Sympathy in White Major Absolution II (2006)
La Tate Modern de Londres acoge la primera exposición retrospectiva de Hirst. Extravagancia, repetición y polémica. Hasta el 9 de septiembre
De él se ha dicho de todo, que trabaja desde la provocación, que es un desvergonzado, que es el artista contemporáneo con más talento del mundo, que busca la controversia, la polémica. Que es un genio y que le falta talento a la vez. Cuando a uno le llueven los insultos y los piropos ¿qué le queda? Damien Hirst, uno de los artistas internacionales más valorados, presenta en la galería Tate Modern de Londres una colección retrospectiva de su trabajo. Desde los lienzos de lunares y el tiburón encerrado en el tanque que le hicieron famosos, hasta una sala-jardín con mariposas vivas y temperatura tropical. Esta es la mejor oportunidad de conocer su trabajo y algunas de sus obras más icónicas que se ha presentado en Europa hasta el momento. El viaje por el mundo de Hirst lleva al visitante por catorce salas en las que se debate la vida y la muerte y no precisamente por este orden. Al inglés siempre se le ha echado en cara la obsesión por la muerte y tal vez por ello en esta exposición se contempla una representación de la vida tan inminente y con la que es tan fácil simpatizar, que es muy probable que ya no se le vuelva a reclamar nunca más su cara más oscura.
La travesía -para la que se necesita ticket y para la que está restringida la entrada- embarca al visitante en un viaje en el que atravesará cuerpos de vacas -Mother and Child Divided (Madre e Hijo Divididos, 1993)- paseará por un jardín tropical habitado por mariposas – In and Out of Love (Dentro y fuera del amor, 1991)- y tomará la sombra bajo un sol de moscas – Black Sun (Sol Negro, 2004).
Toda la exposición y el estilo de Hirst en general, están marcados por la obsesión por el orden, la disposición de los objetos, la simetría, la perfección, la repetición hasta casi el infinito. Lo único que rompe esta armonía artificial son los seres vivos que vuelan a sus anchas ya sea en una sala-tanque, o en una cristalera con luz artificial. Todo aquello que por tener vida propia se escapa a las manos del artesano, rompe la estaticidad y crea el equilibrio real. Si se tratase de dividir esta muestra en otra temática diferente a la de la dicotomía vida-muerte, podrían distinguirse cuatro secciones: pinturas tempranas, conservación animal, cigarrillos e insectos. La conocida calavera de diamantes se expone aparte, en un enorme cajón negro, de oscuridad permanente y perpetua que realzan el valor de la pieza. Este viaje es toda una experiencia.
Spot Paintings (Los comienzos)
Las pinturas de lunares, más conocidas como Spot Paintings, catapultaron a Hirst desde la Universidad Londinense de Goldsmiths, al estrellato. Una obra de este tipo fue la escogida cuando exponía junto a sus compañeros en su ultimo año de carrera. En éstas se valora la sencillez y, aunque no son ni de lejos las piezas más impactantes de la muestra, sí poseen la relevancia indiscutible de representar los primeros pasos de la carrera de Hirst. Las Spot Paintings marcan el comienzo experimental y algo tímido de un chico corriente que creció en una ciudad del Norte de Inglaterra y que se convirtió, años más tarde, en el más valorado artista internacional.Un ejemplo de estos lienzos en los que Hirst propone un ‘acercamiento científico a la pintura’ es Anthraquinone (1994), en el que la distancia entre los puntos de colores es exactamente igual al diámetro de los mismos.
The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living (1991)
Animales en conserva (¿Arte polémico y ciencia artística?)
El conocido tiburón tigre que flota dentro de un tanque lleno de formol o, The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living (La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo, 1991), que en su día despertó tanto interés, tanta ofensa, tanto revuelo, es una de las instalaciones centrales de la exposición y sin duda una de las que más interés atrae. El escualo aparece, de una pieza, suspendido, flotando dentro de un acuario enorme de cristales con cierta graduación que provocan la ilusión de los ojos curiosos que se acercan a él. Un truco visual de una realidad palpable. El tiburón es una ficha clave de su colección de ‘animales envasados’, a la que también pertenecen varios mamíferos, peces e insectos. Así también están conservadas la vaca y el ternero -Mother and Child Divided (Madre e Hijo Divididos, 1993) que, a diferencia del escualo, están sesgados por la mitad y cada una de estas mitades está, a su vez, conservada en un tanque independiente. La disposición de las mismas permite al visitante pasearse -después de hacer la cola pertinente- a través del cuerpo muerto de los mamíferos y observar de cerca la estructura interna del esqueleto y los órganos sin funcionamiento. Es la fascinación por lo tan cercano al ser humano y tan desconocido por estar más allá de donde alcanza la vista. Ésta es una obra que para muchos se acerca más al tipo de pieza que se encuentra en un museo de ciencias y no en una galería de arte contemporáneo. Las series de animales preservados en vitrinas y tanques devuelven a la memoria de Hirst su infancia en la ciudad de Leeds, en la que solía visitar el Museo de Ciencias Naturales. En dos de sus piezas más antiguas expone en formación una serie de peces preservados individualmente bajo el título Elements Swimming in the Same Direction with the Purpose of Understanding Left and Right (Elementos que nadan en la misma dirección con el propósito de comprender, derecha e izquierda, 1991). El inglés declaró en una entrevista que la colocación de los peces en estos tanques independientes parecía algo casi natural, ‘como devolverlos a su propio hábitat’, mientras que cuando aplicó el mismo procedimiento de exposición a las ovejas, la imagen que éstas le devolvieron era más ‘serena’.
Productos farmacéuticos (¿Prolongación de la vida?)
La aparente obsesión por el orden aparece desde el principio de la exposición en las vitrinas cargadas de productos farmacéuticos y se confirma con la disposición de pastillas de colores que representan las cuatro estaciones -The Seasons, 2004. La magia, el truco o la invención, residen en la cuidadosa disposición de las cápsulas sobre un fondo de espejo, de tal forma que el color predominante recuerda a una estación del año; así el invierno está cargado de píldoras blancas y azules, mientras que en el otoño predominan las naranjas y marrones. El artista de instalaciones se acerca a un motivo tradicional en arte, la representación del paso del tiempo, un tema fundamental también en la obra hirstiana. La matemática organización farmacéutica ya se manifiesta en las obras de mediados de los 80 y 90, en las que el Hirst expone una gran variedad de medicamentos alineados y clasificados de una forma casi obsesiva. Estas instalaciones están bautizadas con nombres como Seventeen, Submission, Pretty Vacant o Anarchy. En la presentación del instrumental de quirófano, Hirst demuestra otra vez la parte más cuidada de sus muestras en las que nada, absolutamente nada, aparece fuera de lugar. El orden y el concierto llegan hasta tal punto que intimidan y obligan al espectador a preguntarse qué clase de monstruo o maestro del orden está detrás de todo esto.
Doorways to the Kingdom of Heaven (2007)
Cigarrillos, colillas, ceniceros… (¿Acercamiento de la muerte?)
Continuando con la disposición militar de los objetos, en esta ocasión el genio de Leeds pone en formación los restos doblados de cigarrillos, colillas sucias y boquillas cubiertas de carmín sobre limpísimas vitrinas de cristal y acero o, por el contrario, las apila desordenadas y malolientes en un cenicero del tamaño de una de esas piscinas desmontables que se encuentran en las sección de jardinería y exteriores de cualquier gran almacén. Dentro de esta colección temática destacan dos instalaciones: The Acquired Inability to Escape (La inhabilidad adquirida para escapar, 1991) y Dead Ends Died Out, Examined (Finales muertos, Examinados, 1993). En la primera coloca un cenicero y un paquete de tabaco sobre un escritorio aislado en una urna de cristal gigante. Esta pieza busca la representación etérea de la figura humana y está influida por la obra de Francis Bacon, muy aficionado a ‘encerrar’ la representación o idea de hombre entre líneas que delimitan su espacio de acción. En el segundo caso, Dead Ends Died Out, Examined, cientos de colillas aparecen alineadas sobre una estantería de acero dentro de una cabina, de la misma forma que los museos exponen al público los objetos prehistóricos hallados en excavaciones paleontológicas.
Insectos (La fragilidad de la vida)
Para Hirst son la herramienta que representa la vida y la muerte. Así aparecen en sus instalaciones, combinados: vivos y muertos. Moscas vivas sobrevuelan a otras muertas y se alimentan en boles de azúcar. Más moscas muertas aparecen lacadas sobre un enorme panel en la pared bajo el título Black Sun (Sol Negro, 2004). Esta pieza provoca el curioso acercamiento del visitante y la inmediata y rapidísima separación de su nariz de este espectáculo para unos grotesco, para otros repulsivo, para otros comunicativo y para la mayoría difícil de explicar. Por el contrario, esta masa negra que integran las moscas muertas se contrarresta con el colorido y con la belleza natural de las mariposas de In and Out of Love (Dentro y fuera del amor, 1991). Se trata de un jardín interior casi tropical con plantas y fruta fresca. Es una de las salas con más atractivo y, aunque la estancia del visitante está limitada a unos pocos minutos, la cola demuestra que merece la pena. Poco después dentro de este circuito hirstiano de repetición, los mismos colores vivos del jardín se despliegan disecados y dispuestos matemáticamente en forma de vidriera bajo un cristal. Hirst descarta los cuerpos de las mariposas y emplea sólo las alas, lo más decorativo, lo más bello, lo más preciado para mostrar la fragilidad de la vida. Con delicadeza y sumo cuidado, la organización de estas ‘extremidades’ da la sensación de una ventana de colores en la pared; una vidriera de reminiscencias medievales bajo un arco gótico que, en la distancia, llama la atención, pero que una vez cercana, provoca cierto rechazo, desconcierto y pensamientos contradictorios. Algunas de estas obras son Sympathy in White Major (Simpatía en blanco mayor, 2006) y Doorways to the Kingdom of Heaven (Puertas al Reino del Cielo, 2007).
Por el amor de Dios
La internacionalmente conocida -deseada, envidiada, admirada y provocativa -calavera cubierta de diamantes For the Love of God (Por el amor de Dios, 2007) posee su propio espacio en la Turbine Hall. En una sala independiente, aislada, custodiada constantemente y en una urna de cristal sobre un pedestal, se encuentra esta pieza cuyo valor alcanza los setenta y cuatro millones de Euros. En este lugar reina la oscuridad más absoluta y en el centro se alza brillante esta extravagante joya -literalmente- del arte contemporáneo con sus 8.601 brillantes incrustados.
Esta retrospectiva de la carrera de Hirst es, sin lugar a dudas, una de las exposiciones más relevantes que la capital británica albergará este año. Disfrutar y dejarse impactar por la obra más extravagante de uno de los artistas contemporáneos con más proyección internacional es un lujo y casi una obligación para el que visite Londres en los próximos meses. Hirst escaparatiza los objetos. Los eleva a un nivel que los convierte en extraños. Incluso lo más cotidiano, lo más vulgar, se convierte en arte; arte contemporáneo. Por eso la exposición seduce y atormenta, porque muestra la vida y la muerte de la mano, separadas y conectadas al mismo tiempo. Inseparables. No podría existir la una sin la otra o, al menos, eso transmite Hirst.