El signo de los tiempos lo vivimos quienes pasamos parte de nuestra juventud retozando noches enteras por las calles de Malasaña. Hoy, convertido el barrio en otra cosa que suele vivirse de día, Casa 28 es un no-restaurante que sirve para degustar productos delicatesen, chacinas y tacos jugosos. Cómo ha cambiado el cuento. Seguimos contándolo.
En la misma Plaza Joan Pujol donde antes la chavalería –cuentan que yo andaba también por ahí– practicaba el botellón, hoy un pequeño local que siempre fue carnicería es regentado por un par de argentinos que hace un año pusieron en marcha una fórmula muy de esta modernidad: tienda charcutera, carnicería y puestos para probarlo todo. Pues eso, que lo probamos (casi) todo.
Imagen superior: El bocadillo de pulled pork de Casa 28
Imagen superior: La fachada de siempre de Casa 28
Casa 28, en el mismo número de la calle Espíritu Santo, viene de ca-rnicería y sa-lchichería. Al reservar, me preguntaron si era carnívoro. Afirmativo: iba al lugar adecuado. Hacía meses que quería conocer esto que el argentino Adrián ‘Cachay’ Rojas, siete años en Punto MX y Salón Cascabel, y Roberto Quirant se habían atrevido a montar. Aunque a partir de 2016 fue ocupado por una tienda de topa, desde 1912 había mantenido su licencia de carnicería. Es el destino.
Imagen superior: El equipo de Casa 28
Conserva Casa 28 más o menos su fachada de siempre, menos mal, mientras dentro mantiene parte de su esencia de despacho de carnes, como los azulejos blancos y los ganchos de secado. De la renovación, a la que sobre todo se le incorporó un armazón de madera, se encargó Estudio Naza. Destacan además los dibujos de Mauro Valenti, artista rioplatense, a partir de fotos antiguas en blanco y negro. Todo contribuye a una imagen de actualizado costumbrismo.
Imagen superior: Detalles interiores, entrada y sala del fondo
La vitrina de la entrada, como toda tienda de ultramarinos, desorienta si no se va avisado: lo hemos anticipado, esto no es un restaurante al uso de mesa con mantel. Podemos pedir cuarto y mitad de lo que sea y cargar con ello a casa o, mejor, tirar de la escueta carta y degustar in situ en mesa alta. Reina la carne leonesa de El Capricho, de la que ‘Cachay’ es fan a ultranza. Una tabla con cecina de buey y vaca, lengua curada, chorizo y salchichón parece buena idea para empezar el envite.
Imagen superior: Tabla El Capricho y tabla de quesos
Tienta en esta misma orden el steak tartar, con cadera de buey picada a cuchillo. Nada que ver, la provoleta con tomate seco nos introduce la inspiración argentina. Pero siguiendo con la chicha, que es a lo que hemos venido, tenemos el pechito de cordero, el vacío de ternera, las costillas de cerdo blanco (criado en libertad en Segovia), picantes o barbacoa con majado de hierbas, o la panceta confitada, crujiente por fuera y acompañada de coleslaw y pepinillos encurtidos, de buen equilibrio.
Imagen superior: Panceta confitada
El toque mexicano, que para eso Roberto Ruiz y Punto MX aparecen en sus credenciales, lo ponen unos tacos de tortillas de maíz, jugosos, pequeños y preparados con gusto: cochinita pibil o griego (ternera confitada a baja temperatura, tzatziki de pepino y habanero) nos parecen perfectos como primera aproximación. Además, cuentan con algunas quesadillas.
Imagen superior: Las costillas, picantes o barbacoa
No queda ahí. En Casa 28 también se preparan bocadillos en mollete como el de choripán, el de ternera desmechada o el estupendo pulled pork, con su salsa secreta, pepinillos y coleslaw. De todo, lo que desmerece con ganas es el pan. Y la tabla de quesos, que tampoco nos parece nada del otro mundo. En lugar de tirar de vino, que seguro que hubiéramos dado con alguna referencia joven interesante, optamos por vermut madrileño El Chulapo. No nos fue mal. Me consta que hay quien ha tenido experiencias mejorables en Casa 28. Le diría que le diera una segunda oportunidad.
Imagen superior: Un par de tacos de Casa 28, el griego y la cochinita pibil
Casa 28
Calle Espíritu Santo, 28, Madrid
682 58 35 87
casa28.com.es