THE TWILIGHT SINGERS

LA NOCHE ES PARA MÍ

El quinto álbum de The Twilight Singers, “Dynamite Steps” (Subpop 2011), destila aromas de nocturnidad y alevosía urbana, sin ningún tipo de máscara ni velo. Cargado de canciones irresistibles, nos hayamos ante un alegato apasionado de rock visceral, que nos empuja directamente a recordar los mejores momentos de su anterior grupo: The Afghan Whigs. La poderosa y reconocible voz de Greg Dulli es el mejor salvoconducto para cruzar las enrevesadas fronteras de los sentimientos. Estas once nuevas composiciones se mueven entre el ritmo vertiginoso y la calma etérea, que proporciona, por igual, la noche en la ciudad. El disco se abre con el afilado piano de “Last Night In Town”, y después reposa entre las cuerdas vocales de un invitado de voz tórrida y de taberna: Mark Lanegan, su hermano gemelo en The Gutter Twins (su, de momento, banda paralela). Un doble prólogo que sirve para invocar al mismísimo diablo en otro dueto con el ex líder de Screaming Trees, en la oscura e inflamable “Waves”. Esta alternancia es una constante que aparece de nuevo de manera sosegada en “Get Lucky”. Como un torbellino surge el primer single extraído del álbum: “On the Corner”, con una fuerza incontrolable que emerge desde la rabia interna: “All rise with me”, implora Dulli. Sin tiempo para sobreponerse, “Gunshots” mantiene esa tensión que no para de crecer.

THE TWILIGHT SINGERS

Musicalmente la consistencia y robustez de la banda se impregna de ese espíritu hambriento de eternidad. Un claro ejemplo es “Blackbird and the Fox”, preciosa balada cantada con Ani di Franco, que posee un “in crescendo” magnífico y es uno de los puntos fuertes de “Dynamite Steps”: “Little bit of smoke in the sky, it´s late in the evening, and the end of the summer burns upon your skin. It´s never too late to cry, sleep with strangers, show you things that you´ve never seen and I take you home”. El soul siempre ha sido una vía directa de inspiración en su obra, “The Beginning of the end” así lo demuestra con ese falsete que conduce a un estribillo precioso. Otro tema sobresaliente. Pasos firmes y cargados de dinamita que explotan por momentos y nos dejan con ganas de más. De volver a escucharlo una y otra vez. The Twilight Singers han logrado crear una de las mejores muestras de rock imperecedero, en unos tiempos en que la velocidad es el enemigo implacable de lo moderno, de lo nuevo. Es con todo merecimiento un candidato firme a disco del año, mirando ya, sin complejos, a “Gentlemen” o “1965”, las otras dos obras maestras de su primera y recordada banda.