Daniel Steegmann pertenece a una generación de artistas que dieron la bienvenida al nuevo siglo conjurando y deindexando los principios y los estándares del arte contemporáneo.
Una generación caracterizada por dinamitar los esquemas clasificatorios del arte contemporáneo y sucumbir a la fusión. Esa transversalidad y amalgama que en las últimas décadas ha trastocado miles de conceptos, impregna el trabajo de Daniel Steegmann Mangrané, un autor que abraza un multidisciplinar amasijo creativo. En esta entrevista, Daniel comparte sus reflexiones profundas sobre arte, naturaleza y cultura y la interconexión entre ellas.
Retrato Daniel Steegmann Mangrané © Lorenzo Palmieri. Cortesía de Pirelli Hangar Bicocca
Orange Oranges 2 (Medium Lemon/ Summer Blue), 2004
A Transparent Leaf Instead Of The Mouth, 2016-17. Vista de la instalación: Fundação de Serralves, Porto, 2017. Cortesía del artista y Esther Schipper, Berlin. Foto: Andrea Rossetti
Su carrera como artista arrancaba hace 20 años. Dos décadas en las que el mundo parece haberse sobrevivido a sí mismo. Las formas de comunicación han transformado las relaciones humanas y la globalización ha generado reflexiones entorno a aspectos medioambientales, de justicia social o identitarios.
A través del arte se hace cultura
Su obra, deudora de los principios del diseño, la arquitectura y la divulgación cultural, está marcada por el compromiso con los desafíos de nuestro tiempo. Contrastes forjados en el encuentro de dos continentes: Barcelona y Río de Janeiro —tan lejos, tan cerca— constituyen una deliciosa colisión que advertimos en las formas y en los fondos de este creador que desde la sobriedad nos habla de libertad y de rebelión.
Iniciaste tu andadura como artista multidisciplinar en 1998. Hace algo más de 20 años. Dos décadas en las que las dinámicas creativas han evolucionado precisamente hacia varias disciplinas o procesos transartísticos. Pero, ¿Cuál fue tu punto de partida?
En casi todo lo que hago, aunque sea un dibujo, una película, una instalación sonora o una performance, siempre hay un pensamiento escultórico expandido. Muy pronto entendí que más que la materia, el espacio o incluso el tiempo, lo que me interesaba era el movimiento que implica un cuerpo en el espacio y el tiempo. La física hace décadas que ha entendido que tiempo y espacio no existen, que son meras condiciones del movimiento. Fue este interés por el movimiento lo que me llevó a Brasil…
Claro, empiezas tu carrera en Barcelona, pero que ahora vives y trabajas en Brasil. Barcelona y Río de Janeiro. Dos ciudades, dos continentes y dos formas quizás no tan distintas desde la perspectiva de la cultura y arte urbano. ¿Qué aportó cada una a tu discurso como artista?
Crecí en el seno de una familia fuertemente implicada en la cultura local. Mi padre es arquitecto y trabajó con Gae Aulenti en el diseño de el MNAC. Mi madre era diseñadora y trabajó muchos años junto a Miguel Milá. Los dos ayudaron a fundar la escuela de diseño y arte EINA. Mi padre, además, siempre dio clases en la escuela de arquitectura, y crecí entendiendo que parte del trabajo de un profesional liberal es pasar adelante sus conocimientos, que la educación está en la base de cualquier tradición cultural, y que ésta tiene un fuerte impacto social. En Cataluña además, desde el románico a Miró, Tapies, Llena, Valldosera o Bestué y Vives, el arte siempre ha sido pobre materialmente y trascendente espiritualmente.
Fue en la Fundación Tapies donde vi por primera vez el trabajo de Helio Oiticica y Lygia Clark, ellos cambiaron completamente mi manera de entender el objeto artístico, hasta el punto que decidí mudarme a Brasil, donde encontré… ¿cómo decirlo?, una resonancia perfecta… fue como entrar en una habitación dónde tu voz suena afinada. Resumir en unas pocas líneas lo que vivir allí me ha aportado personal y profesionalmente me parece imposible. Sólo puedo decir que el país vive un momento dramático, entregado a las manos de un presidente y un gobierno racista, homofóbico, retrógrado, ignorante, paranoico, sin preparación y prepotente. Los recientes incendios en el Amazonas son la parte visible de una política de desmonte de las protecciones socio-ambientales, del ataque a la ciencia, del estrangulamiento de las agencias ambientales y de los cortes dramáticos en los presupuestos de protección y prevención.
No me queda ninguna duda que sus políticas van a tener consecuencias globales, y es por ello que necesitamos urgentemente legislaciones internacionales estrictas. Leí el otro día que hay ya un grupo de juristas ambientales preparando denunciar a Bolsonaro delante del tribunal de derechos humanos de la Haya, y espero que así sea, porque lo que está haciendo es un crimen contra la humanidad.
Diferentes vistas de la exposición en HangarBicocca, Milan, 2019. Cortesía del artista y Pirelli HangarBicocca, Milán
Totalmente, los crímenes de guerra ya se consideran internacionales y no prescriben además. De hecho hay un documental muy interesante sobre víctimas del franquismo que han conseguido llevar a juicio y ganar a sus verdugos desde Argentina. De todos modos, tu obra, siempre ha sido muy comprometida, creo que hacen falta artistas así. Casi desde el principio está repleta de mensajes que tratan de llamarnos la atención sobre distintos aspectos relacionados con tu compromiso medioambiental. ¿Cómo nace esa inquietud? ¿Cómo lograste transformar ese grito de atención en un proceso creativo?
Para mí lo esencial es entender que cualquier cambio en la forma de la naturaleza acarrea forzosamente un cambio de nuestra propia naturaleza: Desde la división cartesiana entre “res cogitans” y “res extensa” pensamos con una serie de divisiones (cuerpo y mente, objetos y sujetos, naturaleza y cultura) que son absolutamente irreales… El cambio climático sin ir más lejos, o las inundaciones y las sequías que lo componen; si todas ellas comparten un origen humano, ¿cómo podemos seguir llamándolos fenómenos naturales? La crisis ecológica que estamos viviendo nos está obligando a un profundo proceso de reformulaciones, que asustan pero también inspiran.
Revisitando tus exposiciones y performances, intuimos una necesidad de experimentación, desde distintas perspectivas y disciplinas artísticas. Una búsqueda inmersa a la vez en el mensaje y resultado final. ¿Es intuición o utilizas algún tipo de dispositivo o mecanismo creativo que te permite avanzar?
Siempre me ha parecido más interesante hacer cosas que no sé hacer que aquello que ya sé. Claro que hay lugares eideas que me gusta revisitar, entender hasta dónde se pueden expandir, hasta el punto que varios de mis trabajos se organizan en series, pero nunca conseguí mantener el interés por algo que sé a priori cómo va a terminar.
Por suerte esa es una de las maravillas de hacer arte hoy en día. Si ahora lo que quiero es cantar, puedo cantar, y no necesito dejar de ser artista para ello. Puedo cantar sin dejar de considerar arte lo que hago. Un panadero no puede ponerse a cantar y decir que sus canciones son panes. Lo que estoy diciendo puede sonar como una broma ridícula, pero es más serio de lo que parece. Es una idea moral sobre lo que pienso que debe ser el arte: un terreno de completa libertad y constante experimentación. el ejercicio experimental de la libertad, como decía Mario Pedrosa.
Phantom (Kingdom of all the animals and all the beasts in my name), 2015. Ambiente realidad virtual. Cortesía del artista. Foto: ScanLab projects, Londres
Rotating Table / Speculative Device, 2018. Cortesía del artista y Mendes Wood DM, São Paolo, New York, Bruselas
En efecto, así debería ser. Pasando al medio, otro de los aspectos que llaman la atención en tu trayectoria es la utilización de materiales para reforzar la narrativa de tu obra ¿puedes hablarnos del uso de los materiales en tu trabajo?
Cada trabajo tiene un medio adecuado y la elección tiene que ver con el efecto que quiero crear en cada momento. Por ejemplo, en Phantom presentí que la única forma de crear la inmersión y la disolución deseada, era a través de la realidad virtual, y así fue. Ahora, esto también me obliga a realizar mis trabajos en colaboración y diálogo constante con profesionales de todo tipo, desde informáticos a entomólogos, ópticos o arquitectos, cada uno de los cuales tiene inputs inestimables, y de quienes aprendo muchísimo.
Luego está también tu interés por el espacio y en concreto la división del mismo. En algunos de tus trabajos citas a la arquitecta brasileña del movimiento moderno Lina Bo Bardi, y también usas cadenas de aluminio que son típicas en las cortinas de acceso a las casas, sobre todo, en el sur de Cataluña —en el sur de España también las usamos—. Estos trabajos con cortinajes de aluminio son importantes en tu trayectoria y su evolución hasta las últimas configuraciones escultóricas que contienen figuras geométricas. ¿Puedes explicarnos cómo y por qué comienzas a realizar esas piezas?
Estaba pensando en ideas de corporalidad e inmaterialidad cuando me acordé de estas cortinas. Al montarlas en un museo dividen gentilmente el espacio y operan tanto como una escultura en sí mismas, como elementos de una instalación mayor, disolviéndose en la ejecución de relaciones entre la arquitectura, el cuerpo del visitante, su movimiento por el espacio y las cortinas que definen su espacio inmediato, haciendo del tránsito y de lo transitable la materia del trabajo.
También te aproximas a las últimas tecnologías, como has mencionado en Phantom (2015), unas gafas de realidad virtual que permiten explorar una porción de selva en tres dimensiones. La cultura occidental se basa en los sentidos y en el individualismo exacerbado, para acceder a esa experiencia individualizada se niega todo aquello que nos rodea en el exterior, ese sistema de opuestos… ¿Es una metáfora precisamente de la sociedad occidental?
No me interesa el individualismo. El individuo es un producto capitalista, y además de derechas. No existe un “Tú” o un “Yo” aislado, sino únicamente un gran “Nosotros” que incluye al otro, pero también todo lo vivo y lo no vivo, e incluso espectros del pasado y del futuro, que amenazan constantemente la estabilidad de nuestras vidas. El cambio climático es uno de estos fantasmas del futuro, y es hijo de otro fantasma del pasado, el extractivismo colonial.
Elegancia y renuncia, 2011. Vista instalación: CRAC, Altkirch, 2014. Foto: Andrea Rossetti
Yves Gentet Holographic plates. 2013. Foto: Andrea Rossetti
Hablando de fantasmas, dices que la selva tropical es el fantasma de los todos los fantasmas, también hablas del constante desarrollo de sus formas de vida en busca de agua y luz en perfecta comunidad, e incluso extrapolas su funcionamiento a un modelo de pensamiento, ¿puedes desarrollar esa idea?
Siguiendo con la idea de antes, tanto el modernismo como el capitalismo se han dedicado a aislar aquello que querían monetizar. Alienando a las personas y a las cosas, las transforma en meros bienes móviles. Estos pueden ser eliminados de sus mundos e intercambiados por otros bienes, despreciando los enlaces entre todo aquello que es y los mundos de los que hace parte, dónde una cosa tiene valor (oro, petróleo) y el resto es desecho. Me parece evidente que debemos abandonar cuanto antes este modelo.
La ecología y el pensamiento indígena son los mejores modelos que he encontrado para un nuevo paradigma. Cuando hablo de ecología, me refiero a la rama de la biología que se dedica a estudiar la total y completa interdependencia en tre lo biótico (todo lo vivo, desde las bacterias al hombre) y lo abiótico (el ambiente, la lluvia, los recursos del suelo). La selva es un lugar de constante y completa interacción entre las especies que la forman y su ambiente, donde cada especie se apoya en los procesos metabólicos de las otras. No se me ocurre mejor modelo para construir un corpus de trabajo que éste. También una exposición colectiva, una ciudad, o un nuevo paradigma cultural.
Parece que con tus películas quieras facilitar al espectador el reencuentro con algo. A veces se establece un vínculo casi íntimo con la proyección, casi el mismo vínculo que uno encuentra en las pinturas románticas de Friedrich, y esa afirmación de la pequeñez del hombre ante la grandeza de la naturaleza…
Vivian Sobchach habla del “entrelazamiento quiásmico”, idea que toma de Maurice Merleau-Ponty. El quiasma es una figura literaria que define la unión entre dos ideas, modificando ambas. Merleau Ponty sugiere que esta unión también afecta a nuestros cuerpos, nos entrelazamos entre nosotros y nosotros con lo real. Habla de la mirada, y se pregunta, ¿dónde empieza mi mirada? Cuando te miro a los ojos no estoy mirando tus ojos. Si miro tus ojos me quedo en su superficie, su color, su aspecto, pero si te miro a los ojos, de alguna manera me asomo a tu interior, al abismo del otro. Mi mirada no termina en tu piel, te penetra; difumina los límites entre nosotros. A nivel sub-atómico es así, además me gusta que no exista separación a nivel filosófico o a nivel ontológico, a nivel de la comprensión de lo que somos.
Systemic Grid (Window) 17, 2015. Vista instalación: CCS Bard Hessel Museum, 2018. Foto: Matt Grub
A Leaf-Shaped Animal Draws The Hand, vista exposición en HangarBicocca, Milan, 2019. Cortesía del artista y Pirelli HangarBicocca, Milan. Foto: Agostino Osio
En resumen, el concepto de cuerpo, la abstracción del paisaje y una invitación a revisar la escala de valores del sistema; ¿qué conclusiones retóricas y artísticas te gustaría que se desprendieran de tu mensaje?
Nunca he pensado mi trabajo como portador de un mensaje, me parece demasiado mesiánico… Pero sí sé que el arte tiene la capacidad de reconfigurar nuestra relación con la realidad. Para mí lo interesante no es lo que está expuesto dentro del museo, sino cómo vemos la realidad al salir de él.
En tu background existe una tendencia a la filosofía que lleva a la transformación social e individual. ¿Puede el arte intervenir o corregir tendencias en el pensamiento colectivo?
Sin duda. El arte tiene un papel fundamental en la forma que entendemos el mundo. Por ejemplo, antes estábamos hablando de la crisis climática que nos azotará con muchísima más fuerza de la que pensamos. Lo máximo que escuchamos de nuestros gobiernos son intentos de transformar nuestra economía en una economía sostenible. Me molesta enormemente esta lógica, porque continúa siendo una lógica económica: vamos a administrar mejor los recursos que tenemos, para poder seguir haciendo la misma mierda…
Si realmente queremos sobrevivir necesitamos urgentemente cambiar de paradigma, salir del pensamiento moderno que lleva 400 años separando al hombre del resto del mundo a base de sofisticar la separación naturaleza-cultura. Adoptemos un nuevo punto de vista, un nuevo paradigma que reconozca que todo es interdependiente y todo está entrelazado…
Y es principalmente a través del arte que se hace cultura.
Steegmann Mangrané expone actualmente en Pirelli Hangar Bicoca Milán “A Leaf-Shaped Animal Draws The Hand”, en display hasta el 19 de enero de 2020. Todas las fotos cortesía del artista y Esther Schipper Berlín (excpeto donde indicado).
Texto: Jaume Amills y María Muñoz.