Este viernes llega a los cines la esperada secuela de Blade Runner, 35 años después de la entrega original. Ya hemos podido verla, te contamos nuestras impresiones.
Muchas cosas tendrían que ocurrir el año que viene para que en 2019, año en el que transcurría la acción de Blade Runner, veamos coches que vuelan, colonias extraterrestres y replicantes revelándose contra la humanidad. Era 1982 en la vida real, Ridley Scott venía de dirigir Alien, el octavo pasajero y se disponía a facturar lo que a la postre sería otro gran clásico del cine en general y de la ciencia-ficción en particular, basándose en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick.
Puede que no se hayan materializado muchos de los avances tecnológicos que nos planteó, teniendo que verla ya hoy como una potencial realidad alternativa más que como un futuro posible. Pero aquella ciudad de Los Ángeles oscura y fría plagada de luces de neón, aquellos seres artificiales capaces de sentir emociones y disfrutar del sexo, el tabaco o el alcohol y, junto a lo visto el año anterior en Mad Mad 2, aquella agresiva estética hija de su época influenciarían todo lo que vino después, especialmente lo relacionado con cyberpunk e inteligencia artificial: Akira, Ghost in the shell, Matrix… Incluso en el episodio II de Star Wars o producciones más recientes como la serie Westworld siguen siendo apreciables los rastros que dejó. El círculo se cierra al comprobar que a su vez todos estos títulos han influenciado la nueva entrega de Blade Runner, y es que todas estas franquicias han ido fijándose unas en otras a través de sus sucesivas entregas y evolucionando de la mano.
Si bien no es necesario antes de ir al cine a ver Blade Runner 2049, es altamente recomendable refrescar la cinta de 1982 y ver después los tres cortos que Sony ha lanzado en Internet para calentar motores, ambientados en 2022, 2036 y 2048 (os los dejamos más abajo). Además de hacer de puente entre ambas películas, nos irán presentando a algunos de los nuevos personajes y nos pondrán en situación de qué es lo que ha pasado en estos ficticios treinta años (cinco menos que en la vida real).
En resumidas cuentas, si no tenemos tiempo o ganas de hacer este ejercicio lo que debemos saber es lo siguiente: los replicantes de 2019, los Nexus-6, tenían una vida de cuatro años. En los cortometrajes averiguaremos que la siguiente generación, Nexus-8, carecía de fecha de caducidad, lo que llevó a su exterminio por parte de los humanos rebeldes. Con el objetivo de borrar sus huellas, los replicantes provocaron el denominado “apagón”, que eliminaría las bases de datos que les marcaba como objetivos. Tras muchos años sin fabricarse, llega una nueva generación de replicantes tan seguros como dóciles, programados para obedecer a sus dueños humanos.
Los blade runners (cazadores de replicantes) siguen existiendo, y su objetivo actual es eliminar (perdón, “retirar”) a los Nexus-8 supervivientes. Es aquí donde entra el nuevo protagonista de la historia, Ryan Gosling, que le da el relevo a Harrisond Ford con una novedad: él es un replicante (de última generación) que caza a los suyos. Al fin y al cabo, han sido fabricados para hacer los trabajos que no quiere nadie.
Eso no quita que no vayamos a ver de nuevo a Ford, dispuesto en los últimos años a reinterpretar las versiones envejecidas de los papeles que lo lanzaron a la fama, relegado esta vez a un papel secundario. Claro que por suerte aquí asistiremos a una secuela mucho más potable de lo que supusieron Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal o el episodio VII de Star Wars. Si sumamos que el veterano actor le encajó un puñetazo de verdad a su sustituto, Gosling, mientras rodaban la escena en la que pelean, Harrison puede darse por satisfecho.
Otros actores de la cinta original también repiten, como Edward James Olmos, mientras que entre las nuevas incorporaciones caben destacar la siempre bienvenida aparición de Robin Wright, las breves incursiones de Jared Leto como el nuevo malo de la película o la convincente actuación de Sylvia Hoeks.
Ridley Scott sigue enfrascado en dirigir las secuelas de Alien, y aunque la intención original era que la hubiese dirigido él, finalmente se limita a labores de producción, dejando el recado de ponerse tras la cámara al canadiense Denis Villeneuve, que el año pasado consiguió ocho nominaciones a los Óscars con su anterior obra de ciencia-ficción, La llegada. Pone imágenes al texto de Hampton Fancher, guionista de la cinta original al que Scott convenció para que escribiese la historia de la secuela, guionizada después por Michael Green.
Lo cierto es que Villeneuve ha sabido estar a la altura de las circunstancias y sacar adelante una película digna de ver más allá de los impecables efectos especiales. El cineasta cuida al detalle los encuadres, el juego de luces y sombras y la paleta cromática de fríos y cálidos, prestando especial atención al amarillo para transmitir en todo momento esa opresiva sensación de futuro distópico, radioactivo y post apocalíptico. La narración juega bien sus cartas para mantener la atención del espectador en las dos horas y media de metraje sin que llegue a aburrir, metiendo giros en el momento que la cosa parece que se está poniendo predecible.
Asimismo la historia es capaz de darle una nueva vuelta de tuerca a los dilemas filosóficos que pone sobre la mesa la inteligencia artificial: ¿sería moralmente aceptable que los replicantes pudiesen concebir? En definitiva, Blade Runner 2049 cumple las altas expectativas que ha generado en todo este tiempo, ofreciendo una épica cinta que los buenos amantes de la ciencia-ficción deben disfrutar en pantalla grande a partir de este viernes, 6 de octubre (fecha que también tendrá su simbología dentro de la trama). El final queda abierto a posibles secuelas, pero será difícil superar a ésta en caso de que lleguen.