Las súper heroínas con poderes extraordinarios de los años ochenta y noventa inspiraron al artista Pablo Durango para desarrollar una identidad performativa llamada Onyx.
La llegada de su alter ego supuso para Pablo Durango (Madrid, 1988) una nueva perspectiva desde la que afrontar su producción. Es desde la práctica performática que el ecosistema y el cosmos del artista adquiere una dimensión temporal concreta y deviene en acontecimiento. Y ahora este ser posthumano con esencia cyber barroca es el punto de partida para reflexiones sobre las estructuras naturales y sociales. Aunque elabore sus obras a partir de la teoría queer y los discursos feministas, hablamos con Onyx sobre su uso de la ironía para construir un relato accesible e inclusivo, una vía de escape interdimensional para reconciliarnos con nuestro presente.
Portada: retrato de Onyx por Gabriel García de Durango
Onyx como Juana de Arco. Foto: Gabriel García de Durango
En primer lugar, sabiendo que huyes de lo puramente humano y binario. ¿Cuáles son tus pronombres?
Onyx es un ser de género fluido. Aunque entiendo la necesidad de las categorías y los pronombres, en mi verborrea diaria utilizo todas las formas posibles para hablar de mí, por lo que puedes llamarme él, ella o elle.
Para acercarnos un poco más a tu forma de crear. ¿Cómo nace Onyx?
Onyx nace de una necesidad personal de explorar o explotar a nivel identitario la parte femenina que siempre tuve reprimida. Pero a nivel físico, he de decir que comencé a hacer drag de forma casual, durante una fiesta del Puñal dorao cuando Fab Skum me maquilló y sentí que algo se desencadenaba dentro de mi. Gracias a aquella experiencia comencé a explorar el medio y empecé a liberar no solamente mi parte femenina sino también la alienígena.
¿Quién es Pablo Durango para Onyx?
Es una pregunta peculiar porque desde que soy Onyx he vivido una disociación identitaria hardcore. Cuando me enfundo en mi otra identidad veo a Pablo desde fuera, casi como si estuviera en un viaje astral. Pablo es quien soy y es algo que no puedo sacar de mí, es el templo en el que Onyx habita. Al ser géminis con ascendente en géminis he desarrollado una naturaleza dual que me permite de vez en cuando sentar a Pablo en el asiento trasero y dejar que Onyx pilote a universos desconocidos.
¿Hasta qué punto la naturaleza te ayuda a crear tu propia ficción?
Me interesan otras formas de vida no humanas, pero actualmente estoy más interesado en la interpretación mitológica de la “naturaleza”: los bestiarios medievales o todo el imaginario que profundiza en los conceptos de género y sexualidad en autoras feministas de ciencia ficción. Dragones queer, monstruas infernales, seres mágicos del fin del mundo… Muchas de ellas encuentran la inspiración en la mera observación de la naturaleza. Me flipa la sensación infantil – lisérgica, dejarnos llevar por lo imaginativo y sin sentido. A veces hay que volver a las cosas y preguntarnos si estamos pensándolas bien, y permitirnos jugar con las ideas que las envuelven.
Onyx como Madame Butterfly. Foto: Alejandro Otero Martín
Los colores y las texturas de tus obras exigen, en muchas ocasiones, la presencia de lo digital y lo físico. ¿Qué papel ocupa cada medio en el resultado?
Yo creo un espacio para la especulación en mi arte para que el ojo que mira identifique que lo que estoy haciendo viene de un mundo tecnológico y orgánico a la vez, sin necesidad de atarlo a alguna temporalidad concreta. Me gusta que haya gente que me vea en su realidad física y se lo lleve al mundo de los videojuegos y gente que vea mi Instagram y piense que es algo 3D, o no sepa diferenciar hasta qué punto es real. Hoy en día casi no tiene sentido pensar lo digital y lo físico como algo separado. De los comentarios que más escucho cuando me ven en persona es “no pareces real!” Y me hace sentir como que he hackeado la percepción de alguien. ¿Que hay mas guay que eso?
En tu práctica, utilizas la mitología para concienciar sobre temas como la sostenibilidad y el respeto. ¿Percibes la capacidad pedagógica de la fantasía en tus obras?
Totalmente. En el contexto en el que vivimos es especialmente importante que empecemos a desarrollar mitologías acerca de lo queer y de otras narrativas distintas a las que hemos heredado. No nos podemos olvidar que las coordenadas mitológicas en las que nos hemos desarrollado provienen de un proyecto político concreto. Personalmente, todas las mitologías que he recibido desde pequeñx son machistas, racistas, clasistas… Persiguen un orden colonial y heteropatriarcal con el que no me siento identificado. Crear nuevas mitologías es una forma constructiva de dar espacio a nuevas ideologías y formas de entender el mundo. Y lo mejor es que es gratis.
Hace tiempo que trabajas con conceptos asociados al colapso y la distopía. ¿Crees que el 2020 nos ha obligado a replantearnos la forma en la que habitamos el planeta?
Obvio! Y si no lo hace es que estamos viviendo en negación. 2020 ha sido en si mismo una distopía. Hay un tema al respecto de la situación actual que me causa especial curiosidad: nuestra capacidad de normalización. La pandemia se ha llevado por delante el orden que conocíamos, pero estamos llegando a un punto en el que la nueva normalidad es simplemente normalidad. Me interesa ese punto de crisis y de fisión en el que la realidad se vuelve extraña y cambian las cosas porque también es una oportunidad para repensar si estamos en el buen camino y para construir nuevos relatos.
¿Qué representa para ti tu participación en el videoclip Abducción por reggaetón de Lapili?
Lapili y yo empezamos a seguirnos a principios de año y la colaboración fue completamente espontánea y nacida desde el amor. Es una de estas cosas bonitas que ocurren en el arte. Algunas veces asumes que tu trabajo tiene una forma más planificada y de repente aparecen proyectos como el de Lapili, que te dice que se quiere casar contigo por un mensaje de Instagram y te hace una canción. Es una especie de pedida de matrimonio a la que yo obviamente dije que sí, y ahora soy una alienígena felizmente casada.
Onyx en el videoclip “Abducción por Reggaetón” de Lapili. Foto: Omiste
Del todo imposible es el nombre de la última exposición en la que has participado, una colectiva comisariada por Christian Fernández en la Sala de Arte Joven de Madrid donde se abordan temas como la memoria y lo invisible. ¿Qué aporta tu punto de vista al concepto de la muestra?
Cuando me contactó Christian fue porque concibió el comisariado con diferentes ejes temporales, sobre el pasado y el presente de la sala y a mí me llamó como oráculo del futuro. El objetivo de la exposición era hacer una panorámica de la propia trayectoria de la Sala con cuestiones relativas al espacio que ocupa el arte.
Onyx ante su imagen en el metro. Foto: Bego Solís
Tu práctica está muy ligada al arte participativo. ¿En qué consisten las actividades que has desarrollado para Del todo imposible?
He planteado la actividad como una nave vinculada con el mito de Casandra en la que les participantes tienen que elegir su rol dentro de la tripulación. Yo, como comandante, les he dado una formación que consiste en cuatro sesiones en las que les he invitado a viajar en el tiempo conmigo. El resultado ha sido increíble: hemos tenido un bautizo drag, un viaje transtemporal… Vamos, un éxito total.
Te has convertido en una imagen muy representativa para esta exposición. ¿Qué se siente al ver el retrato de una misma en tantísimas paradas de metro?
LO MÁS. Una experiencia de validación de diez. Me convertí en una monstrua tentacular alcanzando a les viajeres del metro. Sentí que estaba accediendo a muchas personas que no van a exposiciones y no forman parte de los circuitos artísticos, y gracias al metro conseguí introducir un poco de mi ciencia ficción en su día a día. Una de las cosas más mágicas que me ha pasado nunca es aparecer en más de 300 paradas de metro observando con mis ojos negros a cualquiera que se atreva a mirar. Esta etapa de Onyx se conoce como “emperatriz del suburbano”. Son de estas historias que quedarán de lujo cuando escriba mis memorias.
Por último, tu crítica al antropocentrismo te ha llevado a convertirte en un ser no-humano y a vaticinar una descolonización del planeta. ¿Será el mundo post-humano un lugar mejor que el actual?
Pues mira, tendré que invocar a las sibilas para que nos den pistas. Yo no tengo ni idea de cómo será el futuro más allá de lo que puedo imaginar. Independientemente de la forma que tienen mis obras, a mí no me interesa tanto vaticinar de una forma realista lo que ocurrirá de aquí en adelante. Mi objetivo es que cuando alguien las vea o participe en mis eventos, no sólo observe cuales son mis vaticinios delirantes, sino que piensen que ellxs mismxs también tienen la responsabilidad activa de imaginar y construir el futuro.
Acabas de termianr una residencia en Matadero Madrid que fue pospuesta por el confinamiento. ¿Se ha visto alterada tu propuesta por la actual situación? ¿Qué formato tendrá el resultado de esta experiencia?
Yo presenté una propuesta que imaginaba relatos del futuro y otros universos y como sería la forma que Onyx tomaría según las circunstancias. Ahora, la realidad ya me ha dado la distopía y el marco donde crear, así que me estoy planteando cuál sería el papel de Onyx dentro de todo esto. A parte de eso, Onyx está evolucionando hacia nuevas formulaciones que se alejan de las características físicas humanas, utilizando ficciones protésicas para crear otras potencias del cuerpo. Onyx va a conocer la maternidad, la guerra y el más allá en 2021. Estad atentxs <3
Onyx por Mista Studio
Onyx. Foto: Gabriel García de Durango
Onyx por Mista Studio
Entrevista de Roberto Majano