Tercera entrega de las disertaciones sobre la incidencia del covid-19 en el mundo del arte y recomendaciones de eventos artísticos para visitar en vivo en estas etapas finales de reclusión. ¿Qué estamos aprendiendo de estos tiempos de pandemia y prohibiciones?
Durante el primer trimestre de 2020, el sector de las artes y la cultura se suspendió en una “nube” —nunca mejor dicho— gaseosa y gris a causa de la pandemia de coronavirus. Ya han pasado seis meses desde los capítulos de China y Asia Oriental a los que siguieron los de todo el mundo.
Tras la enfermedad y la soledad, hay temor e incertidumbre y también la temible sospecha de que no hay mejor situación que una crisis para minimizar otras emergencias planetarias. Pero a la vez surge un sentido de desafío y optimismo, un renacer post-covid como el ave fénix renace de sus propias cenizas. La medida en que podamos hacerlo dependerá de nuestra capacidad de escuchar lo que sucede a nuestro alrededor, de escucharnos unos a otros, de la simbiosis entre todas las figuras implicadas.
Foto portada: Aby Warburg, Bilderatlas Mnemosyne, panels 6 & 77 | Photo: Wootton / Fluid. Cortesía The Warburg Institute, London
¿Como será el futuro post-covid? ¿Estamos a punto de entrar en una era de creación de comunidades y de solidaridad intensificada? ¿Está la escena artística preparada para este giro digital total? ¿Se comprometerá más profundamente con una nueva política y estética del cuidado? De todo esto y mucho más hablan las invitadas de esta tercera entrega, tras pasar por comisarias y galeristas, llegan las artistas; sin ellas los dos roles anteriores no tendrían sentido. Ellas son Ana Alenso y Eli Cortiñas, que desde Berlín nos dejan sus lúcidas y agudas reflexiones sobre el covid-19, así como dos expos que no hay que perderse en la capital alemana.
Ana Alenso
El coronavirus nos tomó por sorpresa. Y es precisamente en estos momentos cuando las estructuras que conocemos tiemblan, cuando nuestra capacidad de resistencia se pone a prueba. Mientras la tendencia del mundo globalizado se inclina hacia una biopolítica más radical, en el ámbito de las instituciones de arte, galerías, museos, parece haber una preocupación desmedida por mantener la atención online, estar al día, ser innovador.
Hablo de un proceso de aceleración en la producción de contenido digital, algo que venía desarrollándose paulatinamente, pero que ahora se manifiesta de forma apresurada y exige deliberadamente nuevas formas de exhibición e intercambio virtual. En contraparte, en el interior de la maquinaria del mundo del arte ocurre una desaceleración de la movilidad, lo que significa un alivio temporal para el medio ambiente. Pero sin embargo propicia el distanciamiento en las relaciones humanas, un aspecto vital para el mundo del arte. Esta situación es un intersticio que deja ver la importancia tanto de la experiencia física como de nuestra capacidad de reinventarnos, compartir y alimentarnos mutuamente.
Autorretrato de Ana Alenso en su taller, junio 2020
Aceleración y desaceleración: Al buscar un balance entre estas dos fuerzas diametralmente opuestas, pienso que aunque el exceso de contenido online llegue a ser abrumador, con sus virtudes y sus contradicciones, este exceso se puede compensar también con los silencios del covid-19, con esos momentos de aparente calma, cuando las sensaciones de incertidumbre o empatía se apoderan de nosotros. Emociones que sirven también de vehículo para atender al llamado interno del sentido de la libertad, ése donde se origina todo germen creativo y crítico.
Por último, creo que el cierre de los espacios, las cancelaciones de las exposiciones y la evidencia de la aguda precariedad en la que vivimos muchos de los artistas, genera al menos consciencia de la necesidad de nutrir nuestras relaciones con ese otro que es el mundo, ese otro que es fundamental para entablar el diálogo que propone el arte.
Recomendación. Berlín
Quisiera recomendar la muestra Regalos y Rituales de Lee Mingwei (禮Li, Geschenke und Rituale) en el Gropius Bau en Berlín. Mediante una serie de instalaciones y performances y a través de los rituales de la cotidianidad cómo escribir una carta, almorzar con alguien o dormir, el artista propone reflexiones sobre el dar y el recibir para acercarse así a conceptos existenciales como la libertad, la guerra, la vida y la muerte. Esta exposición me hizo recordar el pensamiento del filósofo alemán coreano Byung-Chul Han, quien propone que los rituales, como acciones simbólicas, crean una comunidad sin comunicación, pues se asientan como significantes que, sin transmitir nada, permiten que una colectividad reconozca en ellos sus señas de identidad. Y esto a mi entender aplica directamente al arte. No se trata solo de los rituales cotidianos que Lee plantea, el ritual mismo de visitar la exposición es lo que aquí se pone en cuestión, especialmente hoy en día cuando la experiencia del volver al museo se ve temporalmente transformada por las medidas de sanidad impuestas.
No fue lo mismo estar en el museo durante dos horas con un tapabocas, la sensación final era la de querer salir corriendo. De hecho, dado el carácter participativo de algunas obras, fueron canceladas o modificadas drásticamente. Tal es el caso de la instalación y performance interactiva Sonic Blossom (2013-presente), en el que un cantante profesional se acerca a un visitante preguntando: “¿Puedo regalarle una canción?” Si el regalo es aceptado, el visitante es conducido a una silla especial en el museo y el vocalista interpreta una canción de Schubert. No obstante, un gesto tan sutil como el recitar una canción, es un gesto que ahora está delimitado por una pantalla de acrílico transparente que separa al cantante del público. Ahora quien recibe “el regalo” está con tapabocas, los gestos, la conmoción se ocultan y hay algo que como un secreto, queda sin decirse.
Sonic Blossom de Lee Mingwei, (2013-presente). Performance participativa con silla, atril, disfraz y cantante. Foto: Ana Alenso
Sonic Blossom de Lee Mingwei, (2013-presente). Performance participativa con silla, atril, disfraz y cantante. Foto: Ana Alenso
Eli Cortiñas
Hablar de como la pandemia afectará al mundo del arte implica definir qué es eso a lo que llamamos mundo del arte y que es lo que engloba, ya que es muy diverso y sus agentes habitan muy diferentes posiciones y escalas sociales. La precarización que afecta a los agentes que siempre ha afectado, por ser un sistema con tanta asimetría de poder como muchos otros, se ha agudizado aún más, y posiblemente desaparecerá cualquier escalón medio o mutará de manera radical. La parte del mercado del arte que funciona a modo de empresa extractivista sabrá capitalizar la tragedia, engullir y mudar piel como lo ha hecho siempre.
La variedad de impactos y reacciones es más heterogénea de lo que la polarización mediática que conlleva un evento global de esta magnitud, quiere hacernos creer. Precisamente por la complejidad y diversidad de tejidos que rodean nuestras prácticas, tanto sociales como económicos, como por la diversidad en los modos de crear sentido y/o pensamiento, se plantea como un cosmos complejo de navegar y de reducir a un solo posicionamiento. A falta de encontrar palabras que definan este momento para todxs nosotrxs y siendo consciente de la imposibilidad de representar a una multitud desde mi subjetividad, pienso en la poesía como un vehículo para encontrar formas de nombrar lo innombrable y de imaginar lo hasta ahora inimaginable.
Retrato de Eli Cortiñas
A una primera parálisis y los diferentes abismos que se abrieron después del shock y las medidas que comenzaron a regular nuestros cuerpos y nuestras formas de habitar espacios y relaciones; le siguió una necesidad común de encontrar nuevos espacios libres de control para sanar y activar los recursos que vamos a necesitar para cambiar tantas cosas. Audre Lorde decía que la poesía no es un lujo para las mujeres, sino una necesidad vital, ya que nuestras esperanzas y sueños de supervivencia y de cambio se convierten primero en lenguaje y después en idea, para terminar volviéndose acción: “La poesía no es sólo un sueño y una visión; establece los cimientos para un futuro de cambio, un puente a través de nuestros miedos a lo que nunca ha sido antes”.
Hablar de la vida post-covid llevará tiempo todavía. No creo que hayamos llegado a comprender aún la magnitud de los cambios tan profundos y radicales que se están produciendo. Ya atisbamos a ver como se relacionarán a partir de ahora nuestros cuerpos; el incremento del control de los estados sobre nuestros movimientos, nuestros fluidos y nuestra sexualidad; el estado de vigilancia y denunciación; la asimetría de poder y de distribución de riquezas que se manifiestan aún más dramáticamente en los cuerpos que han sido siempre vulnerables. Pronto encontraremos una manera de lidiar con esto que llaman la “nueva normalidad”, devolviéndonos esa ilusión de status quo en la que nos hemos mantenido tanto tiempo lxs más priviligiadxs.
No digo que será el rol de lxs artistas impulsar esos cambios que necesitamos tan urgentemente; ni que seamos lxs únicxs que pongamos las trabas para que nada vuelva bajo ningún concepto a esa “normalidad”, pero sí creo que cualquier ser e institución pensante, vibrante, educadora, cualquier poeta, deberá mutar a activista.
Muchxs todavía han de recuperarse de pérdidas traumáticas, para otrxs esto supondrá una crisis más, o menos dura a superar y para algunxs no será nada más que un pequeño inconveniente, algo anecdótico, un lapso durante el cual los telediarios descubrieron con emoción que convivimos con otras especies en este planeta. Y sin embargo, creo también que este momento alberga la potencialidad de un Reset, quizás el último posible ante la crisis planetaria y de recursos en la que estamos. Más que creerlo tenemos que imaginarlo, porque se trata de escenarios que aún no conocemos, alternativas a imaginar. Y todo eso habrá que hacerlo en comunidad, abandonando privilegios y con la dificultad que conlleva que nuestra sociabilidad se vea mermada por medidas cada vez mas restrictivas y autocráticas disfrazadas bajo el nuevo emblema de cuidar de nuestras vidas.
Hace unos días, volví a ver la película de Manthia Diawara con el poeta y filósofo martiniqués Edouard Glissant y se me quedó muy grabado lo que decía Glissant sobre las categorías fijas e inamovibles que hemos aprendido a entender como la única visión de mundo posible: “No debemos decirnos a nosotros mismos que lo indeterminado, lo incierto, lo que no es obvio, es una debilidad. Debemos decirnos que abre nuestras mentes a formas inesperadas de complejidades. Todos los poetas lo han dicho. El jadeo, la respiración, el pulso, las desgracias, los miedos, las esperanzas osadas y las obsesiones estériles. Todo eso necesita ser reaprendido y remezclado. La poética de este esfuerzo parece más importante que las categorías de pensamiento rápido, que llevan a conclusiones definitivas y fijas. Entendemos mejor el mundo si nos estremecemos con él”.
Recomendación. Berlín
Una exposición que esperaba con muchas ansias y que se tuvo que posponer a otoño es Aby Warburg: Bilderatlas Mnemosyne en Haus der Kulturen der Welt (HKW) de Berlín, donde resido actualmente. Se trata de la última versión documentada de 1929 del famoso atlas, con casi todas las imágenes originales. Creo que al coloso del atlas de Warburg hay que enfrentarse físicamente y bajo la mise en scène del espacio y el display que conforman siempre una nueva lectura de ese maravilloso sinfín de imágenes y relaciones que establece Warburg. Esa suerte de proto-algoritmo que se podría considerar precursor de las categorías que conforman hoy los controvertidos procesos del machine-learning.
Aby Warburg, Bilderatlas Mnemosyne, panel C (detalle) | Photo: Wootton / Fluid. Cortesía The Warburg Institute, London
Aby Warburg, Bilderatlas Mnemosyne, panel 39 (detalle) | Photo: Wootton / Fluid. Cortesía The Warburg Institute, London