CRÓNICA DEL CONCIERTO EN LA SALA APOLO DE BCN BY JOSÉ DURÁN
“Ella es super dotada, y la banda es maravillosa, la gente los adora, el público está encantado con ellos (…), han despegado, su música es instantánea. Prefiero este tipo de música y escucharlos de pie en concierto, mejor que sentados de forma burguesa en una butaca. (…) Su forma de moverse es única y no se parece a la de nadie, es algo que Janelle ha creado(…)”. Así la definía Monsieur Karl Lagerfeld en diciembre del año pasado… y no se equivocaba. El pasado 22 de Febrero la sala Apolo de Barcelona colgó el cartel de sold out – la reventa de entradas auguraba una noche al rojo vivo-, y así lo fue…pero el rojo pasó a un blanco y negro bañado en soul y mucha clase. Un miembro de la banda al más estilo predicador americano prometió que íbamos a pasar una velada inolvidable y que saldríamos de allí viéndolo todo en b/n. Monáe es un torbellino, un huracán de voz, de ritmo, de elegancia, de sencillez…un torrente de energía, y de la buena, bien positiva. Desde el primer momento se mete al público en el bolsillo casi de una forma chamánica, que no diabólica. La artista supo mantener un diálogo íntimo con su público con un concierto plagado de pequeñas sorpresas y sencillos giros y piruetas en escena – proyecciones de videos bajo la influencia de Metrópolis de Lang, los numerosos cambios de vestuario y hasta incluso una performance de action painting, -quizás el único elemento que se podría haber ahorrado– ; pero ante todo, una banda en mayúsculas, que lo deja todo en escena y que subraya el talento de la nueva diva del soul.
Con tan sólo su disco de debut “The Archandroid”, la diva de Kansas, ha sabido mezclar magistralmente la contundencia pop, altas dosis de rhythm and blues, y su savoir faire como actriz- estudió arte dramático en sus inicios – herramienta que sabe explotar de escándalo en escena dirigiendo al público por unos caminos que solo ella conoce. Miss Janelle Monáe es un tigre en el escenario, un joven animal de treinta primaveras, que ha devorado y bien digerido el divismo de Grace Jones, pero descartando la arrogancia de la jamaicana, el ritmo y el baile de Michael Jackson, descartando la excentricidad del rey del pop, y el funky asalvajado de James Brown – este último bien podría haber sido su padrino-. Como hizo en su día Ziggy Startust, la rockcabilly de Kansas se ha creado un alterego, Cindi Mayweather, el disco enlaza las historias de este androide, e incluso su creadora con sus videoclips ha intentado, a modo de puzzle por capítulos, contar la historia de este alterego inspirado en los musicales clásicos y la ciencia ficción del ya citado film de Fritz Lang. La traca mayor de la soirée fue el temazo “Tightrope”, hitazo del disco…su magia hizo que todo el público – bajo sus órdenes- se arrodillara y tumbara a sus pies- en el sentido metafórico y literal – la sala Apolo caía rendida a los pies de esta diva androide de tupé y look clásico en blanco y negro. Y es que como bien dice Karl, toda butaca sobra para ver a esta estrella única, se mueve como nadie, y te hace bailar como nadie.