Cuando el debate intelectual se hace tridimensional. Una exposición que cuestiona los arquetipos actuales de los medios de comunicación de masas y establece yuxtaposiciones de imágenes para elaborar un discurso sobre la interpretación. Variaciones sobre un tema que ponen en tela de juicio los valores y cualidades de la cultura pop.
Un texto que se integra en una foto o viceversa puede ser calificado de satori. Un artículo de prensa como este, que trata sobre una exposición que no es una exposición, sino que es un aserto intelectual narrativo, sólo pretende reflexionar con los que reflexionan. En la exposición “Foreword cubista”, hay cuestiones notorias.
Se trata de un proyecto alcanzado tras una convocatoria. En el que Cecilia Szalkowicz, Gastón Pérsico y Mariano Mayer, editores de la publicación “Script”, proponen un guión teorético a artistas y críticos de arte para elaborar un conjunto de opiniones. Los asertos de todos los convocados en forma de imagen o de texto, es lo que encontramos en la sala de exposiciones.
En la muestra se trata sobre lo que vemos y sobre cómo lo vemos. La visión es casi siempre un trampantojo. No vemos lo que creemos y es más, los otros no saben qué es lo que estamos percibiendo cuando miramos. Es algo así cómo aquellas gafas que anunciaban para ver a la gente desnuda. La vista del hombre hipermoderno, puede “desnudar” la realidad de formas diversas en función de sus niveles de conocimiento e interpretación de la apariencia.
Cuenta una historia de prefacio cubista, que en una ocasión el pintor Henri Rousseau, abandonó al grupo con el que compartía mesa en un café y se dirigió sigiloso a un destino desconocido. Los otros, entre los que estaba Fernand Léger, le siguieron hasta, ni más ni menos que el museo del Luxemburgo. Allí en una de las salas le encontraron mirando los cuadros, del entonces poco apreciado Bouguereau, un pintor academicista del siglo XIX. Todos detestaron esta visita y le increparon. A lo que él contestó, “fijaos en el reflejo de la luz en las uñas de los personajes”. Años después, Léger confesó que esa apreciación le había servido de base a su cubismo tubular.
La forma de mirar cubista, lo ve todo desde todas las perspectivas y en un cierto momento del movimiento, lo veía todo de un modo sintético, es decir resumido. Observaban esos artistas, la misma realidad que los pintores naturalistas, pero los cubistas sacaban unas conclusiones distintas.
Hoy cuando miramos a nuestro mundo de era del vacío, encontramos una semántica en las cosas, una forma de frasear el contexto que tiene origen en el fashion system. El concepto de la creación, sumada a la difusión, sumada a la interpretación por parte de un muso o una musa, sumada a la recepción por parte de la audiencia del mensaje plástico o escrito, da como resultado el sistema sociológico siglo XXI o sistema de modas y modismos.
En estos sistemas de modos y modismos, se conjuga la tradicional forma de mirar de los naturalistas, la vanguardista forma de interpretar el contexto de los cubistas y como no!, toda la herencia de los restantes
–ismos del siglo XX, especialmente la apertura producida por el mundo del arte pop.
Primero Duchamp, convirtió un urinario en object d´art. Luego Warhol convirtió a una lata de sopa en modelo pictográfico. Y más tarde Manolo Blahnik convirtió a un zapato de tacón, stiletto, en objeto de colección. La suerte estaba echada y los objetos de reproducción industrial, se burlaban de la belleza de la singularidad de las obras artesanas o únicas y creaban una forma de estética difundible y apreciable por cada subjetividad.
A esta colección de bibelots y sus interpretaciones, se une la capacidad de las musas y musos del siglo XXI de popularizarlos. Las grandes personalidades del gran mundo, los aristócratas y démi mondaines, fueron los primeros popularizadores de la edición. Y en la actualidad son las estrellas del rock, del pop, del cine y del deporte los que convierten en legendario un objeto banal.
Los reflejos en las uñas de la luz de Bouguereau, no se plasman hoy en ángeles mitológicos o héroes de las guerras de Troya. Antes bien, la luz que provoca nuestra fascinación y que nos influye, se encuentra en las uñas de las estrellas de las alfombras rojas del mundo.
¿Qué tiene que ver todo esto con lo que vemos? Todo, pues la reflexión sobre el porqué de las cosas y aún la divagación, es la gran propuesta que nos puede hacer el museo contemporáneo. Un lugar donde mostrar el pensamiento en soportes inauditos y donde generar nuevas invenciones para abrir la materia gris.
La exposición ahonda en el concepto de autoría y nos propone un trabajo de equipo, en sí mismo anónimo, que es además trasladado a la sala de arte de forma singular. No aparece primero la obra y luego el comentario. Sino que subvirtiendo el tracto, las variaciones intelectuales sobre el tema y el tema en sí, se convierten en haz y envés, para crear una modificación en la “opinión pública”. La exposición busca generar opinión y no generar simplemente información, busca pensar y no simplemente curiosear.
Una de las características de nuestra sociedad es que vivimos en opulencia de información pero también de desconocimiento. Se tiende así a la forma de pensamiento de lo inmediato, una actitud anal o pueril, en la que le universo es la habitación del niño o por extensión el programa de televisión de turno. Hay que revelarse contra esto y hacer interpretación de la realidad, no sólo palimpsestos o vulgatas, sino originales.
La exposición nos invita a que busquemos el brillo de las uñas de las estrellas y de los guisantes, bebiendo un güisqui, y que inventemos nuestro propio cubismo tubular haciendo una naturaleza viva con todos los elementos.
Texto: Román Padín Otero
Espacio Abisal, hasta el 23 de julio. C/Hernani 14 – Bilbao