La proliferación creciente de ferias de todo tipo, la globalización del mercado y la escasez de tiempo por parte de los coleccionistas han hecho que la selección y el montaje de stands se haya convertido en todo un arte. Con un espacio a menudo reducido y un white cube de lo más soso, el galerista debe atraer la mirada de los futuros compradores sin que su espacio se transforme en un supermercado.
ARCO no es un excepción en este sutil arte de la seducción comercial. Más bien al contrario. Con cerca de 200 stands de galería clásicos -no contamos los de revistas, instituciones o proyectos especiales-, lo cierto es que la feria de referencia española presenta mucho más contenido del que le tocaría, por importancia o por negocio. Una abundancia que obliga, aun más si cabe, a las galerías presentes a un esfuerzo de imaginación y buen gusto.
Para los que se hayan perdido la edición de este año de ARCO o para los que no lo hayan podido ver todo (que suelen ser la mayoría), hemos seleccionado los 10 stands imprescindibles de la feria. No lo mejores. Ni los que tienen mejores obras. Sino los que había que ver, ya sea por la calidad de su puesta en escena, por la originalidad de su estética, por su sobriedad o por su banalidad. Empezamos.
El más impecable
Sutil, minimal, limpio y profundo. Nada que objetar a esta maravilla (y no es la primera) de la galería Heinrich Ehrhardt. Los tonos beige, marrones o castaños de Secundino Hernández y Günther Förg se funden con el blanco manchado y la bolsa de tierra de Fernando García en un interior despejado y aéreo que permite al espectador tener el tiempo y el espacio suficiente para poder disfrutar de los cuadros. En su centro, una escultura enigmática y algo marciana de Georg Herold se presenta como el contrapunto material perfecto a la evanescencia de los cuadros. Los colores vivos se han dejado para el muro exterior con dos maravillosas propuestas; los característicos trazos punzantes y coloridos de Thilo Heinzmann y una hipnótica composición de degradados de verdes a cargo de Juliao Sarmento. Un oasis de calma que destaca aún más si cabe por su cercanía con la copiosa oferta de Elvira González y Parra & Romero (con artistas muy interesantes ambos, esa no es la cuestión).
Un ejemplo de lo que debería ser un stand de ARCO.
El más malo
No hubo polémica este año en ARCO. O muy poca. Aunque no fue porque Prometeogallery no la buscara. El ninot de Felipe VI, creado por Eugenio Merino y Santiago Sierra, fue sin duda de lo más fotografiado de la feria. Se vendía por 200.000 euros y el comprador se comprometía, por contrato, a quemar la obra antes de un año. La cuestión no es evidentemente que tengan derecho a vender este trabajo desde la galería. Es simplemente que la obra es mala. Insignificante en lo estético y vacua en lo conceptual. Hay arte político muy bueno -véase el stand de Mor Charpentier o algunas obras de la galería ADN. Y también hay arte político malo. Este es el caso. Merino y Sierra han hecho cosas mucho mejores. La subversión en el arte no se mide por el escándalo generado en Twitter y Facebook. Por no decir que esperamos con ganas saber quién es el “revolucionario” anti monárquico que se va a gastar ese dinero en quemar un ninot. La revolución del pueblo.
El más llamativo
Como dijimos al visitar la FIAC 2018, últimamente se están poniendo de moda los stand individuales con solo projects espectaculares y muy visuales. Una manera de atraer fácilmente al espectador y de luchar contra la saturación estética y la infinidad de estímulos y nombres al que se ve sometido el visitante de una feria. Una buena solución para que hablen de ti. Pero un riesgo, ya que el galerista lo apuesta todo a un solo nombre y suelen ser obras más difíciles de vender. Quizás por eso -las galerías son más pequeñas y hay muchas, como hemos comentado- en ARCO los stands individuales escasean y son de formato más expositivo que instalativo. Pero la solución, algo intermedia, es la partición del espacio para presentar una obra única de un artista –lo que llaman ahora proyectos especiales. Una alternativa que ha funcionado muy bien este año en la feria. Tanto por la cantidad de propuestas de este tipo como por su alta calidad, que permite disfrutar de obras de formato diferente sin arriesgarse demasiado. Destacan las maravillosas esculturas matemáticas -reflexión sobre el lenguaje- de Marlena Kudlicka en Zak Branicka, la fascinante instalación con fondo azul de Teresa Solar en Travesía 4, la instalación escultórica de Lucia C. Pino en Ana Mas Projects y los estimulantes Elementos para un discurso de Antonio Fernández Elvira en Espai Tactel.
Sin duda, cuatro grandes aciertos de ARCO 2019.
El más equilibrado
Justamente los valencianos de Espai Tactel han propuesto un stand de lo más equilibrado y completo para esta edición de ARCO. Acostumbrados, como nos tienen, a propuestas coloridas y vistosas, esta vez parecen haber optado por un diálogo más soterrado, muy complementario, entre el trabajo audiovisual y conceptual de Fito Conesa (perfectamente presentado en la feria), las formas salvajes y atrevidas de la escultura y el cuadro de Rosana Antolí y la abstracción imaginativa del precioso lienzo de Vicky Uslé. El resultado era un stand en el que cada uno encontraba algo que le podía gustar, como demuestra el éxito que tuvo también en las redes sociales.
El más unánime
Conozco a poca gente a la que no le haya gustado el stand de Helga de Alvear, siempre un valor seguro y casi incuestionable. Más aun en este caso con la magnífica propuesta de Julian Rosefeldt, en la que se podían ver algunas fotos de su película Manifesto (2017), con Cate Blanchett, (muchos selfies han habido allí), un video y unas esculturas/telas del proyecto que el artista realizó por las calles de Roma, titulado La palabra es siempre la vanguardia de la acción (y que se pudo ver recientemente en la Fondazione Memmo). Nada nuevo bajo el sol -todas estas obras ya llevan tiempo presentándose por el mundo- pero siempre va bien recuperar a los clásicos.
El más aventurero
Con un andamio colorido, unos ventiladores colgados de los muros, unos posters y unas curiosas baldosas inestables, los barceloneses de Bombon Projects –los nuevos favoritos de la escena más puntera de la Ciudad Condal- presentaban el stand más aventurero en ARCO. Aventurero en lo visual pero también en el contenido con A Arco en barco, un cuadro narrativo de Aldo Urbano, y La veu que habita, una obra etérea y fantasmal de Anna Dot. Como en los buenos cuentos, el stand está lleno de guiños, referencias y lecturas secretas. Un guisante o un barco son suficientes para jugar con las expectativas y la percepción del espectador e iniciar un viaje, real y conceptual, que acaba en una feria pero que antes ha deambulado por los territorios poéticos de la invisibilidad, la memoria y la representación. Llevan poco tiempo abiertos pero les auguramos -y deseamos- sin duda muchas más aventuras irónicas, divertidas y exitosas como esta.
El más preciso
Las esculturas matemáticas de neón de Andrea Galvani fueron uno de los grandes hits de la pasada edición de Frieze Londres. Ahora llegaban a ARCO de la mano de la galería Revolver y del premio Audemars Piguet que le permitió presentar una instalación monográfica en su espacio de la feria. Pero su trabajo es mucho más que eso y, para conocerlo, había que pasar por el stand de The RYDER en el que se podía descubrir una fotografía, un video espectacular y una torre compuesta por libros, además de uno de sus neones, sobre un perfecto fondo gris. Todo ello presentado de manera sutil pero contundente, sin excesos y con profundidad, como suele trabajar esta galería londinense. La galería presentaba además una performance en la que varios físicos iban escribiendo fórmulas matemáticas sobre la pared, haciendo cambiar así constantemente la forma y la realidad del stand y transformándolo de verdad en una obra de arte en sí misma.
El más serio
Primera participación en Arco para esta joven galería de Bucarest llamada Anca Poterasu. Una propuesta que ha pasado un poco desapercibida, quizás por su dimensión sobria y algo austera, pero que cabe destacar por su apuesta exigente y decidida de una escena poco conocida pero que sube cada vez más y alberga muchos tesoros potenciales. Como buena presentación inaugural, el stand permitía descubrir grandes referentes como las fascinantes fotografías de Matei Bejenaru o las composiciones en blanco y negro de Decebal Scriba. Pero los más sorprendentes y destacables eran, sin duda, los trabajos de Aurora Király, ya sea su fina y reivindicativa serie de dibujos Heroïnes o sus Viewfinder, unas cajas de cartón en forma de dispositivo fotográfico que reinterpretan la memoria colectiva a través del medio visual. Un stand que se asimila con el tiempo.
El más imponente
Con su suelo blanco y su luz tan bien repartida, era imposible no fijarse en las matericas y preciosas esculturas de Ángela de la Cruz, unos atractivos cubículos coloridos que parecían responder con gracia y determinación a los llamativos cuadros abstractos de tono azul grisáceo de Juan Uslé. Todo un acierto de estilo y elegancia por parte de la galería alemana Thomas Schulte.
El más ausente
Y no nos referimos a las polémicas sobre el criterio de selección de Arco, o de tantas otras ferias. Nos referimos al stand inexistente en esta edición de una galería que ha sido una participante asidua estos últimos años y un referente para muchos (entre los que me incluyo) por su criterio y su libertad: Estrany-de la Mota. Sabemos que su ausencia se debe a su cierre como galería convencional (para renovarse y apostar por otro tipo de proyectos) pero no podemos dejar de destacar su legado tan presente en Madrid estos días. En los cuadros de Rasmus Nilausen en el stand de García Galería, por ejemplo, con la que comparte otros dos artistas más- visualizando quizás el dominio de la escena madrileña estos últimos tiempos. O la presencia en la feria de muchos de sus artistas de referencia, como es el caso de Ignasi Aballí en Elba Benitez u Oriol Vilanova y su precioso mural en Parra & Romero. Sin olvidar los trabajos de David Bestué, de nuevo en García Galería -esta vez en su galería- o en CentroCentro, o de Patricia Esquivias en Alcalà 31 y también en CentroCentro.
Un stand que ya no existe pero cuya sombra aún sigue siendo muy alargada.
5 de marzo de 2019 a las 8:33
Me parece muy buena y acertada la elección y el artículo. Pero como nos perdemos mucho en la feria, sería mejor hacer esta valoración crítica el viernes de feria por ejemplo, así podríamos no perdernos tanto…muchas gracias