Con poco más de dos años de vida, Burr es uno de los estudios de arquitectura madrileños más sugerentes del momento. Su trabajo es rotundo, directo, funcional, industrial, austero… pero al mismo tiempo delicado, dulce, colorista y lleno de detalles.
Su gusto por aproximarse a los límites les hace llegar a resultados únicos. Su nombre, Burr, es un término inglés que significa imperfección sobrante y esto es algo que ellos saben aprovechar y poner en valor. A diferencia de muchos arquitectos de su generación, los miembros de Burr no creen haber sido especialmente penalizados o favorecidos por el tiempo que les está tocando vivir. Sus 4 componentes buscan con su práctica producir algo de tensión con respecto a las convenciones que imperan en la disciplina. Ya sea por el uso que se le dé a un espacio, por emplear una determinada técnica, un proceso de trabajo o un material.
Imágenes superiores: 1) Blasón, Rehabilitación de una nave industrial en el barrio de Carabanchel 2) Los componentes de Burr: Jorge Sobejano, Ramón Martínez, Elena Fuertes y Álvaro Molins. Foto: Maru Serrano
Los cuatro integrantes de Burr
Entienden que es importante atacar ciertos límites, aunque puedan cometerse errores por el camino. Los integrantes de Burr son: Elena Fuertes (Oviedo, 1987), Ramón Martínez (Logroño, 1987), Álvaro Molins (Madrid, 1987) y Jorge Sobejano (Madrid, 1988). Todos estudiaron en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde se conocieron, de igual manera, también estuvieron estudiando temporalmente en Berlín y en Viena.
Eulalia: Rehabilitación de una nave industrial para convertirla en vivienda y estudio el fotógrafo Juan Baraja. Fotos: Luis Díaz Díaz
Los primeros pasos del estudio de arquitectura Burr
Aunque la creación del estudio de arquitectura Burr fue hace solo dos años, en 2020, su historia comenzó cuando estaban acabando la carrera en 2011. Aquel año formaron el colectivo Taller de Casquería junto a otros 6 estudiantes. Taller de Casquería se convirtió en un espacio de experimentación entre la arquitectura, el arte o el diseño, con una producción muy heterogénea.
Alquilaron un espacio en Tetuán (Madrid) que funcionó como punto de encuentro con muchos otros perfiles con los que organizaban fiestas, performances o exposiciones. Poco a poco los intereses personales fueron divergiendo y cada uno de los componentes continuó su propio camino, algunos de ellos crearon proyectos relacionados con el arte, el diseño, la performance o la arquitectura como es el caso de los 4 fundadores de Burr.
CRA, Conjunto de estructuras de apoyo para transformar temporalmente una de las naves de Matadero Madrid en una Residencia de Artistas. Fotos: Maru Serrano
Interesados en la investigación de procesos, materiales y técnicas
“Ahora mismo, como estudio de arquitectura, seguimos manteniendo un perfil abierto, no nos consideramos arquitectos en sentido ortodoxo. Nos interesa mucho la vertiente más conceptual y experimental de la arquitectura, y nuestros proyectos suelen tener este punto de partida. Nos interesa investigar y experimentar con procesos, materiales, técnicas, modelos, etc.
Puede que esto sea parte de la herencia de Taller de Casquería” Como Taller de Casquería nunca pudieron generar ingresos suficientes para poder vivir de ello, por lo que siempre tuvieron que intercalar su práctica con trabajos paralelos: tasando inmuebles, trabajando a tiempo parcial para otros estudios o detrás de la barra de algún bar.
NN06, Conjunto de objetos e intervenciones para transformar una oficina en una casa. Foto: Maru Serrano
Evolución del estudio madrileño
El estudio de arquitectura Burr vive exclusivamente de los encargos que reciben desde hace unos 5 años, aunque los inicios fueran acompañados de una cierta precariedad salarial. Actualmente sus proyectos son muy variados, en algunos pueden estar moviendo presupuestos de 4 millones y en paralelo trabajando con otros de 20.000 euros, esta variación suele estar ligada generalmente al tamaño del proyecto.
Lo que más les interesa es poder entrar en una fase temprana del proyecto, incorporarse en esas fases donde se definen los modelos y las bases conceptuales que guiarán el objetivo. Este momento es muy importante porque es cuando se define cómo se quiere vivir, cómo se establece la relación con el entorno, cómo se va a financiar un proyecto o a qué tipo de perfiles puede dirigirse. Son factores que condicionan completamente el diseño y su finalidad.
Diseño interior para el Mercado de San Antón en Madrid. Foto: Maru Serrano
Demanda por espacios más grandes pero más alejados del centro
“Nos interesa que los espacios que diseñamos respondan a planteamientos ambiciosos, sea cual sea el sector, por lo que disfrutamos mucho de estos primeros pasos más conceptuales”.
Cuando preguntamos a Burr hacia dónde va la arquitectura residencial, nos confiesan que es difícil de predecir, pero nos dan su punto de vista: “Parece que hay una creciente demanda por espacios más grandes e indefinidos a pesar de poder estar más lejos del centro de una ciudad (o directamente fuera de una ciudad).
Hay muchas tendencias que hacen pensar que la tradicional dinámica de movimiento entre el espacio de trabajo y la vivienda empieza a quedar obsoleta. En primer lugar, está evidentemente la influencia de la tecnología como medio que facilita poder trabajar en muchos casos desde cualquier lugar sin necesidad de estar presencialmente en el lugar de trabajo.”
CRA, Conjunto de estructuras de apoyo para transformar temporalmente una de las naves de Matadero Madrid en una Residencia de Artistas. Fotos: Maru Serrano
Detalle del proyecto Eulalia. Foto: Luis Díaz Díaz
Trabajos que trascienden su época
“Creemos que la situación vivida durante el confinamiento del año 2020 fue una prueba de fuego que puso de manifiesto lo fácil que es implantar este tipo de relación laboral, a pesar de que también haya se renueva con una frecuencia muy alta y mantenerse de forma invariable puede llegar a parecer imposible.
En cualquier caso, creemos que gran parte de la ambición de las y los profesionales que se dedican al interior es precisamente generar este tipo de espacios que son capaces de trascender a su época.
Pensamos en hitos del diseño de restauración como el Loos Bar en Viena, pero también el sótano del Gran Café de Gijón en Madrid, diseñado por Curro Inza, o el Bar del Diego también en Madrid, de Soto y Maroto. Lo que más nos interesa de estos espacios es cómo reflejan su momento a través del diseño, pero también cómo son perfectamente capaces de seguir siendo referentes del espacio gastronómico años, décadas o incluso siglos después.
Por otra parte, hay espacios que por el hecho de haber desaparecido tienen todavía mucha más influencia posterior. Pensamos por ejemplo en el Internacional de Nueva York, un proyecto del artista Antoni Miralda, que es una de las referencias a las que siempre se vuelve”.
Blasón, Rehabilitación de una nave industrial en el barrio de Carabanchel, Madrid. Vivienda y estudio del escritor Juan Ramón Silva. Fotos: Maru Serrano
Elements for Industrial Recovery
“Elements for Industrial Recovery” es otro de los proyectos que tienen entre manos y en el que se engloban varios de sus trabajos (Blasón, Eulalia, Nave Pilarica…). Se trata de una línea de trabajo de protección del patrimonio industrial de la ciudad a través de fórmulas de uso y ocupación que permitan prolongar su vida y evitar su derribo. Son lugares industriales convertidos en espacios residenciales. En muchos casos sus propietarios hacen un uso mixto como vivienda y lugar de trabajo.
En numerosos casos Burr se implica en la búsqueda de la nave y en el proceso de compra. En Madrid estos espacios todavía se pueden encontrar en la zona sur. “Elements for Industrial Recovery” trata de dar con herramientas urbanísticas y arquitectónicas que permitan mantener estas estructuras en un contexto que quiere verlas desaparecer.