Cuando miro una obra de Gabriel Rico siempre me recuerda a una especie de haiku surrealista y divertido cuya dimensión poética y sorprendente no desdibuja la profunda esencia semántica de su trabajo. En nuestra época de imágenes e (in-)comunicación, de texto utilitario y mensajes subliminales, Rico se enfrenta a lo que quizás sea una de las cuestiones esenciales de hoy: el lenguaje. Y lo hace, por una parte, a través de ecuaciones matemáticas que transforma en cadavres exquis llenos de referencias históricas y culturales – la religión, el consumo, los objetos cotidianos- y de asociaciones tan fructíferas como estimulantes.
Lo hace, por otro lado, con esculturas de aire más narrativo e instalaciones que parecen paisajes sacados de un cómic o de un relato mítico y misterioso en el que las botellas de Coca-Cola dialogan con (falsos) bistecs, los animales parecen fascinados por neones con formas geométricas y en los cactus florecen manos. Le hemos entrevistado en la Bienal de Venecia en la que participa en la exposición principal, “May You Live in Interesting Times”, comisariada por Ralph Rugoff.
Aurélien Le Genissel: ¿Cómo explicarías tus obras a alguien que no sabe nada de ti?
Gabriel Rico: Mi trabajo se relaciona mucho con el hecho de hacer una lectura de la realidad a partir de una colección de objetos que me encuentro en diferentes situaciones: caminando en un mercado de segunda mano, paseando por la montaña – donde observo y selecciono piedras por ejemplo. Es decir que, al final, mi manera de moldear la materia en mi trabajo deja mucho espacio al encuentro casual y sobretodo a la historia del objeto. Me gusta mucho también la erosión que causa el clima, el tiempo sobre los objetos y aprovecharme de ello en mi arte. Por ejemplo, es imposible lograr el óxido de este barco [Rico se refiere a la controvertida obra Barca Nostra de Christoph Büchel que se puede ver en el Arsenale, los antiguos astilleros de Venecia, y una de las sedes de la Bienal], de manera artificial.
Multis utile bellum, 2017. Fotos: Guillaume Ziccarelli. Agradecimientos: Gabriel Rico
Aurélien Le Genissel: ¿Cómo te relacionas exactamente con esos objetos una vez que los has recolectado? He leído que los dispones ahí y dejas que el tiempo, el paso de los días, te indique qué hacer con ellos. Quizás la temporalidad les da significado, de alguna manera.
Gabriel Rico: Soy coleccionista desde siempre. Cuando era pequeño coleccionaba filatelia, canicas, piedras y cosas varias. Pero nunca fui acumulador. Lo que coleccionaba siempre era bastante particular pero no llegaba al punto de ser un montón de basura. Y la mejor excusa para seguir coleccionando es hacer arte con lo que colecciono. Primero porque eso hace que haya alguien encargado de que ese objeto perdure y ya no esté en un montón de basura.
Por eso nunca separo mi vida cotidiana de mi vida artística. En Italia ya compré algunas cosas, pelotas y demás objetos, y luego los mando al estudio de Méjico donde lo tengo todo separado: cosas orgánicas- conchas, ramas, huesos y piedras- en dos anaqueles grandes, objetos verticales – ramas y formas más alargadas de entre 1,5 y 2 metros, que tengo dispuestas en orden de altura- y finalmente una parte de objetos relacionados con el kitch – figuritas de porcelana, frutas plásticas o cuchillos, algo así como el buen y el mal gusto juntos. Es muy fácil utilizar esos objetos en mis series de ecuaciones porque son básicamente un collage de objetos.
Aurélien Le Genissel: ¿De dónde te vino esa idea de hacer ecuaciones —llamémoslas— estéticas?
Gabriel Rico: Me gusta mucho leer física y matemáticas -es lo que leo habitualmente- porque no lo entiendo, del todo. Y eso se me hace increíble. Todos los físicos y matemáticos suelen hablar en sus libros de la belleza sublime de las ecuaciones y, aunque la disfruto mucho, la verdad es que no puedo ver del todo esa belleza. Para mí, esa belleza era simbólica en lo que la ecuación signfica o la parte del universo a la que se refiere. Empecé la serie en el 2016 y la voy a terminar en el 2021. Ya lo sé porque estoy estudiando la estética de las ecuaciones algebraicas, a partir de las fracciones. Y a través de la sustitución de los caracteres, letras y números, por objetos fue donde encontré esa belleza a la que los matemáticos se referían. La encontré cambiando los signos por objetos; objetos por los que yo sentía un aprecio especial. Después del 2021, voy a seguir esa línea pero me dedicaré a ecuaciones relacionadas con los axiomas, que tienen esa particularidad de que no necesitan definirse.
Aurélien Le Genissel: ¿En qué sentido lo entiendes?
Gabriel Rico: Las ecuaciones son básicamente postulados para poder decir algo con pocos elementos. Un matemático puede pasar 50 años rellenando cuadernos con ecuaciones hasta llegar exactamente a la buena ecuación, es decir la que que dice lo que él quiere decir. Para mí es importante cerrarlo en un tiempo definido para poder detenerme y explorar otras posibilidades en el discurso matemático y darle otra dirección a mi trabajo. ¿Por qué los axiomas? Porque es lo más libre que puede haber. Un axioma funciona diciendo que “esto está aquí simplemente porque esto está aquí” [señala una botella de agua encima de la mesa]. A partir de ahí puedo hacer lo que yo quiera. Lo que yo quiera. Puedo poner un burro y una salchicha [sonríe]. Y puedo poner una Biblia. Y puedo poner una silla. Y es una ecuación, un axioma, pero en la vida misma, en 3-D. Estoy muy emocionado con eso.
Aurélien Le Genissel: ¿Has hecho alguno ya? ¿O es una nueva serie por venir?
Gabriel Rico: No he hecho ninguno aún. Yo creo que el paso siguiente es una obra grande que presento en Art Basel 2019 [en el stand de la galería OMR]. Es una ecuación que mide tres metros y medio por tres metros y medio que remite a los pizarrones que los investigadores rellenan buscando encontrar la ecuación perfecta. Estoy intentando replantear el tamaño. Hasta ahora, siempre habían sido tamaño tipo casa o pared. Pero esa nueva extensión era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo.
Me gustan mucho las ciencias porque son libres. Es encontrar la mejor excusa para hacer arte. Por eso me gusta la geometría. Por ejemplo, una de las piezas que tengo aquí [en la Bienal de Venecia, visible hasta el próximo 24 de noviembre] está formada por una rama que he encontrado en el monte. La empiezo a proyectar en el espacio para que se desdoble. Y esa rama define entonces el radio del círculo y al mismo tiempo delimita la altura de la pieza. Es como desdoblar un elemento en tres dimensiones.
The Discipline of the Cave, Aspen Art Museum. Fotos: Tony Prikryl. Agradecimientos: Gabriel Rico y Aspen Art Museum
Aurélien Le Genissel: Al final, al ver tus ecuaciones es difícil no pensar en un lenguaje.
Gabriel Rico: El más puro podríamos decir, ya que te basas en las matemáticas, pero, al mismo tiempo, le das un giro y lo conviertes en algo muy visual y simbólico. Algo así como tu lenguaje propio como artista.
De alguna forma. Pero lo bueno es que no necesitas ser matemático para entenderlo. Las ecuaciones las puede ver un niño que fácilmente puede reconocer que eso es un bistec, o eso una Coca-Cola.
Aurélien Le Genissel: ¿Los elementos visuales -el bistec, la botella etc- que reutilizas siempre tienen el mismo significado, el mismo referente o van cambiando?
Gabriel Rico: Depende de ti. No de mi. No hay una regla fija. Sí que hay, por ejemplo, una crítica bastante evidente a la religión donde, por ejemplo, una Coca-Cola es multiplicada por Jesús. Hay temas subyacentes pero no una regla fija.
Aurélien Le Genissel: ¿Cómo incluyes ese humor irónico del que hablas?
Gabriel Rico: Me encanta hacerlo. Hay un científico que ganó el Premio Nobel de Física y, en una entrevista, habla de la importancia del humor. Dice: “Hay que ser un genio para hacer humor”. Un buen chiste es una genialidad. Y hay humor universal. Si el humor es bueno, se ríen igual un chino que un español. El humor que tengo es satírico pero universal. Me sale de la manera en la que veo la vida. Siempre me ha gustado que no necesites tener un background de crítico del arte para que te guste mi trabajo. Que sea accesible.
Nimble and Sinister Tricks. Fotos: Diego G. Argüelles. Agradecimientos: Gabriel Rico
Aurélien Le Genissel: Pero las matemáticas, a priori, se asocian con algo serio, profundo, quizás aburrido, no precisamente con algo divertido….
Gabriel Rico: Cierto. Pero me gusta la idea de descontextualizar la carga kitsch de ciertos objetos con ese gesto súper simple de ponerlos en una ecuación. De esta manera se cancela el mal gusto inherente al kitsch. Y eso también es humor. Me gusta reírme de mi humanidad y, como tal, me gusta reírme de la de todos. Nadie me puede decir que no soy un humano y entonces si me río de mi, me río de mis carencias y virtudes… ¿Por qué no reírse de todos? Al final, las reflexiones de las que saco mi trabajo, esas ecuaciones, son muy serias pero nunca hay que tomárselo tan seriamente. Porque el artista solo es un trabajador más en esta cadena enorme que llamamos humanidad y no merece más atención que cualquier otro oficio.
Aurélien Le Genissel: Trabajas mucho también con neones y formas geométricas en tus esculturas.
Gabriel Rico: Básicamente el neón es como dibujar una línea en un espacio tridimensional. Para mí es lo mismo que dibujar una raya con un lápiz de color grafito negro sobre papel blanco. Ese contraste es muy fuerte. Cuando utilizo el neón como una línea, el poder que proyecta es similar. Es una conjetura que hago al tiempo en el que el hombre dibuja.
The Discipline of the Cave, Aspen Art Museum. Fotos: Tony Prikryl. Agradecimientos: Gabriel Rico y Aspen Art Museum
Aurélien Le Genissel: Vienes de Guadalajara, de dónde está saliendo ahora una interesante generación de nuevos artistas mexicanos, muchos de ellos provenientes de la carrera de arquitectura, como tú. ¿Nos puedes decir un poco lo que está pasando ahí?
Gabriel Rico: Trabajé 5 años como dibujante de planos mientras hacía de artista. Parece raro que casi todos los artistas de mayor proyección internacional en Guadalajara vengan hoy de la carrera de arquitectura pero es muy fácil de entender. Luis Barragán creó una escuela de arquitectura en Guadalajara basada en el concepto: antes de proyectar el edificio, conceptualizarlo. Esa escuela dio pie a numerosos arquitectos con el mismo principio y esos son los que ahora son profesores en ese centro y que están dando clase, que me dieron clase a mí, a Jose [Dávila], a Jorge [Méndez Blake]. Cuando entiendes que primero tienes que pensar y luego actuar, esa idea la puedes aplicar al arte, a la arquitectura o donde quieras. Me di cuenta de que quería ser artista en el primer o segundo año de carrera. Jorge Méndez Blake fue mi maestro: daba la clase de Historia de Arte. Trabajamos sobre el arte de Mario Merz o Joseph Beuys y pensé “eso es lo que quiero hacer. Están locos, hacen lo que quieren”. Luego, cuando lo estudias un poco mejor, te das cuenta de que tienen mucha relación con la antropología. Terminé la carrera porque mi padre y mi madre pensaban que, siendo artista, acabaría en la calle; esas cosas que piensan todos los padres… Ahora que lo pienso, el único motivo por el que estoy aquí es porque tengo la cabeza más dura que mis padres (se ríe).
Aurélien Le Genissel: Y es importante para vosotros seguir estando en Guadalajara, trabajar desde ahí. ¿Es una especie de statement?
Gabriel Rico: Exacto. Ayudo más a mi país no yéndome a vivir a otro lugar. El hecho de vivir en Guadalajara habla mucho de la importancia de la descentralización. A mí me encanta la idea de descentralizar el poder absoluto que aparentemente regía a México en la década de los 2000. Mostrarles a la nueva generación que un güey que viene de Lagos de Moreno, una ciudad con 100.000 habitantes, ahora está en la puta Bienal. Y no se quiere ir de Guadalajara donde tengo un estudio que se llama Los Guayabos. Es un taller que comparto con otros cuatro artistas. Allí tengo solo mi oficina. Es una casa que hizo el hermano de Luís Barragán. Tenemos dos residencias: una para artistas locales que no tienen un estudio propio, y que no tienen porque ser jóvenes. De hecho, nos gusta casi más que no lo sean – el último tenía 50 años y no tenía estudio- porque de repente es ridículo eso de que todo el mundo quiera la etiqueta de young generation. Hay que apoyar al que lo necesita, independientemente de su edad. Y la otra residencia es de artistas internacionales que quieran venir. Hay carpintería, una galería increíble, una casa sublime que es de 1930, de principios del Art Déco.
Reducción Objetiva Orquestada. Veintiocho A. Foto: Diego G. Argüelles
Reducción Objetiva Orquestada. Treinta y uno. Foto: Diego G. Argüelles
Aurélien Le Genissel: En tus primeros trabajos, aparecía una dimensión más espacial, más heredada quizás de la arquitectura, como en tu residencia en el SASG (Seoul Art Space Geumcheon) en Corea del Sur en 2011.
Gabriel Rico: Depende. Por ejemplo ahora tengo una exposición en Aspen donde el curador me dijo que podía hacer lo que quisiera. Y en este caso, hice un site-specific en el que entiendo el espacio como un elemento esencial y en el que no hay nada colgado en las paredes. En Seúl tuve que ser muy listo: tenía una sola bala y tenía que usarla de la mejor manera posible. Al lado de la residencia había un centro de cerámica y le dije al curador que quería hacer una colaboración con ellos. Y ahí le convencí porque era implicar a la comunidad. ¿Cómo podía llenar el espacio? Vamos a trabajar con las banderas de oro, pensé, que es un elemento con el que llevo trabajando 10 años -la fragilidad de la lámina de oro y la posibilidad de que el arte se tenga que destruir. Entender que el valor del propio material te pone en una situación en la que no sabes si tirarlo o guardarlo. Otra cosa interesante es que es un trabajo interactivo. Pasando cerca ya activas la pieza, se mueve. Me gusta mucho darle la vuelta a la tecnología: no pasar demasiado tiempo desarrollando el mejor software o hardware del mundo sino más bien entender el material y lograr una transmutación a partir de la descontextualización o el reacomodo de los elementos en otros entornos.
Aurélien Le Genissel: Otra de las cosas sorprendentes es que expones mucho en Estados Unidos. Tu trabajo, por ejemplo, no se ha visto tanto en Europa.
Gabriel Rico: Es un poco raro para mí. El camino se abrió solo. La verdad es que estoy más interesado en Asia. Me gusta mucho Corea: tengo un show, por ejemplo, en la galería Perrotin en Seúl el 11 de julio [hasta el 07 de septiembre]. Lo cierto es que Estados Unidos no me importa tanto. Pero, aparentemente, a ellos les importo yo [se ríe]. Pero es la puerta más grande para el continente, es donde un artista se hace. Si no estás en el radar en EE.UU, es imposible. Lo digo porque hay amigos míos que están en Europa a tope y allá… no los conoce nadie. Y estamos hablando de una de las capitales de Occidente, con los mejores museos del mundo. Del otro lado está Shanghái. Son elefantes blancos. Tienes que estar presente allí.
Aurélien Le Genissel: Para acabar, ¿cómo ves el futuro de tu trabajo?
Gabriel Rico: No soy un artista que está buscando nuevos tópicos para desarrollar obra. Creo que le di a la veta. No hay mejor excusa que la ciencia para estudiar un tema. Es decir; de alguna forma, puedo perder toda mi vida haciendo axiomas. Entendí que no era necesario seguir investigando otras líneas. Tengo dos líneas muy fuertes: el uso de las ciencias aplicadas como principio para la creación de esculturas y otra sobre la ontología y la heurística, es decir la relación que hay entre los objetos y los seres humanos. ¿Qué define a qué: el agua a ti o tú al agua? A partir de eso, existe todo.
14 de diciembre de 2021 a las 1:39
A ver qué nos cuente del como se le ocurrió fabricar esa tela preciosa del nue6traje del rey, por favor.