Esta es la crónica de un pobre paseante –flâneur es demasiado presumir– al borde del colapso, perdido entre botellas y mantecas, burbujas, espirituosos y jamones colgantes, sometido a una catarata de estímulos difícil de gestionar. La nueva tienda Coalla en Madrid es un disparate bienintencionado, un paraíso de la compra delicatessen, la perdición del paladar más exquisito en sus horas más bajas por la desazón reinante. ¿Cómo conseguir salir airoso de semejante lugar?
Coalla es palabra sagrada en Asturias desde 1955. Especialistas en la distribución de vinos y productos gourmet, el Grupo Coalla fue fundado por José Suárez Coalla a partir de un pequeño colmado cerca de la Plazuela San Miguel de Gijón. Hoy, nada menos que la calle Serrano de Madrid es la que luce su apreciado logo.
A la tienda de alimentación original, la de Coalla Ultramarinos, suma dos locales más en Gijón y Oviedo, además de una tienda online que es también puro pecado a golpe de clic. Ramón Coalla, segunda generación de “tenderos”, lleva el timón de su actualidad, cuando lo gourmet parece ser un concepto ya prostituido.
Esta nueva apertura sin complejos traspasa cualquier expectativa previa. El Coalla de Madrid son 400 metros cuadrados distribuidos en dos plantas esquineras, la primera para las viandas de calidad, la segunda para el mundo líquido. Más la terraza de calle, porque en Coalla también se picotea y se chatea todo aquello que entra por los ojos, el acabose de cualquier Carpanta moderno.
Imágenes superiores: Vista general de la planta baja y el logo cabaretero de Coalla
En tiempos de crisis, doble taza de lujo. De bruces en este Coalla Madrid se topa el paseante haciéndose el despistado con una colección de quesos que va del Savel gallego al Briacacio azul con pasas de la Toscana, de una leche cruda procedente de Oregon (USA) como Rogue River a un Beenleigh de Cornualles, un Kraftkar noruego o un Cabrales como El Teyedu. Con la mascarilla injertada ya en la cara no penetra el perfume mareante, todo un consuelo.
Imagen superior: Detalle de la colección de quesos de Coalla, pidan por esa boquita
Alza la mirada y realmente no sabe dónde fijarla de tanta información que le llega. Cristaleras inmensas de laterío fino, salsas de toda composición y origen, que si fabada de Casa Gerardo, que si aceites picuales, que si mermeladas de tomate y vainilla, que si terrinas de pato o mejillones de Güeyu Mar. Lo dicho, este hombre ha perdido ya la referencia de la salida, está atrapado en Coalla Madrid, lo quiere todo, pero es ilegal lo que se le pasa por la cabeza.
Imagen superior: Vista de la fachada esquinera de Coalla desde la calle, como la mejor boutique de Serrano
Continúa hasta la barra donde se amontonan las copas y las botellas enfriándose. Ve unos cuantos panes, algunos embutidos al corte, jamones que sobrevuelan las cabezas. Cierra un poco los ojos y, apartando personas que parecen felices pero ajenas a este desvarío, a duras penas localiza las escaleras que ascienden a la planta superior. Cree iluso que allí encontrará algo de paz, pero que en el expositor le escolten algunas botellas que alguien puso en su agenda vinatera no es buena señal. La tentación vive (también) arriba.
Imagen superior: Expositores y más expositores gourmet en la planta baja de Coalla
Efectivamente, ahí este paseante que escribe no encontró más que altas dosis de inquietud. Más todavía. Incluso notó acelerarse el pulso porque lo primero a lo que echó el ojo fue al lineal llenito de la gama dulce de Pandorga, del PX al Tintilla de Rota. Sudores. Etiquetas de Bodegas Cota 45, finos Tío Pepe de todas las Palmas numeradas, sacas y sacas generosas… Uf.
Imagen superior: Vinagres y más vinagres de Coalla
Sin reparar en los destilados, no da lugar, alcanza nuestro prota la zona vermutera de Coalla Madrid. Allí separa el grano de la paja, y entra en combustión con la selección de referencias italianas, nada escasa para un comercio así. Professore, Carpano, Giusepe Giusti… También todos los franceses de La Quintinye o el Atamán elaborado con manzanilla de Barbadillo, debilidad del firmante.
Imagen superior: Detalle de chacinas, quesos y jamones de Coalla, vayan desfilando
Toma la carta de picar en sus manos y se queda en una gilda sabrosísima. Nada más. Podría haber atacado la cecina con parmigiano, el jamón Joselito, las anchoas Nardín, el caviar beluga o un mollete de pastrami, así como algunos platillos más elaborados, en este caso idea de José Antonio Campoviejo, de El Corral del Indianu. ¿Por qué no?
Imagen superior: Quesos, un rinconcito de nada en Coalla
La idea de esta jornada en Coalla Madrid era tomar algo y correr despavorido a contarlo. Ya que está en embajada asturiana, pide un vasito de Roxmut, el vermut que el llagar Castañón elabora con sidra. Es ligero pero da más que el pego. Pudiera decir que le gusta. En Coalla no hay purismos y sí poderío. Son 1.500 vinos uno detrás de otro, bajo la asesoría de un puñado de sumilleres fiables.
Imágenes superiores: Los vinos de Coalla habitan en la planta superior, el mareo continúa
“Vendemos vino… porque nos gusta el vino”. Así reza el lema Coalla. Cuando las cosas se dicen con claridad, todo queda dicho. Pues ya está, Coalla es vino y podemos añadir que también felicidad de marca, un espacio físico –y virtual, recordemos– que acumula todo lo rico que una mente calenturientamente gourmet, signifique lo que esto signifique, puede llegar a imaginar. ¿El paseante se fue de vacío? Dicen que le vieron a la carrera portando bolsones llenos de quesos y vinazos. El paseante de marras no tendrá más remedio que volver. Está perdido.
Imágenes superiores: Rincones agradables de la planta superior de Coalla, sala de catas con botellas top incluida
Coalla Madrid
Calle Serrano, 203, Madrid
Tel. 911 083 144
coallagourmet.com
No admite reservas
17 de marzo de 2021 a las 9:57
Enhorabuena!!!