Mazo Madriz presenta la segunda edición de su ciclo madrileño de conciertos eclecticos y alternativos con músícos y grupos emergentes e independientes, nacionales e internacionales.
Mazo Madriz es un festival de música que nació, prácticamente, en mitad de la pandemia en el año 2020. Un año, una pandemia y muchas restricciones después, el festival Mazo Madriz supera las expectativas y cumple su segunda edición con muchos conciertos y sold outs a lo largo de la capital. Alan Queipo, una de las mentes creativas detrás del Mazo Madriz, nos explica la magia de la segunda edición de este festival.
El dúo Ruiseñora por Paula Palmer en su concierto de Mazo Madriz (@mazo.madriz)
Alan Queipo, co-director de Mazo Madriz, nos presenta la segunda edición de este ciclo madrileño de conciertos
¿Cómo nació el festival Mazo Madriz?
Nació a finales de 2020, entre el equipo que hacemos el festival de salas Sound Isidro. Llevábamos varios meses sin prácticamente poder trabajar, las salas seguían cerradas y se vislumbraba en Madrid un principio de apertura en algunos espacios. Tenemos relación desde hace tiempo con la gente de Independance Club y le propusimos hacer un ciclo de un concierto a la semana durante tres meses. Nos entendimos bien desde el principio y decidimos darle espacio a un montón de bandas que llevaban un año sin poder tocar ni presentar sus nuevos trabajos, y el resultado fue muy bueno. Al acabar el ciclo a finales de marzo ya empezamos a tramar la segunda edición, con la previsión de que podíamos hacer un modelo similar al de Sound Isidro (varias salas, giras internacionales, diferentes aforos), pero dándole un empaque conceptual que estuviera más cerca de lo que llevábamos tiempo queriendo empezar a programar, que es un registro más cerca de las músicas del mundo, pero manteniendo el carácter mixto que siempre ha caracterizado a nuestros ciclos. Nos echamos la manta a la cabeza e hicimos un cartel con nombres internacionales como los de Mulatu Astatke, Yussef Dayes, Dengue Dengue Dengue, Laetitia Sadier, Nihiloxica, Claire Laffut o nacionales cada vez más masivos y que forman parte de un circuito híbrido como Baiuca, Rusowsky, Soto Asa, Verto, Grande Amore o Finale, entre otros. Estamos muy contentos con cómo está funcionando todo, aunque siempre hay incertidumbres y sigue habiendo muchos cambios sobre la marcha.
¿Qué desmarca a Mazo Madriz de otros ciclos de conciertos?
La idea era programar otro tipo de conciertos diferentes al habitual en el circuito alternativo. No queríamos competir con otros ciclos o programadores como Ochoymedio, Tomavistas o Madrid Brillante, que quizás tienen un perfil de artista más cerca del mal llamado “indie”, grupos más de festival. En la edición de 2020 de Sound Isidro que no se pudo hacer nuestra intención era acercarnos a músicas de corte más étnico; y es algo que teníamos pendiente recuperar en cuanto se pudieran hacer conciertos de ese tipo, y aprovechar giras internacionales. Se puede decir que el grueso del cartel está marcado por ese espíritu entre étnico y vanguardista (ahí están artistas como Mulatu Astatke, Baiuca, Nihiloxica, Yussef Dayes, Dengue Dengue Dengue, Tiraya, Ruiseñora, Martín Guerra, Leiton o María de la Flor, por ejemplo; aunque también apostamos por la música de la nueva generación, como demuestra lo bien que están funcionando grupos de perfiles muy diferentes pero de una generación nacida (o casi) en el siglo XXI como Rusowsky, Soto Asa, Verto o Finale, por mencionar solo a algunos.
¿Quiénes estáis detrás de Mazo Madriz?
Detrás estamos Javi Ferrara, director de Sound Isidro y promotor desde hace más de una década; Fanny M. Gornés, productora en Sound Isidro desde hace más de un lustro; y Alan Queipo, director del sello Raso Estudio y la agencia Sonder y trabajando en Sound Isidro en programación y comunicación desde hace casi cinco años.
A la hora de escoger artistas, ¿cómo los escogéis o qué criterios seguís?
La idea era tratar de no salirnos de esas dos líneas de registro artístico que queríamos marcar: la de cierta música exótica o étnica; y la de artistas que representen a una nueva generación. Ambos perfiles nos permiten maniobrar en direcciones muy diferentes, porque hemos podido programar a artistas jóvenes que vienen del punk, de la música urbana o del nuevo pop; y artistas de música étnica que van desde el jazz etíope al tribalismo ugandés, la folktrónica gallega, la psicodelia extremeña o la canción de autor iberoamericana.
Ya vais por la segunda edición y ahora apostáis por artistas más internacionales, ¿es rentable un festival así en un momento post-Covid?
Nos enteraremos cuando acabe el ciclo; pero, de momento, no hemos tenido grandes sustos. Hay un par de conciertos con los que aún estamos expectantes de si saldrán bien, y esos son los que determinarán si ha sido rentable o no; pero, como mínimo, estamos contentos porque hemos establecido una marca de ciclo de conciertos con un registro definido y que la gente ya empieza a conocer. La mayoría de los conciertos están a un nivel de venta muy alto, con varios sold outs o conciertos que lo serán seguro cuando se celebren. Pero, sobre todo, estamos felices de poder haber aportado un registro diferente al ecosistema de festivales en salas, sin tener que programar siempre a los mismos artistas.
¿A quién os gustaría traer para Mazo Madriz?
No pensamos en nombres en concreto, en realidad. Este año hemos hecho realmente lo que hemos querido, asumiendo riesgos muy grandes. Lo que sí nos gustaría es mantener nuestra identidad y que el público asimile que dentro del marco de conciertos entroncados en “lo alternativo” hay otras músicas que no tienen que necesariamente venir de registros anglosajones.
¿Qué se va a encontrar alguien que vaya a Mazo Madriz y por qué alguien debería pasarse?
Se va a encontrar conciertos que realmente es muy difícil de ver en nuestro país. Artistas que llevan muchos años sin venir como Mulatu Astatke o Yussef Dayes, que son eminencias absolutas del jazz más líquido; verá también la confirmación como artistas grandes como Baiuca, que va a llenar al 100% de su capacidad La Riviera (es decir, casi dos mil personas); o Rusowsky, que va a hacer sold out en una sala para mil personas; o el ceutí Soto Asa, que nunca se había presentado en Madrid y ha llenado dos Independance en una semana; o ver la alianza gallega de Verto y Grande Amore, con el que fue el primer concierto de pie del ciclo, con la gente absolutamente entregada y muchísimo público de 18 o 20 años. Pero, sobre todo, verá conciertos que deberían ser más habituales en el circuito de festivales de música alternativa. Que no haya tanta fotocopia de grupos indie mainstream y que se extiendan otro tipo de músicas. Van a descubrir muchos artistas que no conocían, que piensan y viven el directo de una manera muy diferente.
¿Creéis que los festivales más nicho como Mazo Madriz o más boutique serán el futuro de la música?
Lo sano es que todo coexista, que haya una convivencia normal. A nosotros lo que no nos gusta es que los festivales cada vez se parezcan más los unos a los otros, como si los artistas que venden entradas fuesen solo 20 o 30, y como si la gente solo quisiese ver en bucle a esas mismas dos o tres decenas de artistas y a nadie más. Consideramos que los festivales boutique aportan otras maneras de entender y de vivir la música en directo, mayor cercanía y, por lo general, hay una apuesta por cambiar y aportar otros nombres a la grilla de festivales.
El dúo Ruiseñora por Paula Palmer en su concierto de Mazo Madriz (@mazo.madriz)
¿Cómo veis la escena de conciertos y ciclos ahora en Madrid?
Nos pone muy contentos que hayan surgido nuevos ciclos, y que haya promotoras como Producciones Brillantes, Estrecho Cultural, Giradiscos, Madame Vodevil, Guacamayo Tropical, Cero en Conducta, Serious Fan o Ayuken MP que hayan puesto en marcha ciclos de raíces muy diferentes, y que solo hacen que enriquezca el ecosistema musical, pero también la actividad en las salas de conciertos. Si a eso sumamos la actividad habitual que promotoras como Ochoymedio, Tomavistas y otras, creemos que hay mucha riqueza, y para todos los gustos. Sigue habiendo cierta tendencia por parte de agencias de booking de centrar todos los tiros en los festivales de primavera-verano, pero hay unos siete u ocho meses en donde los festivales son minoría, y en donde la actividad de las salas de conciertos son capitales. Tiene que haber mayor entendimiento entre salas y promotoras, mayor espíritu colaborativo y también consciencia por parte de artistas y agencias de que es en las salas donde se determina la progresión y el estado de forma de los artistas.
¿Pensáis extenderlo a otras ciudades?
En principio, no. Tanto el nombre de Mazo Madriz como de Sound Isidro guardan una estrechísima relación con la idiosincrasia madrileña. Sí que estamos abiertos a que, si surge la posibilidad de colaborar con otras promotoras de otras ciudades o servir como puente para que artistas que programamos en nuestros ciclos puedan tener otras fechas en otras ciudades. Pero, hoy por hoy, estamos cómodos trabajando en Madrid, y creemos que ahora mismo querer abarcar circuitos que no dominamos demasiado y en los que hay otros grandísimos profesionales trabajando y programando sería contraproducente.
¿La banda sonora de Mazo Madriz ?
Del mismo modo que nuestros carteles son muy eclécticos, nosotros también lo somos. Compartimos mucha música entre los tres, y confiamos los unos en los otros a la hora de tomar decisiones de programación. Nos guiamos de manera muy intuitiva, pero también muy pasional. Y así es como también consumimos música. Personalmente, yo (Alan) he estado estas últimas semanas escuchando mucho los discos de Juçara Marçal, BADBADNOTGOOD, Peyote Asesino, GAZZI, Nicki Nicole, Praktika y el de Quantic & Nidia Góngora.
¿Planes para el futuro de Mazo Madriz ?
Por un lado, pretendemos en unas semanas anunciar la primera tanda de artistas que formarán parte de la nueva edición de Sound Isidro, que se celebrará la próxima primavera. Y, por otro, estamos aún en movimiento en Mazo Madriz, viendo si, más allá de centrarnos en estas fechas de otoño-invierno como epicentro central del ciclo, también aprovechar algunas giras internacionales o nacionales que nos proponen para hacer conciertos aislados entre los meses de enero y abril. No creo que nos vayamos a quedar quietos estos meses, pero sí que vamos a poner el foco en, sobre todo, sacar adelante la que esperamos sea la mejor edición de Sound Isidro.