DISECCIONANDO CANCIONES

“SORROW” DE THE NATIONAL (HIGH VIOLET, 4AD, 2010)

Analizamos esas canciones que nos han llegado al alma y más allá. Empezamos con Sorrow de The National.

Pena: (Del lat. poena).
f. Dolor, tormento o sentimiento corporal.
f. Perjuicio o daño, de intereses o moral, que sufre quien causó otro semejante.

La pena es una sensación de aparente complacencia, de extraña y reconfortante melancolía. Dicen que llega sin avisar, que atraviesa silenciosamente la piel y se hace fuerte en tu interior. Cuando te has dado cuenta está agazapada en tu corazón. Ahí ya no hay salida. Uno de los casos más graves y de peor curación es cuando llega en plena juventud. La inocencia es una célula buena y saludable expuesta de manera suicida, a la llegada en tromba de células malas y agresivas. Paciente, te espera y finalmente se erige ganadora. Miles de grupos, millones de voces, letras, sonidos y estilos han exprimido hasta la saciedad esta sensación, casi siempre de manera desesperada. Muchas veces ficticias, otras impregnadas de una descarnada realidad. “Sorrow” es en realidad un homenaje, encubierto, a uno de los pasajes más hermosos y dramáticos de la historia del rock. Mantendremos el misterio hasta el final. La letra de Matt Berninger es una reflexión descrita a golpes y de profunda oscuridad. Las tenebrosas aguas de la decepción son hectolitros de fuerzas centrífugas que te arrastran hasta el fondo. El desamor o la falta de atención emocional, parecen arrastrar al narrador a un abismo de inhóspitos parajes, aquellos en que tan sólo la química prescrita parece poder alejar. La superación y victoria de sus negativas garras es la expansión sobre todo lo que nos rodea, desde la simple y cotidiana función de oler a la de encontrársela incluso en la leche y la miel que tomamos. Ni el corazón más gigantesco se resiste a su fuerza. El final se transforma en ceguera. La negación obsesiva a la superación es el último asidero a la fugacidad del momento idílico. Sin quererlo o no, The National con su música y melodía, transforman todo en una procesión de dolor, donde su imaginería “rock” es la de un icono que se quitó de en medio en un cuarto de estar de una casa vacía, aunque el vacío estaba en su propio interior. La “atmósfera” de aquel 1980 sirve de inspiración al momento más intenso y doloroso del año musical.