Todo el que paseé por Ventas reconocerá que sus bares siguen arrastrando una lógica tradición taurina. Es el barrio. Tascas y tabernas a la antigua usanza, con sus carteles ajados y sus cabezas zaínas. Por eso destaca un local tan diferente como La Conserva. Tan diferente y recomendable, además. Un buen bar de barrio que sabe a nuevo, con parroquia fiel y sin palillo en la boca, de buena música, rico tapeo y una oferta de coctelería clásica que nos parece sencillamente fantástica. Ojalá más bares de barrio así por todos los barrios de Madrid.
Desde hace cuatro años María es dueña de La Conserva. Un bar que siempre fue bar, desde los años cincuenta más o menos en los que se empezó a llamar Bar Díaz. Nada tiene que ver ahora. Paredes pintadas de verde, una barra reluciente alicatada de azulejo blanco y con mostrador de mármol, un cuadrito de La Gioconda y la imagen de una sirena algo piripi de trazo a lo Mauro Entrialgo como logo. El esquinazo que ocupa favorece su luminosidad a través de una gran cristalera en donde se colocan algunas mesas altas. En verano montan terraza con algunas mesitas más. A nosotros La Conserva nos gusta disfrutarla de pie y a pie de barra, que alguna tradición sí hay que mantener.
La clientela ha sido fidelizada por acciones como la hora feliz o los sábados de jazz. Se celebran fiestas y catas. La diversión suele estar asegurada si no se trae puesta de casa. Los platos que Lina factura son sencillos pero eficaces para mantener la estabilidad mientras se repasa el listado alcohólico. Se dividen en ensaladas, tablas, tortas y tostas, con una estimable selección de ahumados, salazones, embutidos, quesos y, obvio, conservas, servidas directamente de la lata. Productos de Galicia, Cantabria, Navarra, Aragón y La Rioja. Buenas credencias para unos pimientos asados con lomos de atún, unas puntas de espárragos, una chistorra riojana, el ibérico de Guijuelo, el pulpo y el lacón de O Carballiño, las anchoas y la ventresca de bonito y unas cuantas viandas más.
Entra en juego el bebercio, más allá de las cervezas de caña o artesanas, los vinos sin enormes sorpresas o las jarras de sangría, el vermú de rigor y los curiosos licores que ellos mismos aromatizan. Aquí recomendamos encarecidamente tirar de la carta de cócteles, preparados con gran diligencia y más que aceptables resultados por Pablo y Álvaro. Hablamos de Mojito, Margarita, Caipirinha o Daiquiri. De Pisco Sour o Aperol spritz. Pero, y aquí viene lo realmente sorprendente, se atreven también con un Gimlet, un Gin Fizz, un Negroni, un Old Fashioned, un Destornillador o con, ta-chán, un ¡Dry Martini! ¡En Ventas! Se puede y nos parece un puntazo. Y a siete euros el cóctel.
También en La Conserva dan desayunos y almuerzos de bocata. Para rematar la jugada. Ovación cerrada.
La Conserva
Paseo Marqués de Zafra, 33, Madrid
Tel. 665 811 156
barlaconserva.com