11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

La 11ª iteración de la Bienal de el Arte Contemporáneo de Berlín, “La grieta comienza dentro (The Crack Begins Within)” abrió sus puertas el 5 de septiembre tras un inevitable retraso debido al Covid-19. Hasta el 1 de noviembre se puede ver el Epílogo de una bienal procesual que comenzó hace un año. bb11 está estructurada en cuatro capítulos, distribuida en cuatro sedes y comisariada por un equipo intergeneracional de cuatro curadoras sudamericanas y españolas.

Las curadoras María Berríos, Renata Cervetto, Lisette Lagnado y Agustín Pérez Rubio con vasta experiencia en Sudamérica, incorporan obras y proyectos latinoamericanos que, de manera pertinente, cuestionan la violencia patriarcal estructural en instituciones públicas y privadas, en la vida familiar y social, ejercida sobre el cuerpo colectivo en esta región. Pero aparte de la sección geográfica, la aproximación curatorial incorpora el trabajo de artistas originarios, outsiders, colectivos, museos y compañías de teatro, y amplifica —a través de sus voces y miradas— los modos de violencia sistémica globalmente transversales, como los nuevos nacionalismos, fundamentalismos y fascismos, haciendo hincapié en la diversidad, la solidaridad y los afectos como métodos para agrietar este sistema podrido e impulsar el cambio.

Foto Portada: El Palomar, Schreber is a Woman, 2020. Vista instalación. Foto: Silke Briel

Ellas visualizan esta edición de la Bienal de Berlín como una serie de experiencias vividas que evolucionan como un proceso. Comienza con tres “experiencias” secuenciales, exp. 1, exp. 2 y exp. 3, desarrolladas entre septiembre de 2019 y marzo de 2020 —hasta la llegada de la crisis sanitaria— en el complejo ExRotaprint del vecindario de Wedding. Durante un año, la 11ª Bienal de Berlín desde su sede en ExRotaprint ha intentado construir relaciones sostenibles, no solo con los artistas y proyectos participantes, sino también con la ciudad y la gente de Berlín. Por eso, las “experiencias” resultantes se han recogido en el llamado “archivo viviente” que conforma uno de los capítulos de este Epílogo o exposición final.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

Pedro Moraleida Bernardes, Young-jun Tak, Florencia Rodriguez Giles. Vista exposición bb11 en KW. Foto: Silke Briel

Los otros tres capítulos de este Epílogo – The Crack Begins Within, se distribuyen entre el KW Institute for Contemporary Art que desarrolla su temática alrededor de la “religión” del capitalismo colonial con sus variadas mutaciones y de la opresión a las disidencias sexuales y las cosmologías indígenas en sus búsquedas de emancipación, para dar paso en la daadgalerie al uso del vestuario y la moda como arma política de aquellos cuerpos resilientes y sexualmente disidentes. La tercera sede es la Gropius Bau, en ésta se cuestiona el legado modernista del museo como institución y cómo las prácticas coloniales continúan ejerciéndose en estos espacios a través de la eliminación de producciones artísticas, artesanales y culturales “minoritarias” o “periféricas”.

De los más de 75 creadores que componen la nómina de la undécima edición de la Bienal de Berlín, los artistas españoles presentes son el colectivo El Palomar, Andrés Fernández, La Rara Troupé y Azucena Vieites. Además hay una gran cantidad de artistas de origen latinoamericano –algunos consagrados o ya fallecidos, otros al inicio de sus carreras—.

La anti iglesia en KW, Instituto de arte contemporáneo

KW presenta anti iglesias personales y colectivas, templos queer y transfeministas con cosmologías y sexualidades emancipadoras y a favor de otras espiritualidades.

Puestos a subvertir, comenzamos la casa por el tejado, en el tercer piso del KW, el colectivo artístico barcelonés El Palomar (Mariokissme y R. Marcos Mota) en su ya consolidada carrera investiga la ascendencia y la historia de los homosexuales. El Palomar presenta la video instalación de dos canales Schreber is a Woman/Schreber es una mujer (2020). Contra el padre y el patriarcado, su instalación se basa en las memorias de Daniel Paul Schreber, un juez alemán confinado en el manicomio de Sonnenstein en Sajonia en 1894 donde escribe Memorias de mi enfermedad nerviosa (1903). En ellas relata su sentimiento de querer ser mujer, entre otras experiencias.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

El Palomar, Schreber is a Woman, 2020. Retrato. Cortesía El Palomar

El Palomar descubre y reinterpreta las memorias de Schreber desde una perspectiva transfeminista que se resiste a los conceptos de confinamiento y exclusión, de domesticación y control y deconstruyen el vínculo freudiano entre Schreber y la paranoia esquizofrénica desde un punto de vista queer. Schreber es una mujer subvierte las circunstancias originales del linaje queer, recontextualizando el género, y el placer en el presente. En resumen, la instalación ofrece una nueva lectura del caso como enraizado en un período en el que las identidades de género estaban restringidas a los arquetipos binarios clásicos.

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El Palomar, Schreber is a Woman, 2020. Vista instalación. Cortesía El Palomar. Foto: Silke Briel

En el siguiente nivel hacia abajo, a la entrada de la sala, Virginia Borges, Gil DuOdé & Virginia de Medeiros presentan la película Ìyá Agbára/Strength of Mothers (2020). Producida para la 11ª Bienal de Berlín, la película gira en torno a ocho mujeres afiliadas a Ilê Obá Sileké —el único templo Candomblé de Alemania— mientras trabajan colectivamente con la comunidad del templo, entre estas mujeres están las propias autoras Virginia Borges y Gil DuOdé. Filmado en 16mm, el video incluye registros somáticos y espirituales.

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Virginia Borges, Gil DuOdé, y Virginia de Medeiros, Ìyá Agbára, 2020. Fotogramas. Cortesía Virginia Borges, Gil DuOdé, y Virginia de Medeiros

Como estamos en esta anti iglesia, a modo de procesión, continuando hacia abajo, con el fin de luchar contra la violencia ejercida a las mujeres, la peruana Elena Tejada-Herrera, muestra They Sing, They Dance, They Fight (2020). Una video instalación de tres canales de estética post-internet en la que se combinan narrativas inconexa de la lucha y resistencia femenina. La artista despliega belleza, glamour y absurdo para generar empoderamiento femenino reforzando el poder de  decisión social y fuerza física femenina. El video presenta a diferentes grupos de mujeres con construcciones alternativas de feminidad: chicas y mujeres trans de todas las edades. Un canto a la hermandad, el amor y el poder femenino.

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Elena Tejada-Herrera, They Sing, They Dance, They Fight, 2020. Vista instalación. Foto: Silke Briel

En la misma planta, la artista mapuche Paula Baeza Pailamilla presenta Kurü Mapu/Territorio Negro (2018), un mapa imaginario de Ngulu Mapu, territorio ancestral violado por la colonización española, tejido colectivamente por mujeres indígenas mapuches. Baeza Pailamilla también muestra la película-documentación de la acción que aborda la condición de invisibilidad de los cuerpos de las mujeres indígenas en su contexto actual, desplazados de sus territorios de origen.

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Paula Baeza Pailamilla, Kurü Mapu/Tierra Negra, 2018. Vista instalación. Cortesía Paula Baeza Pailamilla. Foto: Charles González

Camino del gran atrio de KW, las cosmovisiones de la comunidad maya Kaqchikel rodean nuestro acceso hacia el espacio central del edificio. En el video Sueño de obsidiana (2020), del artista guatemalteco Edgar Calel viste una piel de jaguar, animal espiritual en la cosmología maya y realiza un ritual para el reconocimiento de la tierra indígena dentro de uno de los iconos de la arquitectura modernista brasileña: el Pabellón de la Bienal de São Paulo de 1954 en el Parque de Ibirapuera. Bajo la piel, el artista lleva puesto un jersey –también en exhibición en la galería daad– bordado con el nombre de las 23 lenguas indígenas que se hablan en el territorio guatemalteco, un saber ancestral que ha ayudado al artista y su pueblo a resistir el embate colonial.

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Edgar Calel en colaboración con Fernando Pereira dos Santos, Sueño de Obsidiana, 2020. Fotograma. Cortesía Edgar Calel y Fernando Pereira dos Santos. Foto: Chico Bahia © Sendero Filmes

Y ya por fin en el atrio, el gran espacio abierto y central de KW se ha convertido en una suerte de santuario queer, en cuyo centro reposan diez estatuas de Jesús de tamaño natural del artista coreano Young-jun Tak. Formando un círculo en el suelo, sus cuerpos están cubiertos de panfletos homofóbicos que los fanáticos cristianos sudcoreanos reparten habitualmente.

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Young-jun Tak, Chained, 2020. Vista instalación. Cortesía Young-jun Tak. Foto: Silke Briel

Esa intolerancia también se expresa en la serie de pinturas del artista brasileño Pedro Moraleida Bernardes —muerto por suicidio a los 22 años— situadas justo detrás de esta pieza y dispuestas en forma de políptico suspendido a modo un retablo. Los seis paneles representan, de manera bruta y neoexpresionista de lo sagrado y lo degradado, escenas de lujuria, violencia, mortificación y humillación.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

Pedro Moraleida Bernardes, Sentindo um cansaço mortal por representar o humano, sem fazer parte do humano, 1997. De la serie “Faça Você Mesmo Sua Capela Sistina”, 1997–98. Vista instalación. Cortesía Instituto Pedro Moraleida Bernardes. Foto: Silke Briel

Rodeando el retablo disidente de Moraleida Bernardes, se sitúan los maravillosos y gigantescos dibujos a lápiz de la argentina Florencia Rodríguez Giles pertenecientes a su serie Biodélica (2018). Las piezas representan una utopía alternativa desprovista de héroes masculinos y sus agresiones. De estética surrealista, sus composiciones presentan un un país de las maravillas utópico en el que los cuerpos musculosos y gráciles al mismo tiempo, desafían el binarismo en favor de un cuerpo polimórfico, extravagante y graficamente lujurioso con el fin de explorar nuevas prácticas para una evolución incierta en la lucha por la supervivencia.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

Florencia Rodríguez Giles, Biodélica, 2018. Vista instalación. Foto: Charles González

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

Florencia Rodriguez Giles, Vista instalación. Foto: Silke Briel

La forma en la que las políticas sexuales y de género interactúan con temas como la inmigración, la raza, la etnia o el neocolonialismo son temas centrales en los proyectos de Carlos Motta, creando así un corpus de visibilidad y representación de subjetividades no normativas. En la pequeña sala situada en el sótano de KW, se muestran los tres videos que constituyen la obra Requiem (2016), una lectura queer de la crucifixión, el mérito, la bondad y la expiación, conceptos de reafirmación cristiana.

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Carlos Motta, The End of Crucifixion (parte de obra Parte de Requiem), 2016. Vista instalación. Foto: Charles González

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Carlos Motta, Requiem, 2016. Vista instalacion. Cortesía Galeria Vermelho, São Paulo; P.P.O.W. Gallery, New York; mor charpentier, Paris. Foto: Silke Briel

La pieza presente en la Bienal de Berlín de Mariela Scafati aprovecha imágenes de los acontecimientos super actuales. Movilización (2020) es la primera pieza que se ve al acceder al edificio KW. La argentina ha cubierto el suelo de la estancia con lienzos monocromos de varios colores, ubicados uno al lado del otro para formar una suerte de collage abstracto de cuerpos humanos acostados, o con las piernas dobladas. Como sugiere el título, la pieza inicialmente se concibió como marcha de manifestantes feministas contra los frecuentes feminicidios, pero cuando el encierro provocado por la pandemia interrumpió las manifestaciones, Scafati decidió conjurar un momento de fragilidad y descanso.

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Mariela Scafati, Movilización, 2020. Vista instalación de 65 pinturas. Cortesía Mariela Scafati; Galería Isla Flotante, Buenos Aires; PSM, Berlin. Foto: Silke Briel

Al igual que Movilización, la pieza del colectivo brasileño Teatro da Vertigem documenta también una acción muy contemporánea, llevada a cabo por el grupo apenas hace un mes, el 4 agosto de 2020. En Marcha à ré (Marcha atrás), una procesión funeraria de alrededor de 120 coches intenta abrirse paso circulando marcha atrás por la Avenida Paulista, centro financiero de São Paulo. La pieza aborda la necropolítica del régimen populista de extrema derecha en Brasil, actualmente involucrado en un genocidio de su propia población.

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Teatro da Vertigem, Marcha à ré (Marcha atrás), 2020. Fotograma

Marcha à ré está inspirada en obras del inclasificable artista Flávio de Carvalho, no solo porque la marcha pasa por delante de un pieza de street art que reproduce una de las imágenes de la Série Trágica de Carvalho de 1947 —expuesta en la Gropius Bau—, unos sorprendentes  dibujos que retratan a la madre del artista en su lecho de muerte. En el contexto de la pandemia COVID-19, su agonía representa el derecho a lamentar los miles de muertes causadas por la gestión autoritaria y negligente del gobierno brasileño ante esta crisis de salud. Además, en 1931, en su Experiência n° 2, Carvalho trató de estudiar la reacción de la multitud mientras caminaba en dirección opuesta a la gente que iba en la procesión del Corpus Christi.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte I

Teatro da Vertigem, Marcha à ré (Marcha atrás), 2020. Fotograma con la reproducción del dibujo de Flávio de Carvalho de la Série Trágica © Cristiane Ramalho

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Flávio de Carvalho, Retrato ancestral, 1932. Foto: Silke Briel

Continuar el recorrido de las siguientes sedes aquí.

11ª Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, parte II


11th BERLIN BIENNALE FOR CONTEMPORARY ART
The Crack Begins Within
Del 5 de Sept. al 1 de Nov., 2020