaborar vinos de manera profesional. En esta familia siempre se ha trabajado desde la óptica de lo ecológico. Ya en 2007 Rubén da el salto a la producción de vinos naturales, sin ningún tipo de aditivos, sin intervención físico-química. En Parera no entienden el vino natural, su elaboración, el concepto en sí, sin ligarlo a la biodinámica. Consideran la agricultura biodinámica una evolución lógica de su proceso como vinicultores. No hay vinos biodinámicos, hay agricultura biodinámica aplicada al vino. Esta filosofía, que no todos los productores de vinos naturales emplean, es para Rubén un paso más allá de la agricultura regenerativa. El calendario lunar o cósmico es una de las principales guías de la biodinámica. La finca es enteramente considerada una especie de organismo vivo, afectado por estos movimientos del cosmos. En Finca Parera ligan la biodinámica con la verdad más profunda del terroir.
Trabajadores de Finca Parera
La Salada (Pla de Penedés, Barcelona), la nostalgia de volver a casa
Toni y Montse Carbó estaban en 2010 en un grupo donde cada semana cataban vinos de todo el mundo. Una vez probaron un vino que les pareció que no se asemejaba a ningún otro. Daba la sensación de tener un gusto poco común, incluso “defectuoso”. Pero al volver a catarlo, su “energía, su fruta, y su bebilidad” les emocionaron. Preguntaron y resultó ser un vino natural, de Laureano Serres. Ya estaban en aquella época elaborando un vino ecológico tradicional en la bodega Mas Candí. Aunque pronto comprendieron que el vino natural que habían probado se acercaba al que se elaboraba en su casa (en los años 80). Así que volver a esa nostalgia, ese sabor y esa tradición le daba un sentido más profundo a su profesión de payeses.
La Salada arranca en 2012, dando así continuidad a las raíces familiares de los Carbó. Además se añadió al proyecto Anna Serra, la esposa de Toni. Los vinos de esta bodega siguen la misma máxima desde sus principios: ofrecer un vino auténtico, vivo, imperfecto, pero vibrante. También La Salada rige su proceso por la biodinámica, y tiene presente los ciclos lunares. De esta forma, Toni vuelve a traer la tradición de su familia a su bodega. Intentan mecanizar el proceso lo menos posible, labran cuando se puede, y no tienen gran interés en la D.O, porque conlleva tiempo de burocracia que se necesita para trabajar la tierra.
Vinos naturales de la bodega La Salada
Sexto Elemento (Venta del Moro, Valencia), peleando con gigantes
En Sexto Elemento la familia es el eje del proyecto. La familia López Díaz-Alejo (Rafa, Silvia, Carlos y Jordi) son el alma de esta bodega valenciana. En la casa del bisabuelo se hacía vino, pero con la modernización del proceso esta costumbre se fue perdiendo entre sus descendientes. Rafa estudió agronomía y trabajó durante años en la bodega de un pueblo. Más tarde se le unió Silvia, que también estaba enamorada del mundo del vino, y comenzaron a hacer pequeñas elaboraciones. Suelen decir que “Rafa es el corazón y Silvia, la cabeza”. Y también que son David contra Goliat, peleando contra los gigantes. De hecho, uno de sus vinos se llama así. Han estudiado mucho, y recorrido varios países, y muchas zonas de España. Solo usan la variedad de uva Bobal, que es la más extendida por la región (D.O Utiel-Requena). Estas viñas viejas también son cultivadas de manera tradicional, se recogen a mano las uvas y se respeta los ciclos naturales. ¿Por qué “Sexto Elemento”? Agua, aire, fuego, tierra y, en varias culturas, el quinto elemento es el metal. Rafa López ve el sexto como la combinación de todos ellos.
Pisando uvas en la bodega Pequeños y Salvajes
Pequeños y Salvajes (Sierra de Gredos, Ávila), camino de vida
Pequeños y Salvajes es un proyecto que nace en 2019 de la mano de Nahuel y Victoria. Ese año ambos trabajaban en un restaurante de tres estrellas. En él había un sumiller que servía vino natural. Fue su primer contacto con este tipo de vinos. Visitaron muchos viñedos, se engancharon, vieron que no era necesario ser ingenieros para elaborar un vino. Además, venían de la hostelería a alto nivel, y a bregar ya estaban acostumbrados. Así conocieron a Fabio de Vinos Ambiz, quien les abrió su bodega. El trato era trabajar unas horas al día a cambio de hacer allí su propio vino. Tras dos añadas, y unas 4000 botellas hechas, con la ayuda de Julián Ruiz de Esencia Rural, se mudaron a El Barraco (Ávila), donde siguen actualmente. Para Vicky y Nahuel el vino natural es la consecuencia de un camino de alimentación sana, y de agricultura responsable y consciente. Para ellos está relacionado con un modo de entender y vivir la vida. Si no añades sulfitos, pero eres un explotador o una persona agresiva no haces vino natural. Es un proceso de vida, del que el vino es una expresión añadida.
Recogiendo uva en Aroa Bodegas
Marzagana Elementales (La Orotava, Tenerife), recuperar la tierra
Marzagana nace en 2017. A Claudio, su fundador, le parece que el vino natural es “la transparencia total de un vino”. Para él no puede contener ningún tipo de añadido, y cuando dice ninguno es absolutamente nada añadido. Solo la uva pura. Por otro lado, tenía como objetivo recuperar viñas centenarias en el mundo, y variedades que únicamente existen en Canarias. Nuevamente la biodinámica guía en Marzagana el proceso. En esta bodega se usan los llamados preparados biodinámicos. Estas sustancias son una serie de compuestos naturales que buscan vivificar el suelo, y reforzar la planta ante posibles enfermedades. En la elaboración está muy presente el concepto de “vida” o ciclo vital. Claudio considera que es, sobre todo, en este aspecto donde se observa claramente la diferencia con un vino convencional. Le gusta explicar a los potenciales consumidores “la cantidad de aditivos, coadyuvantes, metales pesados y restos de productos fitosanitarios” que puede llevar un vino tradicional.
Aroa Bodegas (Valle de Yerri, Navarra), naturalidad de manual
Le Naturel es, posiblemente, el vino más conocido de Aroa Bodegas. Es un vino ágil, fresco, muy bebible, con una etiqueta básica, sin florituras. Así que Le Naturel podría ser perfectamente un ejemplo casi de manual de lo que es un vino natural. Puede encontrarse en muchos establecimientos, incluso supermercados locales, en toda España. En esta bodega la sostenibilidad era, desde sus inicios (allá en 2009), un principio básico. Entendida como la mejor manera de aprovechar los recursos del entorno. Cuentan con el certificado Wineries for Climate Protection. Y añaden que poseen la etiqueta V-label, que garantiza que son vinos veganos. Porque sí, aunque el vino pueda parecer siempre vegano, lo cierto es que en el vino convencional se usan algunas sustancias de origen animal. Estas sustancias suelen ser agentes de clarificación como la caseína, la gelatina o la albúmina (todos derivados de origen animal). Así que un vino vegano excluye cualquiera de estos elementos en su elaboración. En Aroa defienden de igual manera otro pilar fundamental de estos vinos: la menor intervención posible. Tienen la D.O Navarra, y fueron de los primeros en esas tierras en prácticas de agricultura ecológica y biodinámica.
Le Naturel, el vino de Aroa Bodegas
Cauzón (Graena, Granada), aprender año a año
Granada es una tierra sencilla, en el mejor de los sentidos, plagada de localidades que aún conservan el ritmo y la esencia rural. Lejos de las zonas turísticas masificadas y el ruido de sus calles bulliciosas, Graena está situada a menos de una hora en coche de la ciudad. Y sus habitantes no llegan a 500. En Cauzón, Ramón Saavedra aplica su forma de entender la vida y el vino. Respetar la naturaleza y sus tiempos es, en esta bodega, el primer mandamiento. Saavedra se preocupa, también, por explicar al consumidor final las bondades de los vinos naturales. Siente que los distribuidores no hacen este papel de informadores. Y a pesar de que es lógico que estén más interesados en los nichos de negocio que en hacer pedagogía, nota el peso que debe recaer en los productores dicha pedagogía. Por este motivo, ve necesario encontrar una definición con un criterio unánime de lo que es un vino natural. Es un paso imprescindible para que el cliente final sepa rápidamente diferenciar estos vinos de los convencionales. En 2002 nació la primera botella de esta bodega, y desde entonces Saavedra va adquiriendo más conocimientos que procuran mejoras consustanciales año a año.
Viña de la bodega Pequeños y Salvajes
Pigar (Campo Arcís, Valencia), un sueño hecho vino
Juan Piqueras trabajaba en el equipo de enología de una gran bodega, pero poco a poco se iba desencantando de esa labor. Junto a Susana López Arce comenzaron a ir a ferias de vino natural, y ahí surgió el flechazo con este tipo de vino. Dejaron sus trabajos en la ciudad y se mudaron a Campo Arcís para elaborar sus propios vinos naturales, allá por 2016. Poseen el D.O Utiel Requena y producen alrededor de 9000 botellas al año. Viveza y tradición son sus señas de identidad. No añaden, ni clarifican. Y recuperan costumbres ancestrales, como la del usar tinajas de barro. No en vano algunos de los vinos de Pigar se denominan “Ancestral Royal” o “Ancestral Musskat”. Se esfuerzan por mantener las variedades autóctonas, y devolver otras olvidadas. Entienden su tarea como una forma de respetar la tierra, y de sostener su propio equilibrio. Pigar también ve el vino natural como algo creativo, libre y desenfadado. Por eso, sus etiquetas se realizan con ilustraciones con acuarelas, con dibujos oníricos. Al fin y al cabo, Pigar es su sueño hecho realidad.